miércoles, 7 de enero de 2015

La voz de Iñaki

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Consumación o gatillazo

EL PAÍS
 
 
 
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Así es la situación, amigo Iñaki. Como la describes. 2014, siguiendo la línea que comenzó en Islandia en 2008, siguió con los indignados, extremas derechas en Grecia y Francia, los Occupy y 15M, va derivando en un nuevo concepto de sociedad mucho más despierta. organizada y participativa que ha producido el aumento de formaciones anticapitalistas, plataformas constituyentes, ILPs, CUPs, Syriza y Podemos, etc, etc...Nuestra sociedad extremadamente compleja está tratando de contrarrestar los daños de la globalización autómata del dinero como único dios y del trabajo como moneda esclavista, con una participación ciudadana y consciente que hace valer, por encima de las ideologías tradicionales, los DDHH, la ética y las garantías democráticas derivadas de ambas líneas rojas, desde una visión mucho menos abstracta y mucho más sectorial y compartida, cooperadora, plural y dialógica, pero que no deja de lado en absoluto el activismo puntual, la manifestación pública y contundente de la voluntad ciudadana y la implicación concreta y solidaria, que son ingredientes que hasta ahora eran casi exclusivos de las revueltas callejeras. Más emocionales y dispersas que racionales y orgánicas, aunque los motivos fuesen justos y absolutamente necesarios. Sí que hemos cambiado. Y más que vamos a cambiar. 

La novedad de este tiempo no es ya la esperanza de un cambio brusco de regímenes, -la historia y la experiencia nos han demostrado constantemente que sería una vuelta más a la tuerca de lo de siempre, con los mismos resultados de siempre- sino la de un cambio imparable y ascendente de conciencia en nuestra especie. La fuerza revolucionaria mecánica y teledirigida por cabecillas más listos que la "masa", se ha transformado en fuerza evolucionaria personalizada, como ya proclamaba el 15M con su R- Evolución. O sea, descubriendo que "revolución" no equivale a "revuelta" y cambio de la misma tortilla, sino a Re-evolucionar, a evolucionar dos veces: social e individualmente. Por fin se está entendiendo el doble valor de los cambios: sólo se puede cambiar nuestro entorno si ese cambio va acompañado y es producido por la evolución de los individuos que componen el medio social. Si fuese la estructura social la que cambiase al individuo, ahora mismo los países ex-comunistas no estarían a la cabeza del capitalismo más salvaje y mafioso, como es el caso de Rusia y China. Más de medio siglo de práctica habría cambiado a las personas. Pero no. Las dejó durante esos decenios en  standby. Obligados los colectivos humanos no  cambian a mejor, sólo están constreñidos a repetir por obediencia unas liturgias conductuales de emergencia rutinaria que no han comprendido ni hecho suyas. Sien embargo esta percepción nueva de tejido humano solidario e inteligente colectivo se está haciendo holística, o sea, se está empezando a descubrir en todos los planos, hasta en la medicina ortomolecular. Que ha descubierto el mismo proceso en el organismo: ordenando las moléculas, se ordenan átomos y células, y así se sanan tejidos, sistemas, órganos y funciones. Hasta ahora sólo se ha pretendido curar las funciones sin comprender que sistema y componentes enfermos no pueden funcionar con salud.

Podemos, sin ir más lejos y por citar algo próximo, es un problema a resolver más que una solución. La sociedad está cambiando de conciencia a ojos vistas y logrando paso a paso unos resultados que están cambiando la mentalidad y la percepción. Unos politólogos con ideas antiguas y ya sin herramientas sociales para mantener sus ideologías en activo, han creído que este cambio social es idéntico a los cambios de la Revolución Industrial y han creído que valen las mismas soluciones de hace 150 años. Han adoptado el lenguaje, la gestualidad  y los conceptos superficiales de los movimientos ciudadanos, pero no han visto ni comprendido la magnitud de lo que quieren capitanear con el mismo estado cognitivo y resolutivo del pasado. El movimiento que ha producido Podemos, se acabará desinflando por sí mismo, porque la ciudadanía lo desborda y lo supera con creces y en la medida que "el pueblo" se descubre como ciudadanía soberana, se aleja más y más de esa estructura artificial que tanto IU como los politólogos de la Complutense han querido crear como jaula dorada en la que encerrar y cortar las alas a los mismos que pretenden "reeducar" con valores ya obsoletos e inoperantes. Eso está pasando en Grecia también. Da la impresión de que Tsipras y Syriza son  más conscientes del fenómeno que Iglesias, su equipo y Podemos-aparato. Quizás porque en Grecia la situación es bastante más dramática que en España.

¿Señales que indican lo que comentamos? Utilizar un doble lenguaje: el miedo. Producir miedo a la casta azuzando "al pueblo" contra ella y también  apremiando con miedo a los ciudadanos para que a toda urgencia voten para quitar el poder a la casta y dárselo al aparato podemista-salvador, haciéndoles creer que Podemos es "la gente" -curiosamente evitan en lo posible el término "ciudadanía"- , porque aparentemente todo se vota en asambleas populares que después no pintan nada, porque se ha organizado un aparato-bunker, -otra casta menos visible, pero casta- donde los círculos de base tampoco pintan nada, el portavoz es uno sólo, que a su vez designa a los componentes del Consejo y  ese Consejo con el Portavoz designan hasta el Comité de Derechos y Garantías. Hemos llegado a un pequeño Kremlin que sólo puede camelar a quienes no saben como funciona la organización y se enganchan al discurso mediático de las soluciones mágicas y simples, del lider carismático, del vendedor de enciclopedias, que es la demagogia que se nutre del pensamiento perezoso y la voluntad consumista de emociones primarias como miedo, indgnación y euforia, y objetos adquiribles con dinero. 
Otra señal básica: el priorizar una hipotética eficacia en las soluciones sobre la democracia en los procesos que llevan a las soluciones. Otra vez,  la urgencia por encima de la ética que, por otro lado, proclaman en unos principios escuálidos que sólo hacen hincapié en el uso del dinero y de los cargos públicos, pero que no toca para nada la necesidad de que los fines sean tan válidos éticamente como los medios que se usan para conseguirlos. Y que la democracia no consiste solo en que el poder lo tenga el pueblo como sea, sino sobre todo en que la conciencia de ese "pueblo" no sea de rebaño, sino de ciudadanía. Y que una situación de injusticia generalizada no se resuelve con golpes de mano electoralistas, sino desmontando la injusticia desde la base con presión social con participación, desobediencia civil y noviolenta, con pedagogía resistente y creativa. Con diálogo y acuerdos. Con el ejercicio personal y colectivo de libertad, derechos y deberes. 

Otra señal de ceguera. No se habla de conseguir la igualdad y una sola clase social justa y solidaria que haga posible el bien común usando la inteligencia y la presión activista inteligente, crativa y cívica, sino de "luchar entre los de arriba y los de abajo", como hace 200 años...

Es el reiesgo que ahora mismo tenemos: elegir el camino que construye, educa y libera porque sale de nuestra voluntad ciudadana de cambio, o el camino fácil y engañoso de creer que esto lo arregla una mayoría absoluta, imponiendo sus prisas y sus limitaciones ampulosas, que derivarán necesariamente en frustración y desapego político, por enésima vez.

Cofíemos en que en esta ocasión sea la lucidez ciudadana la que triunfe sobre las alucinaciones colectivas inducidas.

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