Cinco pensadores hablan ante el público en CaixaForum sobre la importancia de las ideas
En una habitación a oscuras y repleta de trastos resulta muy fácil
tropezarse. Si alguien enciende la luz, todo cambia. Ese efecto de darle
al interruptor es, para Javier Gomá, la filosofía. Gomá fue ayer uno de
los intelectuales que habló de pensamiento de una forma diferente ante
una audiencia de más de 500 personas en un acto organizado por EL PAÍS.
El director de la Fundación Juan March reivindicó una filosofía “cercana
y para todos”. Tan para todos que hubo que habilitar dos salas
auxiliares para que los asistentes pudiesen seguir la cita.
El formato era arriesgado. Sin papeles. A solas sobre el escenario. Cinco minutos para cada uno de los cinco oradores y un taburete como único punto de apoyo... o de defensa, según se mire. Un monólogo en toda regla. Adela Cortina, Amelia Valcárcel, Ángel Cappa y Ángel Gabilondo completaron el elenco que se subió al escenario de CaixaForum Madrid.
Gabilondo se centró en la palabra, por la que confesó su “amor”. “Es el medio por el que pensamos y nos comunicamos”, dijo, para añadir: “No esperar nada de alguien es no quererle”.
Cortina habló de la ética de los ciudadanos para vivir una verdadera democracia: “Si no la tenemos nosotros, tampoco la tendrán nuestros representantes”.
Cappa dedicó sus minutos al deporte: “Ahora se valora solo la victoria; jugar bien es un adorno. Más o menos como la cultura para el capitalismo”.
Valcárcel reivindicó “el derecho a poder seguir preguntando” y apuntó que la inteligencia es contagiosa porque “no es individual”. Tres veces al día se inclina en dirección a París para dar las gracias a Montesquieu por “el sistema en el que vivimos”.
Tras las intervenciones, que estarán disponibles en la web de EL PAÍS, se celebró un debate, moderado por Berna González Harbour, la directora de Babelia, el suplemento cultural de este diario.
Entre los asistentes se encontraba Bernardino, con 30 años a sus espaldas como profesor de filosofía: “Hace falta una manera de pensar más allá de conocimiento científico”. A su lado, Marta Sánchez, de 16, que este curso ha comenzado a dar sus primeras lecciones de esa materia en Bachillerato: “Es cierto que ahora te planteas más las consecuencias de tus actos”.
El coloquio se enmarca en la presentación de la Biblioteca Descubrir la Filosofía, dirigida por Manuel Cruz, catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona, que se puede adquirir con la edición dominical del periódico. El primer ejemplar, dedicado a Platón, estará en los quioscos el próximo domingo por solo 1,95 euros. El objetivo de la colección es repasar la obra de los grandes filósofos y acercarla a los lectores de forma sencilla y con ejemplos actuales.
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Es muy de agradecer que la filosofía de la mano de los filósofos salga a la palestra pública, en un momento como éste, lleno de confusión y barullo, en el que la inteligencia colectiva pugna por hacer acto de presencia y convivencia, entre el mogollón de la mediocridad y de la ramplonería sistemáticas, a que nos ha acostumbrado el poder y la inercia, o la inercia del poder, del poseer y del temer y no se vislumbra apenas la potencia y el acto del ser. Estupendas personas y espléndidos argumentos. Gracias.
El formato era arriesgado. Sin papeles. A solas sobre el escenario. Cinco minutos para cada uno de los cinco oradores y un taburete como único punto de apoyo... o de defensa, según se mire. Un monólogo en toda regla. Adela Cortina, Amelia Valcárcel, Ángel Cappa y Ángel Gabilondo completaron el elenco que se subió al escenario de CaixaForum Madrid.
Gabilondo se centró en la palabra, por la que confesó su “amor”. “Es el medio por el que pensamos y nos comunicamos”, dijo, para añadir: “No esperar nada de alguien es no quererle”.
Cortina habló de la ética de los ciudadanos para vivir una verdadera democracia: “Si no la tenemos nosotros, tampoco la tendrán nuestros representantes”.
Cappa dedicó sus minutos al deporte: “Ahora se valora solo la victoria; jugar bien es un adorno. Más o menos como la cultura para el capitalismo”.
Valcárcel reivindicó “el derecho a poder seguir preguntando” y apuntó que la inteligencia es contagiosa porque “no es individual”. Tres veces al día se inclina en dirección a París para dar las gracias a Montesquieu por “el sistema en el que vivimos”.
Tras las intervenciones, que estarán disponibles en la web de EL PAÍS, se celebró un debate, moderado por Berna González Harbour, la directora de Babelia, el suplemento cultural de este diario.
Entre los asistentes se encontraba Bernardino, con 30 años a sus espaldas como profesor de filosofía: “Hace falta una manera de pensar más allá de conocimiento científico”. A su lado, Marta Sánchez, de 16, que este curso ha comenzado a dar sus primeras lecciones de esa materia en Bachillerato: “Es cierto que ahora te planteas más las consecuencias de tus actos”.
El coloquio se enmarca en la presentación de la Biblioteca Descubrir la Filosofía, dirigida por Manuel Cruz, catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona, que se puede adquirir con la edición dominical del periódico. El primer ejemplar, dedicado a Platón, estará en los quioscos el próximo domingo por solo 1,95 euros. El objetivo de la colección es repasar la obra de los grandes filósofos y acercarla a los lectores de forma sencilla y con ejemplos actuales.
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Es muy de agradecer que la filosofía de la mano de los filósofos salga a la palestra pública, en un momento como éste, lleno de confusión y barullo, en el que la inteligencia colectiva pugna por hacer acto de presencia y convivencia, entre el mogollón de la mediocridad y de la ramplonería sistemáticas, a que nos ha acostumbrado el poder y la inercia, o la inercia del poder, del poseer y del temer y no se vislumbra apenas la potencia y el acto del ser. Estupendas personas y espléndidos argumentos. Gracias.
Sólo una objeción: Que sea un banco, el patrón de Caixa Forum, el que convoque este tipo de evento de altísimo valor. Dejar lo mejor que tenemos: la sabiduría, a expensas del poder financiero de los mercaderes de la injusticia es una contradicción en el terreno de la conciencia y de la libertad, e incluso en el de los derechos, un conjunto de valores teóricamente inalienables y jamás mercantilizables. Esto no quiere decir que el dinero "per se" sea malo ni bueno, debería ser una herramienta neutra, sin más; sin embargo hemos permitido y seguimos permitiendo que sea su uso y su acumulación, lo que marca las cosas más importantes en la vida humana haciendo constantemente posible y real ese manido, cutre y depravado "tanto tienes, tanto vales". Si puedes comprarlo todo serás el amo del mundo. Hazte importante. "Sé, fuerte, Luis", y nada se te resistirá, ahí tienes al pp, a Nicolás y sus poderes. Sin dinero abundante no hay felicidad posible, ni "justicia favorable" ni sabiduría disponible. Mira, las escuelas públicas de vanguardia pedagógica, en barracones, expuestas a la lluvia y las temperaturas tórridas o heladoras, en cambio el dinero privado tiene el poder de manejar la investigación militar, las farmacéuticas, el comercio de altos vuelos, la sanidad, las instituciones, la cultura y hasta la sabiduría. A ver si comprendes, de qué va esto, pueblucho de panpringao y con aspiraciones a ciudadanía. Toma,imbécil, esto es lo que hay. O lo tomas o lo tomas, no te queda otra. Con el mismo poder que te dejo en la calle y vendo tu casa sobrevalorada, por la tercera parte de lo que te cobré por ella y te obligo además a pagarme una hipoteca hereditaria, te regalo un programa de sabiduría para que no te aburras en tu miseria y aprendas, de paso, que quien manda, manda.
Nuestra "piel" ciudadana está ya tan insensible a los latigazos del mismo cotarro que mantenemos entre todos, que ya ni nuestros sabios reaccionan. El poder del forring office nos los ha domesticado también. Igual que nosotros, los torpes de la clase, también ellos han perdido los reflejos. Desaparecida la libertad y con la fraternidad en total tenguerengue precario, tenemos el pírrico consuelo de que al menos en este aspecto, la igualdad se mantiene. En el mismo camelo.
Qué hermoso y reconfortante sería que los sabios se unieran y organizasen por su cuenta, periódicamente, en ágoras públicas de la Universidad o de los Institutos, Casas de Cultura, etc,o aunque fuese al aire libre, actividades tan hermosas como el debate, los diálogos o los monólogos, en una interacción ciudadana, preguntas y respuestas, masa y levadura haciendo pan con la palabra y su inteligencia. Y ante las tentadoras ofertas culturales y 'benefactoras' de la "banca social" (¿!), dejarle muy claro que el dinero que se roba a los desahuciados y estafados, que lleva impreso el logo de tantos suicidios, no se puede blanquear comprando su cooperación con actos de maquillaje, de una hipocresía devastadora.
Lo sugiero por si cuela. No me gusta criticar sin aportar algo constructivo.
Es muy triste que hasta nuestros sabios sean abducidos por el sumidero del horror sin siquiera notarlo. Muy triste, sí.
Y ahora me pregunto, ¿por qué Sócrates, Platón o Aristóteles, fundamente dialogaban con los ciudadanos, en el ágora, en las casas, en los stoa pórticos o soportales de la calle, en la "academia" gratuita y abierta a todos, en una pedagogía mutua e hicieron paseando y compartiendo un trabajo investigador en la esencia humana,tan importante como el de escribir y retransmitirnos su experiencia? ¿Tal vez porque la escucha sea la base del conocimiento igual que la observación y ellos se dieron cuenta?
El pensamiento sin palabra es humo. Y la palabra que nace y muere en sí misma, sin hacerse carne en escucha y respuesta, en acto, es aún menos consistente que polvo y ceniza. Y si además, es certera y ajustada a la realidad, también es ética y creadora de nuevas realidades y de nuevos estados de conciencia. Entonces, además, es capaz de mover el mundo.
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