domingo, 1 de febrero de 2015



En la plaza

Actualizada 31/01/2015 a las 19:21    


"Hermoso, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo, sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido, llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado..."

Así comienza En la plaza, uno de los poemas más conocidos de Vicente Aleixandre. Pertenece al libro Historia del corazón (1954) y habla de las sensaciones vitales, los sentimientos y la significación intelectual de un recuerdo. Aleixandre quiso revivir su inmersión con Luis Cernuda en la gran corriente humana que llenó la Puerta del Sol en abril de 1931.

La convocatoria de Podemos en Madrid simboliza una voluntad individual y colectiva similar. Devuelve a la gente la ilusión de su protagonismo. Bajo el sol común de la plaza, se produce el hermanamiento y el reconocimiento, un hermoso olor a existencia.

Se trata de una ocasión importante para Podemos y para la democracia española. Como los ojos de Aleixandre, los míos no se quedan en los márgenes y contemplo la marcha hacia la plaza del 15-M desde varias perspectivas. El balcón, las escaleras, las esquinas, el brazo del amigo, los pies, todo está ahí. La movilización me dice:

1-. A los participantes del 15-M se les reprochó desde la soberbia del poder político que eran simple desorden, incapaces de formar un partido para intervenir en unas elecciones. La gente ha reaccionado con un impulso nuevo, participa en política, y las élites han pasado de la soberbia del todo atado y bien atado a la preocupación sobre lo que pueda suceder. Se anuncian catástrofes, se adelantan elecciones, se piensa en grandes coaliciones de mandarines, se provocan cambios generacionales, se buscan estrategias oportunas para que todo siga casi igual después de modificar algunas cosas superficiales...

2-. Podemos, como partido, completa un proceso iniciado con sus mítines en Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia. Se trata de pasar de las realidades virtuales y los platós de televisión a la calle. Del “me gusta”, el twitter y el animoso o airado comentario digital, se pasa a la voluntad ciudadana de estar, de hacerse carne y hueso, olor y presencia física: el camino de las urnas.

3.- Sí, es el protagonismo de los ciudadanos. Aunque la intención de enmascarar una condición de partido ya organizado siga siendo cuestión de pura táctica, Podemos acierta al insistir una y otra vez en el protagonismo de la gente. Con manos libres, cuando no se depende de las exigencias de las élites o de los aparatos tradicionales, es posible hacer sociología, oír a la sociedad, interpretarla, representarla. Y la gente, en España, como en el poema de Aleixandre, necesita reconocerse, redescubrirse.

La soberanía popular y la figura del ciudadano han sido borradas en estos años o convertidas en pura formalidad. La impotencia política del Parlamento, al servicio de los bancos y las grandes empresas más que de la gente, fue acompañada con la transformación de los españoles en extranjeros en su propio país. Entre la gente y los servicios públicos, la policía o las decisiones políticas, se ha levantado una valla repleta de concertinas para que las personas se corten las manos cada vez que han querido reclamar sus derechos o acercarse a una voluntad.

La emigración de los años 70 enseñó al capitalismo europeo que un obrero no nativo es mucho más útil para sus negocios: no consolida derechos, no participa de la historia nacional, no puede meterse en política o en luchas sindicales, se le usa y se le tira según convenga... Las directrices europeas y las medidas gubernamentales han intentado convertirnos a todos en emigrantes, extranjeros en nuestro propio país.

Por eso es importante reconocerse, sentirse, recuperar el cuerpo, como paso imprescindible para saber desde dónde se piensa, qué lugar se ocupa al hablar, qué mano vota.

La participación ha sido notable. Más allá de la guerra de cifras, la participación resultó un éxito porque a la gente se le ha permitido reconocerse en la plaza y eso era un paso simbólico decisivo en el proceso de Podemos. Dice el poema de Aleixandre que reconocerse significa estar dentro, pero sin perder la conciencia de uno mismo.

En las banderas republicanas, en las protestas cívicas contra la desigualdad y la injusticia social, ayer estuvo en la Puerta del Sol, junto a lo nuevo, una historia que viene de lejos. Ojalá haya suerte esta vez.

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Precioso y conmovedor este artículo, Luis. Comparto totalmente ese sentimiento. Y me siento una con toda ciudadanía en pie. No puede ser de otra forma. Pero también, sabiendo lo que hay, no puedo acallar la voz de mi conciencia  ni puedo comulgar con ruedas de molino callando. Aún me resulta más penoso, precisamente porque sé  y vivo, que lo que ayer salió a la Plaza, es lo más sano y hermoso con que contamos, igual que las marchas por la dignidad. No me cabe la menor sombra de duda.  Y lo único que deseo es que esa maravilla de cuerpo social inteligente no se deje embaucar y engañar una vez más y siga poniendo el mismo entusiasmo y afán en las manifestaciones que no convoca Podemos "aparato", que siga siendo ella la que tome la iniciativa ciudadana y nunca más sea lacaya ni sierva de ninguna sigla con fines manipuladores, por muy sacrosanta que se presente. Y que nunca más vuelva la espalda a una convocatoria de todos, como el domingo pasado ocurrió en Valencia, por encima de liderazgos y apartheid. Si es capaz de superar esa tentación de ensayo sobre la ceguera, no habrá fuerza capaz de detener la vida, la justicia y la democracia. Los derechos y la libertad. La humanidad.

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