jueves, 12 de febrero de 2015

Del forat de la vergonya a la València dels barris

El “forat de la vergonya” és com la gent d’Orriols coneix un dels tristos símbols del barri: el gran forat en un paretó, que uneix els carrers Agustí Lara i Baeza. Està a punt de complir 24 anys d’existència; just els mateixos que porta Rita Barberà com alcaldessa de la ciutat de València. Orriols és un barri potencialment magnífic, sobretot per la seua gent: oberta al món i a la multiculturalitat; però l’única cosa que fa a consciència l’equip del govern del PP és el control dels papers de les persones que tenen una aparença estrangera. Si eixe entusiasme pel control policial es posara a l’hora d’apostar per la neteja, per habilitar espais esportius, per evitar l’atur i els desnonaments, per rehabilitar les finques amb aluminosi, per dotar de serveis de qualitat el barri... Orriols lluiria tots els dies la seua millor cara.
El forat de la vergonya, en definitiva, no és sinó la València de la vergonya del PP i de Barberà, construïda des de fa massa anys. Per això hi ha gent amb inquietuds que des de fa temps mostra el camí cap a un altre barri. Fa uns dies vaig assistir amb un grup de companys de Compromís a un acte de l’associació Orriols Con-vive. Allà hi havia representants de tots els grups polítics de l'Ajuntament, i també d’altres que no hi tenen representació. I entre la barreja de colors de pell i d’accents, de maneres de vestir i de creences, em va sorprendre gratament el format d’un acte en què els primers a parlar i a reivindicar eren els propis veïns i veïnes del barri. Amb ells i elles m’identifique, perquè és amb qui hem treballat tots estos anys des de l’Ajuntament.
Eixa és una de les raons que en el passat Ple del consistori ens va empentar a Compromís a proposar una declaració conjunta de tots els grups municipals a favor de la convivència i en contra dels propagadors de l’odi. Orriols és en estos moments el barri més multicultural de València: alberga persones de diferents nacionalitats, ètnies i religions, des d’evangelistes fins a catòlics, sense oblidar l’important paper integrador que ha exercit des de fa anys el Centre Islàmic.
Hi ha molts aspectes i reivindicacions d’Orriols que es poden fer amb pocs recursos si s’aprofita la participació ciutadana. La primera: habilitar un local perquè les associacions del barri puguen dur a terme les seues activitats; entre elles Orriols Con-vive. Posar-ho en pràctica no sembla gens problemàtic: quants locals, quants baixos té l'Ajuntament en el barri morint-se de pena? Seria tant complicat cedir temporalment el solar de l’ermita i ajudar un poc a la seua dignificació? És tan difícil planificar un procés de rehabilitació de vivendes per a resoldre l’aluminosi, millorar les façanes i el interior dels pisos, sobretot energèticament? És tan complicat deixar de considerar perillosos per definició a les persones d’aparença “estrangera” i dedicar els recursos policials a fer una tasca real de policia de barri?
Orriols, igual que la majoria de barris perifèrics, necessita una atenció especial per part de l’Ajuntament que moltes vegades no és qüestió de diners, sinó fonamentalment de voluntat política. I la voluntat de l’equip del PP que governa l’Ajuntament sempre està concentrada en els problemes dels barris centrals i en els “grans (i ruïnosos) esdeveniments”. Per això hem de donar pas a la València dels barris. La que creu en la potencialitat de la seua gent.



 

Cuatro hombres agreden y queman la cabeza a un indigente en Aldaia

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La víctima, el pasado 5 de febrero, fecha en que falleció en plena calle su amigo, otro indigente. / T. BLASCO
  • La víctima se encuentra hospitalizada en estado grave y fue la última persona que auxilió al ‘sin techo’ que murió en una calle del Cabanyal

Cuatro individuos agredieron en la madrugada del lunes a un indigente en el barrio del Cabanyal y le prendieron fuego en Aldaia tras cubrirle la cabeza con una bolsa de plástico. Un conductor sorprendió a los agresores cuando golpeaban a la víctima junto a una hoguera y los ahuyentó tras deslumbrarlos con las luces largas de su vehículo y tocar el claxon varias veces. El hombre atacado, José J. C., es la última persona que auxilió el pasado 5 de febrero al ‘sin techo’ que murió sentado en una silla en una calle del Cabanyal.
Los violentos hechos fueron descubiertos sobre las cinco de la madrugada del lunes en un descampado junto al polideportivo de Aldaia. Varias patrullas de la Policía Nacional de Xirivella acudieron con urgencia al lugar señalado por el testigo. Los policías encontraron al indigente con quemaduras leves en la cabeza y dos profundos cortes en una oreja y una pierna al ser golpeado con un ladrillo. José J. C. tenía aún restos derretidos de plástico en la piel, como si le hubieran puesto una bolsa en la cabeza y luego le hubieran prendido fuego. La ropa del hombre también estaba parcialmente quemada. Los agentes reclamaron con urgencia un equipo médico del SAMU, que asistió a la víctima y la trasladó al hospital de Manises, y acordonaron el lugar para facilitar la posterior inspección de la Policía Científica.
Mientras un equipo de especialistas recogía vestigios y pruebas en el terreno, otros policías tomaban declaración a un testigo, aunque apenas pudo aportar datos del grupo de atacantes. José J. ingresó poco después en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Clínico, donde se desplazaron varios familiares tras enterarse por la policía de la cruel agresión. «Tiene una oreja colgando y huele mucho a quemado cuando te acercas», afirma un pariente de la víctima. «Si se despierta nos podrá contar quién le ha hecho eso», añade el hombre con el rostro cariacontecido.
Con este brutal ataque son ya dos los indigentes agredidos en la provincia de Valencia en lo que llevamos de año. El pasado 5 de enero, un joven de 18 años y un menor insultaron, escupieron y golpearon a una mujer que estaba durmiendo en el vestíbulo de una sucursal bancaria en Torrent. Tras varias semanas de investigaciones, la Policía Nacional detuvo a los presuntos autores de la agresión.
El ‘sin techo’ atacado en Aldaia es una persona muy conocida en el Cabanyal. «José no tiene enemigos conocidos y tampoco creo que haya tenido problemas con nadie. Es muy pacífico», sostiene Pepe, que el domingo le bajó un plato de cocido «para que comiera algo caliente». La víctima dormía bajo la estructura de un edificio que la crisis del ladrillo paralizó en la calle Pintor Ferrandis. Sus enseres permanecían ayer en el lugar, tanto la cama como su cazadora -que estaba colgada sobre el respaldo de una silla-, un táper con una ración de paella, un tenedor de plástico, una botella con agua, un hueso de jamón dentro de una bolsa y dos zapatos marrones bien colocados, pero ni rastro de un posible forcejeo.
Sólo había un indicio a tener en cuenta. José jamás se iba sin su sombrero puesto y este no estaba en la silla donde solía dejarlo mientras dormía. La policía está esperando a que mejore el estado del indigente para hablar con él y preguntarle cómo ocurrieron los violentos hechos. Todo parece indicar que el hombre fue obligado a subir a un coche, o fue engañado para que entrara en el vehículo de madrugada.
Encarna J., tía del indigente, entró ayer por la mañana en la unidad de cuidados intensivos para ver a su sobrino. Minutos después, la mujer salió con los ojos llorosos. «Pobrecito. Tiene la cabeza llena de puntos por las heridas. No se ha querido venir a casa nunca, y eso que le hemos insistido mucho, y mira lo que le han hecho», manifestó Encarna. «Todos los días nos juntamos en la plaza con él porque vivimos muy cerca», señala la mujer.
La víctima pernoctaba en el mismo lugar que falleció Julio Martínez, otro ‘sin techo’ que malvivía por las calles del Cabanyal. Como ya informó LAS PROVINCIAS, José fue la primera persona que auxilió al indigente en la madrugada del pasado 5 de febrero, una de las más gélidas de este invierno. El hombre le ayudó a levantarse tras encontrarlo moribundo en la acera y luego le prestó una manta y la silla donde murió sentado.

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