miércoles, 4 de febrero de 2015
MICHEL FOUCAULT : LA PARRESIA COMO CORAJE DE DECIR LA VERDAD
Escrito por Luis Roca Jusmet
Parresía
es la traducción de un término griego que quiere decir hablar con
sinceridad, lo que podríamos llamar el decir verídico. Quiere
decir libertad de palabra, pero hay que entenderlo también como
veracidad de la actitud. La verdad del discurso es la verdad de la vida, puesto que
tiene una forma de relación con los otros y con un mismo. Nuestra
subjetividad moral está arraigada en estas prácticas. La parresía ética se empieza a utilizar como práctica específica de
determinadas relaciones humanas, más allá del escenario del
ágora o de la corte del rey, que sería la parresía política.
La
parresía entendida como ética aparece con el helenismo.Para
los epicúreos, la amistad es muy valorada, pero hay también una relación
entre el maestro y el discípulo y uno de sus aspectos es el arte de
guiar espiritualmente a (en paralelo al arte de la medicina o al arte
de la navegación) Tanto la amistad como la maestría implican la
parresía, el ser sincero con el otro, el decirle la verdad. En los
estoicos se recalaca más esta relación maestro-discípulo que no la
amistad, como sucede en los epicúreos. En
el caso del estoicismo, la parresía
es una forma de luchar contra nuestro principal enemigo interno, que
es el amor propio o vanidad; es necesario luchar contra el autoengaño
propio y del otro. Lo que presenta en definitiva la parresía
es un juego de verdad en el que uno tiene que ser suficientemente
valiente para saber la verdad sobre sí mismo y sobre el mundo; es el
coraje de decirse y decir la verdad.
Para
los
cínicos, lo más importante es la necesidad de decir la verdad a
todo el mundo a través de una prédica crítica: es también la
manera de poner en evidencia, ante una multitud, la arbitrariedad de
las convenciones; lo hacen a través de la conducta escandalosa o de
un diálogo provocativo que ataca la vanidad del interlocutor; es un
tipo de ataque para liberar al interlocutor de su miedo, puesto que,
como dice Diógenes, si alguien trae armas es que está asustado: el
que no tiene miedo no necesita defenderse.Aparece con los cínicos una
tercera forma de parresía, que es la filosófica. No es la política, que
es una intervención directa frente a los ciudadanos o frente a un poder y
que implica un riesgo. Pero tampoco es la ética, que se da en el marco
de la relación maestro-discípulo o entre amigos y que no supone ningún
riesgo. Es una intervención pública pero no en un escenario directamente
político. Es la de los cínicos, que quiere decir problematizar las
costumbres, las creencias y plantear otro tipo de vida. Es un
contrapoder que implica un riesgo, como el político.
Hay,
dice Foucault, tres puntos importantes en el tema de la parresía
en relación con el
cuidado de uno mismo. El primero es que, el que era inicialmente una
guía de un maestro para el discípulo se va transformando cada vez
más en un deber de uno sobre sí mismo; el segundo es que el
principio de esta práctica es el conocimiento de uno mismo para una autocnostrucción ética; y el
tercero es que lo que está en juego no es el descubrimiento de las
propias profundidades psíquicas, de su secreto, sino la relación de
uno mismo con una serie de principios interiorizados.
Lo
que
luego ocurrirá con el cristianismo es que se pasará del maestro
al director de conciencia. La parresía estará al servicio del poder
pastoral. A partir de aquí la parresia no es la del
maestro respecto al alumno sino la del rebaño respecto al pastor. Es el
pecador el que debe decir la verdad, el que debe hablar. Y el
director de conciencia lo escucha para aplicarle una sanción, para
hacerle renunciar a sí mismo. La obediencia es fundamental, mientras no
se contemplaba en absoluto en las parresía griega. En el psicoanálisis
se mantendrá la
cuestión de que es el analizado el que habla, aunque evidentemente
para el psicoanálisis el que habla no es el sujeto consciente sino
el sujeto del inconsciente. Pero por supuesto que se recupera el
sentido originario de que la finalidad no es la renuncia a uno mismo
sino la afirmación de uno mismo. Afirmación que para el
psicoanálisis lacaniano será la del deseo inconsciente, la del ello
frente a las ilusiones del yo, y para el psiconanálisis no lacaniano
será la afirmación del yo.
Profundizando
en el tema Foucault vuelve a la filosofía griega clásica y con ella a
Sócrates. La parresía de Sócrates es directamente filosófica. Sócrates
dice que no intervienen directamente en la política para no jugarse la
vida. Extraña paradoja porque le acabaron matando. Pero la paradoja e
suna contradicción
aparente. Sócrates sabía que se jugaba la vida pero prefería hacerlo
diciendo la verdad por las calles de Atenas, hablando con los ciudadanos
y no en las asambleas. Porque sabía que en las asambleas no domina la
parresía sino la retórica. Habla no el que dice la verdad, sino el que
habla mejor, el que manipula más, el que seduce más.
Foucault
situará así la parresía en el marco de la democracia ateniense y lo
relacionará con la isegoría, la igualdad delante de la ley. Todos
tienen derecho a hablar, pero la democracia exige la parresía, el
hablar claro y veraz en la asamblea y frente al poderoso. Esta es la
parresía política. La que defiende Sócrates con la filosófica,
la crítica al poder entre amigos, en el ágora . También es la de
los cínicos provocando el escándalo entre los ciudadanos.
La parresía filosófica, como la política, entraña un riesgo,el riesgo de enfrentarse al poder. Es lo contrario de la retórica, donde se habla para seducir, para encantar, para adular y ser adulado.
La parresía filosófica, como la política, entraña un riesgo,el riesgo de enfrentarse al poder. Es lo contrario de la retórica, donde se habla para seducir, para encantar, para adular y ser adulado.
La
filosofía será para Foucault una manera de parresía en cuanto que
asume una función crítica. En este sentido señala la continuidad
que establece con ella Kant con su texto "¿ Qué es la
ilustración?".Se trata de pensar por uno mismo y de ser veraz,
decir lo que se piensa. Hay por tanto un compromiso claro en
Foucault. La filosofía no debe ser normativa, no debe decir lo que
se tiene que hacer, ni a la asamblea ni al gobernante. Porque si no
tuviera este compromiso político entonces sería pedagogía, que
también pretende decir la verdad pero sin riesgo al hacerlo. Pero la
función política del filósofo es siempre la de problematizar, la
de una "exterioridad reacia" a participar directamente en
el juego político. Lo cual no quiere decir que no se comprometa
políticamente como ciudadano en diferentes acciones, como hizo el
propio Foucault en este tiempo, pero no como filósofo. Aunque
evidentemente el abrir problemáticas conduce a la crítica y esta
lleva a la acción.
La
posición de Foucault frente a la democrática es, por tanto, la de
problematizarla en el sentido de que ha de ser un escenario para la
discusión veraz, no para la retórica aduladora y manipuladora. Es
decir, la democracia no únicamente como procedimiento, también como
contenido, que tiene que ver con la relación que hay entre los
ciudadanos y la verdad.
En
su
último curso Foucault diferencia la veracidad de la parresía de
otras dos formas antiguas de veracidad, la profecía y la sabiduría.
El profeta habla a través de enigmas y transmite la verdad de un Otro,
el parresista lo hace de manera clara y habla por sí mismo. El sabio
tiene en común con el parresita el que habla claro y habla por sí mismo,
pero habla poco. El silencio para ser una de las mejores maneras que
tiene para transmitrir algo. lo único que tiene el parresista es la
palabra.
Lo que nos puede enseñar esta noción de Foucault es que la democracia no es solo un procedimiento formal, que implica una determina ética. Cultura que quiere decir tener un criterio, una ética de la verdad y la capacidad de responsabilizarse por lo que uno dice, con los riesgos que implica. Que no es solo el derecho a decidir sino a hacerlo con una información, con un criterio, con una capacidad de discrepar y con el valor de no seguir la corriente que marcan los demagogos.
Lo que nos puede enseñar esta noción de Foucault es que la democracia no es solo un procedimiento formal, que implica una determina ética. Cultura que quiere decir tener un criterio, una ética de la verdad y la capacidad de responsabilizarse por lo que uno dice, con los riesgos que implica. Que no es solo el derecho a decidir sino a hacerlo con una información, con un criterio, con una capacidad de discrepar y con el valor de no seguir la corriente que marcan los demagogos.
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