lunes, 9 de febrero de 2015

La voz de Iñaki


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Paren máquinas

EL PAÍS  


Hoy coincide esta noticia en medios como Le Monde, El Confidencial, eldiario.es, Público, con el tratamiento de ninguneo y críticas durísimas a la política de Alexis Tsipras, justo en los diarios que han evitado dar la noticia sobre la publicación de la lista Falciani o la han camuflado entre los apuntes irrelevantes del momento. El reproche que se le hace al gobierno griego es que "va de víctima". 

Realmente es apabullante contemplar la desproporción de esta realidad inicua , no se sabe bien si por ceguera y estupidez o por perversidad deliberada. Sea como fuere, es una verdadera aberración perder de este modo el Norte y todos los puntos cardinales de la conciencia, de la propia humanidad cuando se trata de analizar y relacionar el sufrimiento de la mayoría del Planeta con el abuso criminal de una escuálida minoría de verdugos a sueldo de su propia ambición y de su propio egoísmo depredador. Leer y comprobar que un juez como el magistrado Andreu, quita importancia al latrocinio organizado y legalizado, porque "la justicia no se ocupa de la moral" según confirma el mismo ente juzgador y entrenado por un sistema demencial para dirimir qué es delito y qué no lo es. Está claro que la ley es una herramienta con sus fallos humanos, al fin y al cabo está pensada y hecha por hombres que son limitados y están condicionados, hacer de la ley un dogma inamovible e irrefutable nos conduce a estas barbaridades. La función de la ley es proteger al ser humano de las agresiones y de las injusticias, no para proteger a los poderosos y aplastar a los ciudadanos normales, amparándose en que la ley no es un código ético. Si no lo es está mal hecha, es evidente. La justicia sin ética es tiranía. Y la ética sin justicia no es posible. Si un juez afirma que no considera necesario ese vínculo entre ambas, es que no debería ser  juez, sino solo un pasante de notaría o un ujier de pasillo. Su catadura moral no le debería permitir tan alta responsabilidad como la de juzgar las conductas y administrar sentencias que dejan a los facinerosos millonarios hacer de su capa un sayo por todas partes. 

Es terrible comprobar como reaccione cierta prensa domesticada por esa mentalidad mercantil incapaz de discernir desde la ética, como el propio juez defensor de Botín, y se atreve a juzgar a su vez al primer ministro de Grecia porque reivindica la justicia histórica para la mayoría abusada de su país. No es victimismo, es la realidad. Muy parecida, por cierto, a la mayoría aplastada de los españoles por el mismo motivo. 

Es repugnante que el gobierno alemán, el gobierno español, la BCE y el propio CE, estén a la altura moral de la lista de facinerosos que denuncia Falciani.  Y que sea Grecia la que "se hace la víctima", afrontando el bloqueo de las amenazas de las agencias, de las bolsas, de los gobiernos lacayos y menestrales del dinero fácil e ilícito, suprimiendo desahucios, haciendo que el agua y la luz lleguen a todos los hogares, que la atención social llegue a enfermos y escuelas, a los desempleados y a los que de verdad están en las últimas, mientras una pandilla de gangsters financieros se han ido llevando durante años y años, dracma a dracma, peseta peseta, escudo a escudo, lira a lira, franco a franco, euro a euro, el patrimonio de la Europa del Sur a los bancos del Norte y sus paradisíacas sucursales mafiosas. No es sólo Grecia la víctima, somos todos los ciudadanos del Sur de Europa los que estamos siendo traicionados y hundidos sin compasión. Mientras escuchamos ya curados de todo espanto, como el viejoven malestad español se alegra una barbaridad de que los jóvenes emigren, porque eso les beneficia y les ayuda muchísimo. Recuerda les gallettes au chocolat que  Mª Antonieta de Francia sugería al pueblo hambriento como menú apropiado para la falta de pan. O como traducción eufemista del andreafabresco "que se jodan".
Ya vale de hipocresía convertida en institución y hasta en Estado. Ya es imprescindible y urgente que si quedan, además de Garzón, algunos jueces sin miedo y con dosis de conciencia disponible, la justicia y la ética se unan de una vez por todas para terminar con este thriller tan repugnante como mediocre, casposo y pringado hasta las cachas, donde siempre gana el malo que va de listo y pierde el bueno que va de tonto, cuando en realidad la declarada listeza del malo es el suicidio de la humanidad y el asesinato del Planeta, y la supuesta tontuna victimista del bueno es la única inteligencia capaz de construir el mundo que necesitamos para que la vida siga adelante. 
Al revés te lo digo para que entiendas. Qué cansancio, qué aburrimiento, qué basura. Y qué asco, XD!

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