La Manada, de gira
Si ya su puesta en libertad provisional fue muy discutible, organizarles una gira promocional sería el colmo de la insensatez. Porque su mercancía argumental es veneno: venden como normal lo que no puede serlo
Al parecer, alguna televisión gestiona la presencia en antena de uno o varios miembros de ‘La Manada’ y si se abre la competencia entre canales podemos tener un serial muy completo, pues son 5. Si ya su puesta en libertad provisional fue muy discutible, pues hay 200 reclusos en su misma situación que no tuvieron ese beneficio, organizarles una gira promocional sería el colmo de la insensatez. Porque su mercancía argumental es veneno: venden como normal lo que no puede serlo.
Por lo que se probó en el juicio los cinco condenados no tienen conciencia de haber hecho nada malo, no se arrepienten de nada porque para ellos lo que pasó fue normal. Y eso nos permite penetrar en su cerebro enfermo y descubrir qué es para ellos la normalidad, qué es para ellos una mujer, y qué es para ellos el sexo. Si todo fue una fiesta sexual consentida en “ambiente de jolgorio y regocijo”, como escribió en su voto particular el inaudito magistrado Ricardo González, por qué al finalizar tan alegre francachela no se fueron todos juntos, tan amigos, a tomar un cafecito, o se despidieron con un par de besos intercambiándose direcciones. ¿Qué fin de fiesta compartida es esa que acaba con el robo del móvil y con la chica abandonada llorando en un banco? Sólo a quienes piensan que una mujer es simplemente un objeto, un recipiente, un pelele, pueden considerar normal ese desenlace de la fiesta. Usar y tirar en cualquier sitio, como hacen con los desperdicios de la comida o las botellas vacías.
Esa mentalidad, la que considera normal lo ocurrido, es la que demuestra que tenemos un problema muy serio en la sociedad, y esa mentalidad no puede ser aireada, no se le puede poner altavoces. Sería como distribuir droga dura gratuitamente a gran escala ante nuestros propios ojos. Confiemos en que el buen juicio se imponga y no hagamos el disparate de bañar en oro y en popularidad a unos jóvenes bárbaros, ejemplo perfecto de lo que estamos intentando esforzadamente erradicar.
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