ENTREVISTACarmen Montón
"Vamos a dejar claro que la homeopatía no tiene evidencia científica, que no es ciencia y que no cura"
Adolf Beltran /Raquel Ejerique eldiario.es ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
El brote dogmático de la "verdadera medicina" a la ejpañola cada vez recuerda más la costra católica que persiguió en el siglo XVII a Galileo hasta el borde de la hoguera para convencerlo 'científicamente' de que era el sol el que giraba alrededor de la Tierra, faltaría más que nuestra estrella sistémica no obedeciese como todo científico de ley y orden en los mandatos de la Biblia y no al revés, como aseguraba aquel hereje descarado y marisabidillo de Gallilei. O el otro brote heterodoxo hasta las trancas en la misma tesitura que a finales del XIX la tomó con Darwin por su puñetera manía con lo del hombre y el mono, que fue a lo que la iglesia montónica del momento, redujo los estudios sobre la evolución de las especies.
Pues así mismamente nos ha salido la ministra del montoné a mogollón. Una médico que nunca lo ha sido fuera de la orla colgada en la pared. Igual de astrofísica y antropóloga, en la práctica, que los papas condenadores de científicos de verdad, de los que experimentan, comprueban, se quivocan, rectifican y van aprendiendo sobre la marcha qué es la ciencia; qué casualidad más tonta que nunca lo hagan desde los despachos y las referencias de cualquier fuente acreditada por laboratorios y buissines sanitarios de toda confianza y garantía.
El primer síntoma de ignorancia acerca de la homeopatía de Montón y de su arrogante irresponsabilidad ante una considerable parte de la ciudadanía (si no fuese así no se preocuparían tanto por algo tan irrelevante como una "pseudociencia" inofensiva), es precisamente su cerrazón en desechar lo que no conoce nada más que de referencias superficiales.
Para arrogarse la potestad de acabar con la homeopatía, primero tendría que convocar a los médicos y farmacéuticos que la fabrican y avalan como sistema científico pero en otra modalidad igualmente científica, y también entrevistarse con pacientes curados por ese sistema alternativo y tan válido como el halopático, pero con la ventaja de no resultar tan agresivo y peligroso en efectos secundarios y secuelas como el que su excelentísima ministralidad defiende a capa y espada, sin tener casuística ad hoc ni experiencia sobre ello. La prueba de su desconocimiento es su propio rechazo del que no aporta razones concretas ni sobre todo, casuística ni a favor ni en contra. Es como decir que alguien te cae mal sólo porque no te gusta su indumentaria o la colonia que usa.
Lo cierto es que una persona tan arrogante y poco humilde en su actitud como tan poco precisa en sus afirmaciones sobre un tema que afecta y convence a muchos ususarios y pacientes, médicos y boticarios, no es sabia ni demuestra respeto ni empatía, ni capacidad para la escucha, ni siquiera curiosidad científica para poder conocer a fondo y con detalle un tema que desprecia y ningunea, obviamente su actitud de prepotencia a priori la delata. Y tal actitud ya es en sí misma anticientífica.
Tratar de eliminar la homeopatía con esa inquina no es propio de la ciencia, sino de la cerrazón o del negocio puro y duro, del afán de imponer lo que da ganancias sobre una humilde fuente de sanación al alcance de cualquier bolsillo. ¿Se ha molestado la ministra Montón en preguntar a médicos, farmacéuticos y pacientes implicados cómo es posible curar infecciones que no responden al tratamiento habitual con antibióticos y anti-inflamatorios o simplemente que no pueden ser tratadas con ellos porque producen choques anafilácticos mortales?
Pues esos casos intratables desde la halopatía se pueden curar con homeopatía, doña ministra. Y de hecho se curan. Por suerte, en mi entorno llevamos comprobando en directo, años y años, y a todas la edades, esa eficacia, con suficiente casuística y frecuencia como para estar convencidos de lo que nos beneficia y de lo que no. Y no somos idiotas ni anafabetos ni dogmáticos a priori ni a posteriori. Hablamos de lo que se ha experimentado en primera persona y amigos, familiares, conocidos y referencias abundantes menos próximas. No como usted y sus compinches que sólo tocan el tema, por lo visto, sólo desde lo escuchado y leído. De oídas y de lejos. Comprobación in situ cero pelotero. Es evidente, porque la homeopatía da señales comprobables en lo físico, en lo químico y en lo anímico y psicológico. Pero no son señales agresivas sino curativas y liberadoras que desinflaman, descongestionan y despejan, como por ejemplo una acentuación aparente de síntomas tras la primera toma, lo similar cura lo similar, con el atenuante de que no se trata de una curación homeopática sino homeológica. No por hacer sufrir (pathos) sino por igualdad de elementos (homos). El poder dinámico de las diluciones tiene la facultad de estimular la energía atómica y celular de los tejidos que reaccionan sin virulencia, como son tratados, las partículas y moléculas del agua están vivas y son sensibles al impulso de la fuerza vital que va implícita en la misma biología. Claro que para comprederlo hay que experimentarlo.
Nadie ha visto jamás un agujero negro, y todos están convencidos de que existen. Al final de su vida Stephen Howking dijo que había llegado a la conclusión de que esos agujeros que había descubierto no existían. ¿Y ahora qué? ¿Ha sido la ciencia engañada o simplemente es una teoría que se ha tomado como dogma de fe siendo un solo un cálculo teórico de lejos? Si se cree cualquier cosa que diga un físico importante, que no se puede demostrar más hallá de cálculos teóricos ¿Que pasa para que esa ciencia médica de masters del universo dé por falsa una ciencia que sí produce resultados que se pueden comprobar siempre que se tomen en serio, claro, y se tenga la honestidad de estudiar el organismo en cuestión curante el proceso y no desechar los conocimientos que uno no posee porque le vienen grandes?
¿Piensa usted, ministra, que a las personas afectadas para bien por ese modo de aplicar la ciencia médica les van a afectar sus sermones al respecto, y van a dar por ignorado lo vivido y experimentado en sus organismos, y se van a quedar cruzadas de brazos en una democracia que pisotea derechos sanitarios si se llega a no permitir elegir el tipo de tratamiento que sus propios médicos les aconsejan y tener que aceptar por la fuerza la imposición de una panda de milenials con bata blanca, cuando se están curando con homeopatía desde antes que nacieran los Herodes de lo diverso? ¿Piensa usted, Doña Montón, en colocarse a la altura del pp madrileño con el caso del Doctor Montes, imponiendo dogmas sobre conciencias y marginando lo que no cuadra con la dictadura de la norma arbitraria a la moda del "momento científico" impuesta por el imperio de la pasta aliado con el de los pavos y pavas reales titulados por universidades en subasta de masters como acaba de demostrase hace cuatro días? Sobre todo cuando los científicos que nos han tratado nos explican al recetarnos los específicos con una lógica aplastante y unos informes clarísimos, el proceso que nos cura, cosa que los médicos titulados en serie desde que se implantó el atraco en masa a la ciencia con la chapuza del jodido plan Bolonia a la española, nunca hacen porque en realidad no saben cómo actúa en el organismo la pócima puntual de Sandoz, de Merks, de Novartis o de Bayer que te están recetando los médicos del remiendo tecnológico como lo haría Siri, la robot.
No es superstición ni analfabetismo científico, es otra forma de aplicar la química y la física. Como les pasó a Tesla o al mismo Einstein. Tener una visión más amplia de los mismos horizontes, demostradamente eficaces y sin riesgos de intoxicación no es un peligro para nadie, sino una liberación, es algo parecido a la diferencia entre fusión y fisión nuclear. Las dos formas de manejar los átomos producen energía, pero una mata y contamina el planeta durante centurias con sus residuos tóxicos y la otra no.
Dejennos en paz elegir cómo queremos curarnos, que para eso pagamos impuestos y la homeopatía de nuestro bolsillo -no como en la Europa civilizada- , que los médicos no son veterinarios, las personas no somos ganado ni los centros de salud deben ser mataderos ni fabricantes de enfermedades residuales e incurables. No se metan ustedes, políticos, donde no hay ningún interés por invitarles: en la conciencia de los individuos ni en la conciencia colectiva. Respetennos al menos. Limítense a atender las peticiones de la ciudadanía, a informar y a servirla, pero no piensen en lugar de ella ni intenten domesticarla telidirigiéndola que por eso no levanta cabeza, convertida en una masa de cobayas acojonados por la medicina matasanos y baldaenfermos, que da diagnósticos como sentencias de muerte y cadena perpetua si la muerte se retrasa; cómprense un corral con gallinero y así practiquen sus conocimientos curativos, pero quiten sus manazas de charcuteros especuladores de nuestra anatomía y de nuestra fisiología mientras no se les requieran sus servicios puntuales y no sea posible fiarse de un sistema terminator por antonomasia. Y lo mismo vale para la prensa felpudo con el poderío favorecedor y crítica solo con lo que no le sale rentable, tantas veces bedela de los negocios y de los intereses más espurios.
Esperemos por el bien de todas y de todos, que esta soberbia cerril e incomprensible de una parte de la clase médica española, que ahora se acaba de instalar en el Consejo de Ministros, se termine por civilizar, y para eso estaría muy bien que salieran ustedes a darse una vuelta por la medicina alternativa europea, que viesen el nivel ético de sus compañeros médicos y médicas, allende los Pirineos y que por una vez, al menos, este corral de vacas tan entrañable dejase de ser tan cenutriamente different, y que de paso echasen un vistazo a lo que dice la OMS sobre la homeopatía. Eso, para informarse. Pero sobre todo, para que ,usted en concreto, Doña Montón, logre hacerse una idea real de lo que tiene entre manos, y no como simple pasante de medicina, titulada en teorías hasta ahora, pero sin datos profesionales en directo de estudio sobre el tema, que hiciese un hueco en su precioso tiempo y concertase una estrevista, por ejemplo, con el Doctor Verdú, tan valenciano como usted o con el equipo de las farmacias Rivera o Ruzafa, y que le expliquen entre todos y todas por qué son respectivamente el primer médico de la terreta objetor de conciencia en la Seguridad Social -por negarse a funcionar desde hace años, como en una granja-, y las mejores farmacias activas, comprometidas, y no solo supermercados del ¡ayayay,! de Valencia. A lo mejor entre todos la espabilan un poco, y le dan algunas pistas acerca de la deontología y esas cosas.
Quizás con las prisas por ser socialista en activo desde la adolescencia va a ser que se le olvidó por el camino lo del juramento hipocrático, sí de Hipócrates, aquel mindundi griego cuyo lema era gnozi seautón, -conócete a ti mismo lo primero y luego ya lo demás se irá viendo-, que daba consejos tan tontos y homeopáticos como éste: Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento. Hay que ver lo carca y simplón que se puede llegar a ser cuando se es tan antiguo, ¿verdad, Carmencín, bonica? Ya ves tú qué sabría de medicina un carcamal semejante que ni tenía Iphon, ni guasap, ni cuentas en las redes, ni ordenador que ya es el colmo...si ni siquiera sabía lo que era una resonancia magnética ni un TAC, qué nivel...xd! Igualito que la médica que me atendió en el hospital universitario (¿!) de Albacete y no atinaba a interpretar la radiografía de una rotura de pie y se la tuvo que explicar la enfermera de guardia que le doblaba la edad y le tripicaba el saber ("mira, doctora, esto es el tobillo, por una cara y la otra, los maleolos se llaman, esto es un metatarsiano, el quinto..." Toma master, grado y cero a la izquierda, corazón. Ojalá hubiese estado allí el doctor homeólogo que me trata cuando es preciso, -gracias al universo pensante, casi nunca, porque otra cosa buena de la homeología es que como te cura de verdad y bien por dentro, la enfermedad se convierte en un episodio cada vez menos frecuente). Me imagino a aquella criatura albaceteña enredada entre tibias y peronés, de ministra venida a más explicando las bases científicas de la inmortalidad del cangrejo de río y sus contraindicaciones en el Congreso de los Diputados. No sé por qué...qué cosas se me ocurren...En ocasiones veo entuertos, como el niño del Sexto Sentido, pero en versión cervantina, claro, siendo manchega es natural.
PD, la verdad, que si yo fuese periodista de galería y esas cosas, me empezaría a preocupar la solvencia creíble de estas infos, con aportes tan peculiares de la guapi-ciencia enredados en wikipolítica con tanto fundamento como frivolidad chichirivaina. Entre el sutil prociudadanos y la contundente antihomepatía, ya veremos qué pasa en el quitaypongo del combo con tanta barbijaputa suelta por ahí dando el cante jondo. O al ritmo de El Postiguet, por aquello de la raíces profundas del territori. Ains!
Con Galileo rematamos el tema en el ámbito clínico de la sufrida disciplina de los pobres y sencillos: Malgrado la Dottoresa...l'omeología ce la fa benissimo...
Eppur ci guarisce!
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