Inmersión en la realidad
La eutanasia y los permisos de paternidad. Dos asuntos de dimensión, magnitud y profundidad completamente diferentes, que sería un escándalo de frivolidad equiparar, pero que tienen un denominador común evidente: la dignidad
Y, de pronto, la política puso rumbo a los seres humanos. Con dos iniciativas conectadas de forma directísima con la realidad, con dos aspectos tan extremos de la misma como la vida y la muerte: la eutanasia y los permisos de paternidad. Dos asuntos de dimensión, magnitud y profundidad completamente diferentes, que sería un escándalo de frivolidad equiparar, pero que tienen un denominador común evidente: la dignidad.
Por dignidad es preciso regular, de una vez por todas, la eutanasia. Para empezar, despenalizándola. Y luego, detallando con la mayor precisión las condiciones y requisitos para su aplicación, que en la proposición de ley del PSOE, apoyada por todos menos el PP, se plantea con la máxima escrupulosidad garantista, como es natural. Son muy respetables los reparos morales que se ponen, pero a veces emboscan fantasmagorías y turbulencias que no son de recibo. Estamos hablando de un problema cuyo dramatismo es conocido y padecido por miles de familias españolas de todas las ideologías, con las cuales no cabe ni el tremendismo ni la demagogia. Esperemos que su tramitación parlamentaria se desarrolle con la sensatez que el tema merece.
Asimismo, debe saludarse la propuesta de Podemos de legislar los permisos de paternidad para padres y madres iguales e intransferibles. Si sale adelante esta propuesta, como espero, será un paso gigante para avanzar hacia una conciliación verdadera y, por tanto, hacia una sociedad más justa. Otro asunto de dignidad.
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