Una propuesta suicida
Los partidos nacionalistas vascos y catalanes tienen en el Congreso los escaños que les corresponden, ni más ni menos.
Esos escaños son esenciales para que el Congreso sea una fotografía y no una caricatura de la sociedad española
Esos escaños son esenciales para que el Congreso sea una fotografía y no una caricatura de la sociedad española
España es como es y el
nacionalismo catalán y vasco forman parte de ella. Es posible o, mejor
dicho, probable o incluso seguro que hay nacionalistas vascos y
catalanes a los que no les gusta que sea así. Pero lo es, porque quienes
somos españoles no depende de nuestra voluntad, excepto si decidimos
nacionalizarnos como ciudadanos de otro Estado. Españoles por voluntad
propia solamente lo son los extranjeros que deciden nacionalizarse. Los
demás lo somos independientemente de nuestra voluntad. Y por lo tanto,
los nacionalistas catalanes y vascos son ciudadanos españoles. Forman
parte del “pueblo español” en el que reside la “soberanía nacional”,
como dice el art. 1.2 de la Constitución. En la Constitución no hay nada
más que UN PUEBLO, el pueblo español. No hay un pueblo andaluz, ni
vasco o catalán. Hay un pueblo español del que formamos parte todos,
independientemente de nuestro lugar de nacimiento o residencia. Esto es
algo que, dicho sea de paso, debió tener en cuenta el Rey Felipe VI en
su discurso televisado del 3 de octubre de 2017. Se habría ahorrado y
nos habría ahorrado a todos espectáculos perfectamente evitables.
El nacionalismo catalán y vasco políticamente forman parte de la
Constitución material de España y tienen que estar representados, en
consecuencia, en el órgano constitucional portador de la soberanía
nacional/popular. Y tienen que estarlo en condiciones de igualdad con
los demás españoles. Y así es como lo están. Las provincias catalanas y
vascas no están sobrerrepresentadas en comparación con las de las demás
Comunidades Autónomas. Y los partidos nacionalistas catalanes y vascos
no están sobrerrepresentados en comparación con los demás partidos. El
sistema electoral español es NEUTRO para los partidos nacionalistas.
Favorece a PP y PSOE y desfavorece o directamente penaliza a los demás
partidos de ámbito estatal.
Dicho de otra manera: los partidos nacionalistas vascos y
catalanes tienen en el Congreso de los Diputados los escaños que les
corresponden. Ni más ni menos. Y esos escaños son esenciales para que el
Congreso de los Diputados sea una fotografía y no una caricatura de la
sociedad española. Sin la presencia del nacionalismo catalán y vasco el
Congreso de los Diputados sería un órgano constitucional deforme,
mutilado. El sistema político español no podría calificarse de
democrático.
Esta es la razón por la que resulta
disparatado el contenido del tuit que hizo público ayer Andrés Rivera:
“Necesitamos una ley electoral que fije el umbral del 3% del voto
nacional para que un partido tenga representación en el Congreso; se
debe proteger el interés general”.
Está claro que con
esa propuesta los partidos nacionalistas pasarían a ser partidos
extraparlamentarios. Serían mayoritarios en sus Comunidades Autónomas e
inexistentes en el Estado. ¿Hay alguien que de verdad piensa que una
sociedad puede autodirigirse políticamente, que es en lo que consiste la
democracia, mutilándose de esta manera? Si los excluimos de la
representación en el Parlamento del Estado, ¿cómo argumentamos que no
tienen derecho a ser independientes? El argumento más sólido frente al
nacionalismo independentista es que todos somos titulares de derechos en
condiciones de igualdad, que ellos no están privados del ejercicio de
ningún derecho y que no pueden justificar su voluntad de independencia
en tal privación.
Con la reforma de la ley electoral
que propone el líder de Ciudadanos se les regala este argumento. Si el
voto nacionalista es un voto estéril porque demográficamente es
imposible que llegue al 3% del voto nacional, se les está privando del
ejercicio del derecho de sufragio, que es el derecho constitutivo de la
ciudadanía, que, justamente por eso, está reservado a los “españoles”
(art. 23 en relación con el 13.2 de la Constitución). Políticamente se
los está convirtiendo en extranjeros, que pueden ejercer los derechos
fundamentales, como lo puede hacer los extranjeros, pero no el de
sufragio en las elecciones generales, que solo lo pueden ejercer los
españoles. ¿Cabe mayor disparate?
La complejidad de
la sociedad española es la que es y tiene que autogobernarse sin
mutilación de ningún tipo. Me temo que la moción de censura y la
formación de Gobierno por Pedro Sánchez ha trastornado a Ciudadanos
mucho más de lo que cabía esperar. Con propuestas disparatadas como la
que estoy comentando, únicamente puede llegar a quienes están en la muy,
pero que muy extrema derecha. Sería negativo para todos, pero para
ellos más que para los demás.
El suicidio es libre.
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