Carta de Palestina
Este hombre es mi padre. Se llama Salman y es palestino y, por ello, refugiado.
Nació en el año 1950 en el campamento de refugiados de Tulkarem, en
Cisjordania, dos años después de la creación del estado de Israel, lo
que provocó que toda mi familia inmediatamente adquiriera el estatus de
refugiados y fueran desposeídos de sus casas y tierras.
Mi padre nació en una de las tiendas de campaña de ese
campamento, recibió ayuda humanitaria y tuvo una infancia y una
adolescencia verdaderamente duras. El hecho de ser refugiado no
consiste solo en tener que huir. Conlleva también el no ver satisfechos
muchísimos derechos humanos fundamentales, vivir en una pobreza extrema
y sobre todo, consecuencias psicológicas irreparables.
El agujero que te deja en el corazón y en la cabeza ser un ciudadano de tercera, sin patria;
ser humillado y sometido por otro país ante la mirada impasible del
resto de países es algo difícil de describir, pero trae una desolación
extrema.
Es bonito que se conmemore hoy el Día Internacional del Refugiado,
pero lo que de verdad se necesita es visibilidad y ayuda. UNRWA ofreció
educación y comida a mi padre cuando era pequeño, él tuvo suerte y con
18 años pudo venirse España y empezar a construir un futuro. Pero
en Palestina y cruzando el Mediterráneo y en decenas de lugares del
mundo, hay millones de personas que siguen refugiadas o buscando
refugio, en unas condiciones penosas, pasando miedo, hambre y un
sufrimiento inmenso. Por eso tu apoyo es fundamental. GRACIAS, sol, por estar junto a la población refugiada de Palestina.
Abrazos,
Marwan, cantautor y poeta.
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