jueves, 14 de junio de 2018

LA FIRMA

Miércoles negro en el Ministerio

Màxim Huerta dimitió, Julen Lopetegui fue destituido. El ministro más breve de la democracia comprendió que era imposible seguir, aunque lo hizo lanzando acusaciones que no venían a cuento


Para el Ministerio de Cultura y Deportes fue un miércoles negro. Como diría Astérix: “El cielo cayó sobre su cabeza”. Màxim Huerta dimitió, Julen Lopetegui fue destituido. El ministro más breve de la democracia comprendió que era imposible seguir, aunque lo hizo lanzando acusaciones que no venían a cuento. Sánchez hubiera debido cesarle en el primer momento, y de haberlo hecho el capítulo se hubiera cerrado de forma más ejemplar aún, enviando un mensaje muy potente a la sociedad.
 
El caso necesitaba muy pocas explicaciones técnicas porque, en efecto, un gran número de profesionales conoció una situación parecida cuando Hacienda decidió no aceptar la fórmula de uso de sociedades, más bien instrumentales, que venía siendo tolerada o que parecía estar siendo tolerada. Muchos de esos profesionales, atrapados por este viraje, acordaron sus deudas y pagaron. Màxim Huerta fue a juicio y perdió. Y con dos sentencias condenatorias por fraude fiscal no podía seguir siendo ministro, y menos de un gobierno que había llegado al poder como consecuencia de una sentencia contra el Partido Popular y que con la moción de censura había colocado muy alto su nivel de exigencia. Las razones políticas por el cese del ministro eran tan evidentes que cuesta entender la postura inicial de Sánchez de mantenerle en su puesto. Menos mal que se reaccionó y, a pesar de la primera vacilación, la crisis se resolvió a velocidad Europea, casi a velocidad escandina El mismo día, en el otro departamento de la cartera, en Deportes, en la víspera del Mundial de Fútbol, un ridículo esperpento acababa con la destitución de Lopetegui. Hay mucho que decir, y mucho se está diciendo en los territorios especializados. A mí también se me ocurren bastantes cosas, pero les voy a dejar solo una: Gerard Piqué, el denostado, nunca le perdió el respeto a la Selección; el Real Madrid, grande de España, se lo perdió por completo.

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