lunes, 18 de junio de 2018

A lo mejor es que ya nos va naciendo la conciencia. Después de haber tenido a los RsCs y al expolio de las Américas como 'renacimiento', a los genocidas como caudillos libertadores, a los papanatas sopaboba fashion entronizados, a los caciques como padres de la patria, la patente de la religión como barbacoa, a los sabios, artistas, pensadores incómodos y científicos exiliados, los poetas resistentes condenados al paredón, a la cuneta o a cadena perpetua, a los twitteros y raperos en chirona con los políticos disidentes, la peña amordazada voluntariamente y hasta contenta por tanta estabilidad mortuoria, las guerras civiles, golpes de estado y enjuaguismo como Ilustración enciclopedista unidos en piña a la charcutería legisladora como patria y bandera entre Toquemadas, Curros Jiménez, 'aporellos oé', Primos, Riveras y Martas Sánchez... ya iba siendo hora de que la moral pública diese alguna señal, ¿no?; y como Spain is tan different,da todas las señales de sopetón. Ha debido ser el schok de la moción de censura y su efecto butterfly...Y la falta de costumbre, claro. O todo o nada. Ya que nos ponemos, por nosotros que no quede. Cuando se trata de superar lo que sea y a quien sea, y ser la vanguardia de lo que haga falta, ahí estamos,no nos para nadie. Pues menudas somos nosotros. We ar the milk!, Almudena, carinyet






La columna de Almudena Grandes

Moral pública

Huerta ha demostrado que no es necesario asumir culpas para dimitir, Rubiales no ha tenido en cuenta ni el éxito ni el fracaso al cesar a Lopetegui





Madrid

Todo pasó a la vez. El yerno de Juan Carlos I recibió una orden de ingreso en prisión y ni siquiera con eso acaparó los titulares. El fraude fiscal de un ministro de Cultura con una semana escasa en el cargo competía por las portadas con el despido del seleccionador nacional de fútbol a dos días de su estreno en el Mundial. La equiparación puede parecer frívola, pero da la casualidad de que la Roja es el único elemento de cohesión que ha probado su eficacia en un país con graves problemas de identidad. De ahí la importancia de una crisis que, por otra parte, está íntimamente ligada a las otras dos.
España ha sido durante demasiado tiempo el país donde nunca pasaba nada. Durante demasiados años, el bien público ha estado a la merced de la prepotencia, la avaricia y el egoísmo de los poderosos. Así, Urdangarin insiste en que no fue consciente de cometer delito alguno. Así, el Real Madrid publicó que había fichado a Lopetegui para evitar que, si la Roja hace un mal campeonato, pareciera un perdedor. Así, Màxim Huerta pagó sus deudas con Hacienda y no se le ocurrió advertirlo antes de aceptar un ministerio. Al fin y al cabo, España era el país donde nunca pasaba nada pero, mira por dónde, hace cuarenta y ocho horas dejó de serlo. Todo lo que nos abochornaba el miércoles, debe ser hoy un motivo de celebración. Huerta ha demostrado que no es necesario asumir culpas para dimitir, Rubiales no ha tenido en cuenta ni el éxito ni el fracaso al cesar a Lopetegui. Esta semana hemos asistido al nacimiento de una nueva moral pública en España. Ya era hora.

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