jueves, 3 de agosto de 2017

"El resultado en Venezuela es inapelable, la oposición ha perdido la batalla"

Vicent Garcés, en el centro, el domingo 30 de julio, en un colegio electoral de Venezuela, invitado como observador internacional.
Vicent Garcés, en el centro, el domingo 30 de julio, en un colegio electoral de Venezuela
Acaba de volver de Venezuela, donde ha formado parte del grupo de una treintena de "acompañantes internacionales" invitados por el Consejo Nacional Electoral durante la polémica elección de una Asamblea Nacional Constituyente.
Vicent Garcés (Llíria, 1946) es un político del PSOE, dirigente de la corriente Izquierda Socialista, que ha sido concejal en Valencia, diputado en las Corts Valencianes y europarlamentario. En su juventud, vivió en Chile el golpe de Estado de Pinochet que en 1973 acabó con el gobierno de Salvador Allende. Actualmente preside la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo.
¿Por qué le han invitado a hacer de observador en la votación?
Nos invitó el Consejo Nacional Electoral, que es como la Junta Electoral en España aunque con competencias que lo convierten en un poder más del Estado. Fuimos en calidad de acompañantes internacionales. Invitan a quienes consideran oportuno. Tras nuestra presencia, hemos hecho un informe. Cuando era parlamentario europeo ya me habían invitado en alguna ocasión.
Dice la empresa Starmatic, que gestiona los procesos electorales en Venzuela, que se ha manipulado el resultado, que se ha hinchado en más de un millón de votos. En cambio, ustedes hablan de la "pulcritud" del proceso...
Ha habido una absoluta pulcritud. Hay que poner todas esas noticias en sordina. Unas son reales, otras no, no se pueden verificar. Ya ha ocurrido en otras ocasiones. La oposición dijo que el proceso electoral era fraudulento, pero cuando los resultados la favorecieron hace dos años no dudaron en aceptarlos.
Es el consejero delegado de la empresa que ha gestionado el recuento quien lo dice...
Mientras no haya pruebas.. Ha habido 21 procesos electorales en Venezuela y en ninguno se han podido aportar pruebas verificables de fraude.
¿Qué sensación se trae de su viaje?
Hay una gran polarización social y política dentro del país que se ha exacerbado en los últimos tiempos, desde que la oposición tiene la mayoría en la Asamblea Legislativa y ha estado utilizándola como ariete contra el presidente Maduro. El país está muy radicalizado. Las fuerzas del gobierno están un poco a la defensiva frente a la radicalización violenta de la derecha, de la oligarquía, a la que Estados Unidos da cobertura. El objetivo de la CIA y de Trump era no llegar a la votación del día 30. Se han utilizado muchas formas de violencia dentro del país. Una violencia que era desconocida, con enfrentamientos e incluso atentados terroristas.
¿Le han parecido una elecciones normales?
El día de la votación pasamos por muchos colegios electorales en las zonas populares de Caracas y todo el personal votaba con tranquilidad. En cambio, en las zonas donde vive la derecha, la burguesía y la gente más rica, habían bloqueado muchas avenidas y se habían producido atentados contra sedes electorales. El Consejo Nacional Electoral trasladó algunos colegios a un estadio para que la gente pudiese ir a votar. El resultado es inapelable. Son ocho millones de personas. Una participación del 42%, pese a que la oposición no acudió a votar, es mucho.
Es difícil entender desde fuera la disputa por la legitimidad entre un Parlamento surgido de unas elecciones y una Asamblea Constituyente surgida de otras. ¿Lo puede explicar?
La primera batalla que ha perdido la oposición es que la votación se ha hecho. La Asamblea Nacional Constituyente ya es electa. Queda en sus manos la elaboración de la Constitución. En condiciones normales, deberían convivir el poder ejecutivo del presidente, la Asamblea Legislativa y la Constituyente. El Tribunal Supremo ha venido retirando atribuciones que indebidamente se intentaba arrogar la Asamblea Legislativa. A partir de ahora habrá un conflicto porque el Parlameto no reconoce a la Asamblea Nacional Constituyente. Habrá que ver cómo se resuelve.
¿No habría sido conveniente evitar que se acrecentara el conflicto?
El conflicto existe porque hay una insurrección de la oligarquía. Lleva 18 años fuera del poder y ha perdido muchos privilegios. Quiere recuperar poder por la vía que sea.
¿Es razonable reformar una Constitución sin un mínimo consenso, sin que participe la oposición?
La oposición podía haberse presentado, decía que tenía la mayoría electoral, y no lo ha hecho.
Pero se ha criticado que el proceso estaba organizado de manera que beneficiaba claramente a los partidarios del gobierno...
No es cierto, eso forma parte de la campaña de desinformación. El problema es político. La oposición no lo ha aceptado.
Usted ha luchado siempre contra la existencia de presos políticos. ¿Qué le parece lo que ocurre con los presos políticos en Venzuela?
Los denomina así la prensa internacional. Lo que dice el sistema judicial venezolano es que los detenidos, aún pendientes de juicio, no lo son por cuestiones políticas sino por haber llamado a la insurrección y haber ordenado ataques violentos. Si al final se les puede considerar presos políticos está por ver.
Pero no son lo únicos responsables de la violencia.
Entre los muertos que se han producido hay de todo, desde el que ha ha sufrido un ataque al corazón al que ha sido quemado o ha sido alcanzado por un cartucho de gases lacrimógenos. Atribuir la responsabilidad al gobierno es una opinión que hay que filtrar. La realidad es que en todos los barrios populares había tranquilidad, mientras en los barrios ricos no se podía votar.
¿Qué posibilidades existen de solucionar el conflicto?
Sería posible si la oposición se sentara a hablar en serio y quisiera llegar a acuerdos. Pero no quiere. Cuando ganó las elecciones dio un plazo de seis meses a Maduro para que se fuera. Como no se fue, dio otros seis meses para convocar un referéndum revocatorio para el que no reunió suficientes firmas. El presidente propuso la vía de la Asamblea Constituyente para salir del conflicto, pero la oposición tampoco la ha aceptado. Está intentado un golpe de estado. No lo ha dado porque no ha encontrado el apoyo de fuerzas militares para darlo. Promueve que se aísle internacionalmente a Venezuela, com ocurrió con Cuba.
Está usted en desacuerdo con otro miembro de su partido, el expresidente Felipe González, que sostiene posiciones muy distintas...
Discrepo absolutamente de Felipe González. Ha ido escorándose hasta barajar hace pocos días incluso una intervención militar. José Luis Rodríguez Zapatero, en cambio, ha pedido diálogo para buscar fórmulas políticas. Esa posición sí que la comparto. La que no quiere diálogo es la oposición, que está muy radicalizada, y Estados Unidos, que pretende recuperar su hegemonía en todo el continente. El golpe institucional contra Dilma Roussef en Brasil fue el último eslabón de una cadena, que antes afectó a Honduras y Paraguay, contra aquellos gobiernos que buscan una integración de América Latina.
¿Corre peligro Venezuela de verse inmersa en una guerra civil?
Creo que no. Solo podría propiciar algo así una intervención exterior. Las fuerzas militares venezolanas están muy compactas en defensa de la legalidad. No se ha detectado movimiento alguno que apunte a un golpe cívico-militar. Recuerdo muy bien cuando estaba en Chile que eran muy evidentes antes del golpe de Pinochet los movimientos que preconizaban una intervención militar. En Venezuela no se ven. Las alarmas por una guerra civil forman parte de la desinformaicón que se vive en Europa. Estoy en contra de las posiciones que ha adoptado el Parlamento Europeo, haciendo seguidismo de Estados Unidos. Los Estados Unidos actuales tendrán muchas tensiones con China y Rusia. Por eso intentan más que nunca tener América Latina controlada.

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