El Supremo de Estados Unidos avala la reforma sanitaria de Obama
ANTONIO CAÑO Washington 306
"La decisión de hoy es una victoria para los ciudadanos, más allá de las posiciones políticas", afirma el presidente
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En medio del mundo revuelto y loco, lleno de recortes y de supresión de derechos, con copagos y repagos, cuando la democracia tiembla hasta las cachas, esta noticia es reconfortante y llena de esperanza. Si un pueblo como el yanky, enfermo consuetudinario de insolidaridad social y egocentrismo hedonista, ha conseguido esta pica en Flandes, es que todo es posible si nos lo proponemos. Nos encantó Obama cuando llegó por lo que podía significar para el cambio del planeta. Nos defraudó profundamente cuando no supo acabar las guerras ni los Guantánamos, cuando se hizo cómplice patriótico del desguace de Europa y teleespectador en directo de la muerte de Bin Laden, pero ahora hay que reconocer que este logro es tan importante para la educación cívica y solidaria de los norteamericanos, como el fin de las leyes racistas en los años sesenta, con los hermanos Kennedy. O como el fin de la esclavitud con Abraham Lincoln o como la valiente salida de la recesión en tiempos de Roosvelt.
Felicidades a todos y todas los/las que han trabajado sin cesar para que este milagro se haga realidad aún contra los vientos y mareas del tea party cerril que desde siempre ha dominado la mentalidad mediocre de la Norteamérica individualista y misántropa.
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