domingo, 10 de junio de 2012



DOMINGO, 10 DE JUNIO DE 2012



EL REAL MARKET-LAVADO DE CARA

Así, como el que no quiere la cosa. En plan quinta columna hacia el inconsciente colectivo y en medio del aluvión euroexperimentador del rescate, que no es recate sino un regalo envenenado contra la ciudadanía y a favor de la opresión y de la cesión de soberanía como perro agradecido a la mano maltratadora que le pasa el hueso por el hocico sólo para domesticarlo y crearle el hábito de la sumisión dependiente y atemorizada, aparece esta noticia, como puesta en un gotero de emergencia zarzuelera. El Rey se hace la autoterapia rehabilitadora en medio de este caos de diseño nazi-neocon. Se convierte de pronto en un prócer responsable y formalito, después de toda una vida de meninfotismo y escaqueo al pairo de los vientos que soplen y le favorezcan la navegación en el "Fortuna" o en "Bribón" de su real vidorra. Y se va a hacer las Américas que eso siempre a España le va bien. Cruzar el charco para olvidar o para ser olvidados, aunque sea por unos días. Y de paso, aprovechar el lavado oceánico de cara, como si cruzar el Atlántico fuese un acto de psicomagia jodorowskiana y pudiese conjurar las miserias del equipaje del alma que anda más missing que otra cosa. Y es que por más arreglitos cosméticos que se intenten, el alma y la conciencia de los hombres y de los pueblos no se puede improvisar con botox, recortes, liftings o peelings o implantes de todo tipo, ni con La Vuelta al Mundo en 80 días de Botsuana al Cono Sur de la latinidad americana. Ni con pseudo rescates por ambas partes. Que no intenten vendernos la cabra una vez más, ni con su malestad en olor de "cantidad" ni con doña Merkel disfrazada de Luke Skywolker o de Teresa de Calcuta al paso de la oca. Que el plumero bildelberg canta la Traviata en banda ancha con un descaro atroz. Y que lo mismo la renta de la real capita, o cáspita, como ese transplante de euromillones a cobro revertido, son y serán una losa aplastante para el futuro y la soberanía de los españoles, si ellos mismos no se arrancan por las peteneras de Islandia y cortan por lo sano con la eurotrampa y las majestades chupópteras y adaptables a lo que haga falta, como  reza el mantra de Rita Barberá y el pp valenciano. Por poner un ejemplo comprobable en la proximidad. 
El rey no se sacrifica por España, que le importa un rábano, como ya nos ha demostrado abiertamente, sino por la continuidad del chollo dinástico. Y el eurofascio no nos ha regalado nada, simplemente nos ha pellizcado las entrañas hasta que nos ha convencido de la necesidad de pedirle que afloje y nos permita coger aire para evitar la asfixia rápida que supondría el cataclismo de su proyecto euroletal a largo plazo. Por tercera vez en un siglo, Alemania se impone al continente y lo domina con el terror de su nazismo, pero esta vez en plan ladilla. Ha aprendido, con los fracasos, donde le duelen al hombre la dignidad y los derechos, y no rechista si se lo suprimen todo de un plumazo: en el bolsillo. 

Esta crisis es un diseño delincuente  y perverso para que una casta de cuatro gatos sentados en la chepa del mundo vivan y se nutran del dolor, del sufrimiento y de la muerte del resto de la humanidad, que en ese proceso de tortura y castración de su inteligencia y recursos, produce dinero a espuertas del que sólo percibe y percibirá cada vez más limosnas en cuentagotas, mientras inocula con su deseducación, la "cultura" de la resignación ignorante, del despojo moral y la avidez por llegar a la cumbre de lo podrido pero millonario. Ante esa bestia informe con mil caras y tentáculos, los reyes y sacerdotes de la comedia doblan el espinazo y se dejan magrear por las garras del energúmeno, sembrador de guerras, exterminios, hambrunas, terrorismos programados y genocidios, disimulados en el hábito publicitario de una "normalidad" de la costumbre sangrienta y escenificada ante el sofá impotente de la indiferencia, que cada día comunica con una sonrisa lo emocionante que resulta una eurocopa al borde del abismo o un Roland Garrós a las puertas de la nada. 


EL REY SE REHABILITA A SÍ MISMO

Don Juan Carlos, de 74 años y aún convaleciente, muestra que está activo cuando España le necesita

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