"El sábado se celebrará, de urgencia, un pleno extraordinario del CGPJ. El Poder Judicial se reunirá para decidir el futuro de su presidente, a petición de cinco vocales. Legalmente, el Consejo podría exigir su renuncia, alegando incapacidad o incumplimiento grave de los deberes del cargo. O éste último acaba con elsíndrome Dívar, o sucumbirá a él. No puedo imaginar más deterioro para la política democrática que ver al Rey escuchando el discurso ejemplar de Carlos Dívar". (Antoni Gutierrez-Rubí. El País)
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Es parcialmente cierto lo que se afirma en ese comentario. Sin embargo después del Urdangarín-Infanta y the Botsuana's history, el Rey y Dívar no tienen nada que envidiarse mutuamente. Están al mismo nivel, son un producto de la misma cepa hispana, como diría Machado. Y España tiene pendiente una III república democrática por proclamar, una Constitución por revisar y unas Leyes mucho más precisas y rigurosas que estudiar y promulgar. Una pedagogía de valores éticos por impartir desde la praxis y el codo con codo, no sólo desde la teoría académica. Una participación ciudadana por ejercer y una moral social por refundar y construir. Muchísimo que hacer para andar perdiendo el tiempo y la energía detrás de las primas de riesgo y los humores del mercado pirata y enloquecido por manos negras que no saben ni para qué quieren ser los más ricos del cementerio terrestre en que están convirtiendo el planeta más atractivo y bello del sistema solar. El que presenta unas condiciones privilegiadas y únicas para que evolucionen especies vivas e inteligentes
España debe impulsar y cooperar en la construcción de un modelo federal europeo que no se base en la especulación, una convivencia sin fronteras donde los criterios sean sobre todo éticos, humanitarios, no violentos, no abusadores, sabios y cívicos. Si eso se consigue el euro será un perrito faldero de la verdadera prosperidad y obedecerá a la voz del amo más inteligente y generoso. Y si no es el euro será otro símbolo en su lugar. Eso poco importa si las miras son más altas, evolucionadas y sanas.
Lo que es evidente es que este estado de cosas no es sostenible por más tiempo. Cuando una sociedad ha llegado a la talla 50 en conciencia, no puede estar usando una talla 38 en sus métodos de gobierno y convivencia, en su estructura social ni es sus instituciones.
Cambiar ya o sucumbir ya . No queda otra. Cada día está más claro que el pasado tal y como fue no regresará jamás, aunque se pretenda soñar con la vuelta a un "estado del bienestar" sin ser, que si lo hubiese sido de verdad no estaría derivando en estas vergüenzas y calamidades que parecen, no las siete, sino las setentamil plagas de Egipto. Y todas ellas como los residuos y basuras que produce un sistema que consiste en simular que se vive dando la espalada a la vida real.
Posiblemente se hará necesario un plante europarlamentario, firme, razonado y consensuado, no para abandonar el euro, sino para abandonar a Alemania si es que sigue empeñada en su afán podador del desarrollo. Es sólo ella el obstáculo y el gendarme obcecado. Si ha adquirido tanto poder es porque se ha aceptado y se le ha permitido que lo tenga. El pp creía que al ser de la misma cuerda ideológica las cosas cambiarían para España, pero la Alemania neocon no acepta pobres ni distraídos que arruinan estúpidamente su propio país para parecerse a ella, ni ánimas en pena como socios de batallón. Es un tic que tiene desde los años treinta y que ahora ha sacado del armario. Y mucho menos con un Dívar y un rey en tal estado de vergüenza ajena, ya que la propia brilla por su ausencia. No podremos estar en una Europa que sea mejor de la que construimos entre todos. Hay que hacer una limpieza general de vicios sociales e institucionales para poder conseguir que Europa y cada uno de sus miembros, valga la pena. No hay que recortar dineros, sino desvergüenza, irresponsabilidad, chanchullos y privilegios. Así tendríamos dinero más que suficiente. El delito camuflado de prerrogativa es una ruina. La peor, porque va camuflado de solemnidad mayestática y de prestigio inmerecido, y por el contrario el verdadero prestigio nace naturalmente de dar lo mejor de uno mismo sin necesitar privilegios para poder cumplir el deber necesario, sea cual sea su caché irrisorio.
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