Parece que es ése el intento de Rajoy. Y vendría muy bien que lo consiguiese. Ojalá. Sin embargo los españoles (más del 90% según las encuestas y los bankiadamnificados) no estamos demasiado convencidos de que un gobierno basado en la "filosofía" del pp reúna tales posibilidades salvíficas. No tenemos constancia de que la transparencia, la eficacia y la honestidad sean precisamente las características de esos habitantes-regentes de Mangarrulandia, tan ocupados en ocupar puestos cuyas responsabilidades les vienen diez tallas más grandes. Es imposible improvisar lo que se desconoce. Caerse al mar desde un barco, en medio de una tempestad y de repente comprender que uno necesita clases de natación porque no sabe nadar es una tragedia tan inevitable como lógica. Y si además la naviera que construyó el "Bankia" lo hizo fatal, con pésimos materiales, no calafateó el casco ni le dio consistencia sino que sólo se preocupó de aumentar de rato en rato, el volumen, de hacerlo todo rápidamente y sin pasar el control de calidad. No hizo caso de los agujeros en cubierta ni en la popa, ni calculó el peso del plomo acumulado en la bodega, sólo se ocupó de decorar y pintar con purpurina el mascarón de proa que era de cartón piedra...Ya puede pedir ayuda el pobre naufrago caído en medio de la olas furiosas y embravecidas porque además de que todos andan locos tratando de salvar el pellejo propio, nadie oye sus gritos de socorro.
Esta vez no hay milagros ni birlibirloques malabaristas. Porque es imposible que quienes han causado el naufragio tengan los medios y la inteligencia suficiente para evitarlo, tarde mal y sin recursos, sólo tratando de enmascarar la ignorancia, la inmadurez política que tratan de sustituir por un barniz de arrogancia, chapuzas y cabezonería con que ocultar sin éxito el terror de un fracaso ya estrepitoso y descarado.
Sólo la decencia, las puertas abiertas, las cartas boca arriba, aunque duelan, el asumir limpiamente la responsabilidad de lo que se ha hecho y permitido hacer, podrían empezar a dar un poco de luz, de credibilidad y de impulso a la sociedad. Bajarse los sueldos millonarios y quedarse con uno solo en vez tener unos cuantos. Quitarse escoltas y coches. Palacios y palacetes. Hacer que el Fiscal General reabra Gürtel-Bankia, investigue la trama contra Garzón y la corrupción al paso de la oca de sus verdugos jurídicos. Pero no es el estilo de la familia. Ni la norma de la casa de la Carrera del San Jerónimo. El pp está anclado aún en el papel del hidalgo del Lazarillo. En las plumas del chambergo y en doblar la bisagra ante lo más potente mientras pisotea lo más humilde, justo lo contrario de lo que canta ese Magníficat que escuchan en sus misas devotísmas. El pp está aún en el baile vampírico y gótico de los procuradores en cortes de los tiempos negros del horror. Sólo que la sociedad ya no es la misma. Lázaro de Tormes ya no existe como referencia social, sino como recuerdo deshilachado y vergonzoso. A esta España, harta, modesta, justamente indignada, pero sin bloquearse en la rabia, y despertando a tortas, le ha florecido una conciencia de la simplificación solidaria y eficaz, en primavera, en medio del estiércol histórico de la oligarquía. Y aprovechando el abono, crece y se levanta. Y está más pendiente de crear una nueva forma de vivir, que de los dimes y diretes inoperantes del pobre hidalgo fuera de tiempo y lugar, que se empeña aún en gorronear las limosnas que su sirviente, en paro y recortado en todo, pide para él en el mercado, por caridad.
El pp se ha quedado solo con la soberbia necia de un misántropo y las máscaras recosidas de un Tartufo, pero sin el talento de un Molière.
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