"Queremos salir de aquí. Aquí hay gente mayor y niños sin cobijo,
sin mantas. Tienen frío. Hay bebés que no tienen leche para comer",
denuncia un hombre encerrado en el centro de Quíos
El autor del vídeo asegura que "hay personas encerradas que quieren pedir protección pero la policía no sabe cómo aplicar el procedimiento tras el pacto"
La Comisión Europea asegura que los solicitantes de asilo no serán internados en centros de detención pero fuentes humanitarias afirman que la falta de recursos podrá prolongar su encierro
El autor del vídeo asegura que "hay personas encerradas que quieren pedir protección pero la policía no sabe cómo aplicar el procedimiento tras el pacto"
La Comisión Europea asegura que los solicitantes de asilo no serán internados en centros de detención pero fuentes humanitarias afirman que la falta de recursos podrá prolongar su encierro
Varios refugiados y migrantes se
acumulan tras la alambrada de uno de los centro de refugiados
convertidos en campo de detención tras la entrada en vigor del pacto
UE-Turquía. Familias enteras, con decenas de niños, denuncian las
condiciones en las que se encuentran encerrados en el antiguo 'hotspot'
de la isla de Quíos. "Queremos salir de aquí. Tengo a mi mujer en
Alemania. Aquí hay gente mayor, niños... Sin cobijo, sin mantas. Tienen
frío. Aquí hay niñas y niños de dos y tres meses no tienen leche que
comer", dice un hombre tras la alambrada que les impide salir al
exterior.
El vídeo cedido a eldiario.es, grabado por el activista independiente Benjamín Julián a las puertas del antiguo hotspot
de la isla de Quíos, muestra la desesperación de decenas de refugiados y
migrantes llegados a la costa griega tras la entrada en vigor del
acuerdo UE-Turquía. La puesta en marcha del pacto, que pretende devolver
a territorio turco a todos ellos, ha provocado también la
transformación de los centros de registro de refugiados en campos de
detención. En esta isla denuncian condiciones indignas, como verse
forzados a dormir sobre palés, no tener acceso a "comida suficiente",
mantas ni tarjetas telefónicas para hablar con su familia.
La Comisión Europea insiste a eldiario.es que solo serán alojadas en
"centros cerrados" aquellas personas que no soliciten protección
internacional o cuya petición sea rechazada, pero la teoría se diluye a
la hora de llevarla a la práctica. Según aclaran fuentes humanitarias a
este medio, salvo excepciones, muchas de las personas recién llegadas de
forma irregular a Grecia están siendo encerradas, aunque quieran
solicitar asilo. Es en esos centros donde los recién llegados pueden
pedir protección internacional y, si su solicitud es admitida a trámite,
serían enviados a centros "abiertos".
Después de
documentar la situación de los refugiados en Chios, el activista
Benjamín Julián asegura a eldiario.es que en el interior del centro "hay
gente que quiere pedir asilo y no puede porque la policía del centro no
sabe cómo aplicar el nuevo procedimiento". La televisión pública holandesa, que ha podido acceder al campo, ha confirmado que en su interior había refugiados sirios.
En este sentido, fuentes de la Comisión Europea insisten en que "
está totalmente claro que todos los que piden asilo estarán alojados en
centros abiertos en las islas", pero por el momento no ha aclarado qué
pasa mientras se decide si la solicitud es admitida a trámite. Este
proceso puede prolongarse: las autoridades griegas esperan la llegada de
entre 2.300 y 4.000 profesionales comprometidos para hacer posible la
aplicación efectiva del pacto y se puedan estudiar las solicitudes de
forma individualizada. No obstante, este contingente no llegará a Grecia
hasta al menos el 28 de marzo -pasada la Semana Santa-, según informa
la agencia Efe.
En el centro de Quíos, el autor del vídeo explica que "los trabajadores
del centro no tienen instrucciones sobre cómo registrar y gestionar las
nuevas llegadas. La policía no sabe cómo tratar sus peticiones de
asilo". Su relato encaja con la falta de medios y recursos confirmados
por las autoridades griegas.
"Un trabajador social en el campo nos dijo que nadie sabía lo que
hacer. Hoy ha sido una jornada de estrés y confusión. El Ejército, que
anteriormente dirigía el campo, lo ha abandonado. La mayoría de ONG han
sido expulsadas. Todos los procedimientos y los conocimientos básicos
sobre el procedimiento han desaparecido con ellos", indica el
activista.
Además de la
falta de libertad, los refugiados y migrantes encerrados en el centro de
Quíos denuncian las duras condiciones del campo. "Los niños no tienen
leche que comer. La gente no tiene mantas y tenemos frío", dice uno de
los hombres tras la alambrada. Aseguran que algunos de ellos se ven
obligados a dormir en el suelo, sobre palés de madera que ellos mismos
han fotografiado para demostrar sus palabras.
"Ellos nos contaron que no
tienen permiso ni para comprar tarjetas SIM para sus móviles, por lo que
no pueden contactar con sus familiares. Uno de los hombres encerrados
cuenta ante la cámara su desesperación por reunirse con su esposa quien,
dice, le espera en Alemania. "Mi familia está en Alemania, tengo
derecho a ir. Tengo derecho a reunirme con mi familia", ruega el
interno.
"Tampoco tienen conexión a internet ni electricidad", indica el autor
del vídeo que, según relata, acudió el lunes al centro para entregar
galletas y productos sanitarios a través de la alambrada. Fue entonces
cuando "la gente forcejeó y saltó hacia ellos". Los internos tienen tres
comidas en el centro al día pero, según dice, "es insuficiente y no
tienen tiendas para comprar lo que necesitan".
Este martes, Acnur ha lanzado un comunicado en el que critica que "el
acuerdo se esté implementando en Grecia sin la puesta en marcha de las
garantías exigidas", dado que "Grecia no tiene la suficiente capacidad
en las islas para evaluar las solicitudes de asilo". Aunque todavía no
han entrado a valorar la situación específica del centro de Quíos, la
Agencia de la ONU admite que el Estado heleno "tampoco tiene las
condiciones adecuadas para albergar de forma digna y segura a las
personas mientras se toma una decisión sobre su solicitud de asilo".
Los hombres, mujeres y niños encerrados se agarran a la verja
pocos días (o incluso horas) después de arriesgar su vida atravesando el
Egeo. Piden comida, mantas, libertad, todavía incrédulos ante la
situación que se han encontrado nada más pisar, por fin, la Europa en la
que pensaban encontrar protección. "Todos los medios lloran cuando se
ahogan refugiados en el mar. Y, ahora, a los que conseguimos cruzar nos
meten aquí y nos mandan de vuelta otra vez. ¿Qué es esto?", se pregunta
uno de los internos.
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