miércoles, 23 de marzo de 2016



Los derechos humanos en Cuba


Fernando Flores  

(Infolibre)


Tras los discursos, se abrió el turno de preguntas y un periodista estadounidense con acento de Miami (confesó que su padre era un cubano que abandonó la Isla), preguntó al Presidente Obama sobre las palabras con las que había instado al Presidente Castro a realizar reformas en la Isla a favor de los derechos humanos. Al mandatario cubano le planteó directamente “¿por qué tiene presos políticos, y por qué no los sueltan?”. Acto seguido, Andrea Mitchell, de la NBC, señaló a Castro que para muchos era increíble oírle hablar de derechos humanos, y puso de manifieso que la visita de Obama había estado precedida del arresto de un grupo de las Damas de Blanco, que se estaban manifestando pacíficamente. De modo que no alcanzaba a comprender cómo podía existir una “coexistencia civilizada” entre dos países con una interpretación tan diferente de lo que significan la democracia y los derechos humanos.
Ladies in White
Así que de la rueda de prensa ha quedado la imagen, subrayada entre muchos otros por El País, según la cual “el presidente cubano tuvo que responder preguntas sobre democracia y derechos humanos”, lo cual le produjo bastante incomodidad.
Personalmente creo que fue muy conveniente ese momento. Que Castro tuviera que escuchar del Presidente norteamericano referencias a la defensa de las libertades de expresión, manifestación y religión; y que después se viera obligado a contestar críticas y preguntas, frente a las cámaras, en un acto televisado en directo dentro y fuera del país, constituyen un importante mensaje de control y reproche al poder en la Isla. La grave falta de respeto de algunos derechos (fundamentalmente derechos civiles y políticos) debía ser denunciada, y el Presidente cubano responder públicamente a esa denuncia.
Sin embargo, un detalle me llamó la atención. Ya que hablaban de los derechos humanos en Cuba, resultó llamativo que ningún periodista preguntase a Obama sobre el estado de los derechos humanos en esa parte de la isla que está bajo el control de los EEUU: Guantánamo. Castro pidió su devolución, pero no hizo referencia a la situación de los derechos en ese territorio.
guantanamo
En Cuba, en su zona oriental, existe el Centro de Detención de Guantánamo, también conocido paradójicamente como Camp Justice, puesto en pie por los norteamericanos en 2002 y dirigido al encarcelamiento de personas acusadas de terrorismo. La mayor parte de los allí privados de libertad fueron detenidos en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la consiguiente invasión por los EEUU del país asiático. En este momento, según los datos ofrecidos por Just Security, continúan en ese Centro 91 prisioneros detenidos arbitrariamente, sin acceso a visitas (ni de familiares ni consulares) ni a cuidados médicos. 34 de ellos han sido declarados “aptos para ser liberados”, pero continúan retenidos sin juicio ni resarcimiento tras años encarcelados. Otros 28 han sido identificados como “muy peligrosos”, aunque tampoco han accedido a que sus casos sean sometidos al debido proceso (acusación clara, juez imparcial, igualdad de armas en la defensa, resolución congruente…).
A ello debe añadirse la constatación –un escandaloso Informe sobre Torturas del Senado así lo refiere– de que algunos de esos detenidos han sido torturados: sometidos a “waterboarding”, sodomizados, privados del sueño sistemáticamente y tratados psicológicamente de forma inhumana, incluyendo prácticas culturamente humillantes para acabar con su dignidad y espíritu.
Resulta gratificante comprobar cómo los grandes medios de comunicación, así como los líderes de muchos partidos y tertulianos de casi todas las cadenas de radio y televisión, velan para que la opinión pública global no olvide la continua vulneración de derechos humanos en Cuba, un loable empeño que mantienen con Venezuela. Pero sería de agradecer que ese cuidado fuera equilibrado con todos los países (cuanto más poderosos, más cuidado), porque más allá del rechazo que (a algunos) nos produce su actitud sectaria, se trata de un comportamiento que debilita precisamente aquello que aparentan reivindicar y proteger, los derechos de todos.
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Qué bien, Fernando, encontrarte en ese blog "Del revés y del derecho", que edita Infolibre. Y comprobar que el tiempo no deteriora nunca la lucidez de la conciencia, si uno no se deja arrastrar por el barullo y la confusión; que quien tuvo en la juventud, retiene y aumenta en la madurez; que el sistema no ha podido contigo. Felicidades. Gracias. Y un abrazo!

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