domingo, 13 de marzo de 2016

Münster

                                         Para Ana  



Tus ojos se han colgado en el  silencio.
Sin dar explicaciones.
Llueve. Dices que siempre llueve
en el trópico azul y Capricornio.
Abro la geografía de tus ojos
y apenas se me asoma a la ventana
una ráfaga jueves de nostalgia,
un ámbar repentino, tan dulce
y tan de mazapán y de torrijas;
tan de ayer mismo.

Contábamos los trenes de la noche
hasta que te dormías
entre rizos de un cielo encapotado,
en el silbido inerte de la niebla
con esa lengua fácil del insomnio.

Olvida. Hoy llueve sobre el lago como siempre.
Y la luz te parece un viajero sin rumbo
que perdió el equipaje y solo recupera la líquida frialdad
del pleno invierno.

La luz, por llevar la contraria al viajero sin nombre
no pierde las maletas en el andén del tiempo,
las esconde,
para volver más luz y más presente.

Escucha. Y tú pareces marzo como cuando llegaste
al acabarse el frío.
Eran las dos y media. Y estaba despejado el horizonte.
 
¿Sientes el suave roce del agua en el tejado? Escucha.
Llueve otra vez. Y olvida.

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