martes, 22 de marzo de 2016

Cómo acabar de una vez por todas con Podemos


El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en la rueda de prensa tras el anuncio de Pablo Echenique como nuevo secretario de Organización en sustitución de Sergio Pascual
EFE/Kiko Huesca. 
 
Nada, que no aprenden. Llevan casi dos años buscando la kryptonita que deje a Podemos sin superpoderes, pero nada. No solo no la encuentran, sino que cada nuevo intento de debilitarlos hace bueno eso tan viejo de “lo que no los mata los hace más fuertes”.
No aprenden. Lo han probado todo. Primero, las acusaciones de complicidad con Venezuela, ETA, el comunismo y todo lo que dé miedo, apoyado en un cansino bucle de vídeos de Youtube sobre el pasado revoltoso de Pablo. Todavía hoy, de vez en cuando, sale un listo que ha encontrado la prueba definitiva, el enésimo vídeo de Iglesias paseando por el wild side. Vale ya, por favor: que alguien les explique que el 20D no quedaba un solo votante de Podemos que no supiera ya de las simpatías políticas de sus líderes. Ni uno.
Después vino la ofensiva mediático-judicial a cuenta de la financiación. Que si bolívares venezolanos, que si Irán le paga el teléfono, que si montaron una pequeña productora de tele local para disimuladamente pagarse el golpe de Estado… El grado de ridículo alcanzado no parece suficiente, pues aún insisten.
Como eso tampoco funciona, probaron con algo aparentemente más serio: analizar sus propuestas y demostrar que el “populismo” nos llevaría al infierno. Si gobernasen, hundirían la economía, nos echarían del euro, nos alinearíamos en el eje del mal, se rompería España, volveríamos al 36, al 98 o al 711, que ya no me aclaro. Luego llegaba el programa electoral, y resulta que no era para tanto, pero no nos confiemos: son lobos con piel de corderos, se disfrazan de socialdemócratas pero en cuanto conquisten el poder, zas, gulag al canto.
Así dos años, repitiendo en bucle las mismas acusaciones, las mismas sospechas sin demostrar, los mismos vídeos que ya tienen nieblilla VHS a fuerza de repetirlos. Y a cada ataque, más fuertes. No era eso tan cursi de “su odio, nuestra sonrisa”, sino el más suculento “su odio, nuestros votos”.
Dos años, repitiendo en bucle las mismas acusaciones, las mismas sospechas sin demostrar, los mismos vídeos que ya tienen nieblilla VHS a fuerza de repetirlos
Ahora viene el último intento, a ver si cuela: las divisiones internas. Crisis en Podemos. Enfrentamiento Iglesias-Errejón. Riesgo de ruptura. Las dos almas. Incluso llegando al chismorreo: que si Colau ha dicho que Pablo es arrogante (cosa que reconoce el propio Iglesias, vaya), que si el otro ha tuiteado no sé qué, que si el lenguaje corporal del líder, que si… No digo que no haya discrepancias, pero ya les adelanto yo el final de la historia: no se romperá Podemos, escenificarán en unos días la unidad interna con un pico entre Iglesias y Errejón, y otro cartucho de pseudo  kryptonita que los hace un poco más fuertes.
Si de verdad quieren acabar con Podemos antes de que lleguen más lejos, ya les digo yo el secreto, ahora que no nos oye nadie. Atiendan un minuto, que es muy fácil. No sé cómo no se les ha ocurrido antes. Para acabar de una vez por todas con Podemos hay dos balas de plata, a cual más costosa.
La primera es dejarlos gobernar, asumir parcelas de poder, ministerios, consejerías autonómicas, organismos públicos, esas cosas. Sillones, sí, pero también presupuesto. A ver si así la cagan, se estrellan y se acabó. Pero claro, tiene también el riesgo de que lo hagan bien, y nadie quiere asumir esa ruleta rusa.
La segunda, más efectiva aún, es acabar con todo aquello que ha dado a Podemos su fuerza actual. Y no es el fantasmagórico dinero venezolano, pero tampoco el innegable carisma de Iglesias o el mucho talento que milita en su partido. Aun reconociéndoles su inteligencia política, no habrían llegado tan lejos por sí solos si no cabalgasen una gigantesca ola de descontento ciudadano sin precedentes. Lo que da votos a Podemos, más que el odio de sus adversarios, es todo aquello que colmó la paciencia ciudadana: la corrupción, la impunidad, la desigualdad, el empobrecimiento, el fallo multiorgánico del sistema, la descomposición generalizada de los partidos clásicos, la obscenidad de esta última “década ominosa” que nos ha tocado vivir. Acaben con todo eso, y luego me dicen.
¿Qué, que no? Pues nada, sigan buscando en Youtube. 

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Tienes razón, Isaac Rosa, nadie puede acabar con Podemos, en eso aciertas, pero hay una evidencia mucho más peligrosa que se te escapa: sólo Podemos es el más preparado y predispuesto para acabar consigo mismo con una pericia de libro. De tesis doctoral. Y eso lo lleva incluido en su ADN desde el principio en el pack de su ejemanía con la hegemonía. El fallo viene de fábrica. De la pretensión de seducir y reducir a las masas desde una élite mucho mas "lista", táctica y estratégica. Otra variante de la casta que se ciega con el poder y pierde el oremus en cuanto se rozan los bajos fondos de los cielos asaltables.

Podemos no es el brazo institucional de "la gente" que se organiza y elige a sus portavoces, como se ha pretendido y repetido cual mantra-taladro, - y que sería lo justo y necesario- sino la adormidera concentrada en gotas de demagogia y oportunismo de una nueva clase social emergente: un mix entre el cabreo del extinto proletariado engañado, humillado y arruinado y una nueva generación muy preparada y en el paro, harta de estudiar teorías y de no poder practicarlas. Harta de ser gobernada por cretinos e incompetentes, con los que, -es evidente-, comparten las mismas expectativas morbosas de pillar poder, más las ínfulas de ser los tribunos de la plebe por aclamación popular y el toque calculado emocional en las alusiones discursivas, apelando a la sensibilidad y a la admiración devota por un lider todopoderoso y condescendiente, de ojos abrillantados por el colirio de la ambición y vestido en Carrefour como la mayoría enrabietada, sumergida en esa corriente de arriba y abajo que desprende el caudillismo, y dejando muy claro donde está el lugar de los  acaudilladores y los acaudillados y sobre todo apelando a la escurridiza, evanescente y fatua "ilusión", que da un juego quepaqué. Un conjunto de elementos fundamentales para dar coherencia a cualquier movimiento de masas con intenciones ambiguas y principios transversales que en el podemismo fetén significan etiquetas de quita y pon, según convenga, no al bien común, sino al bien del invento.

La cosa ha derivado en una especie de tribunos de la plebe siglo XXI que a base de asaltar los medios, con el aplauso solapado e interesado del sistema capitalista que es el mantenedor de las empresas mediáticas y el responsable de crear o ningunear líderes y lideresas, según convenga al negocio.
El sistema aparentemente ataca a Podemos sabiendo que eso les fortalece, -a Podemos y al sistema- si consigue que ese partido "rebelde" acepte entrar en política y someterse a la norma desde su rebeldía escénica, permitiéndole que  se vea como una victoria en el Parlamento las rastas , los abrigos en los asientos y las indumentarias informales, el desenfado en los discursos, las rupturas del protocolo y los bebés lactantes atendidos por toda la tribu  de la bancada...Es el modo de dar un aire nuevo a la ranciendumbre del muermo, e  inyectarle vida a la momia de siempre, y que gattopardianamente todo cambie en la apariencia para que todo pueda seguir igual de inamovible en la esencia.

En realidad si esos poderes maléficos hubiesen querido acabar  con Podemos, solo necesitaban una cosa: ignorarlo, no llamarle a la tv como invitado de honor cada dos por tres ni hacerle el más mínimo caso en la prensa. Es lo que se ha venido haciendo, por ejemplo, con UP/IU, hasta reducirla a dos escaños. Y con las iniciativas libertarias y organizadísimas del 15M.  Ignorar y mirar para otro lado. Ladinamente el neocapitalismo cae en la cuenta; la izquierda molesta al establishment y lo mejor es eliminarla desde la infiltración de la nueva herramienta demoledora, nacida de la misma izquierda. Y Podemos viene que ni pintado para esa ejecución sumarísima y tan eficaz. Será como Cronos, pero a la inversa: esta vez serán los hijos los que se coman al padre, cumpliendo el precepto de Freud y aprovechando la táctica predicada por Anguita: el sorpasso. Y además es genial eso de no tener que luchar contra la banda opositora, -sigue pensando la derecha mientras disimula inventando bulos para evitar sospechas-, sino mirar desde el tendido y esperar a que se los meriende la nueva hornada de sus propios rebotados. Es el remate miserable de ese repulsivo 'juego de iconos'.

¿Alguien se puede imaginar qué habría pasado en España y como estaríamos ahora si los medios de comunicación se hubiesen volcado en su momento con los cientos de portavoces del 15M, de la mareas, las plataformas, iniciativas y colectivos sectoriales como lo han hecho con Podemos? ¿Y es posible que nadie se mosquee ante un tratamiento mediático tan distinto para lo que aparentemente es lo mismo? Pues eso. Solo interesaba dar la imagen del barullo, de confusión y desmadre, de la policía apalizando rebeldes y los perrosflautas infravalorados recibiendo mandobles a diestro y siniestro, vencidos por el sistema, hasta convencer a la opinión pública de que el 15M ya no existe. Nada serio. Era necesario inventar una forma de canalizar en la "normalidad vigente" ese remolino incontrolable al que el poder le teme más que a una crisis  solucionada.

La izquierda es un incordio para el sistema, sale a la calle, se organiza por sectores, para desahucios, evita privatizaciones, salva barrios de las garras de la especulación, crea cooperativas, huertos urbanos, escuelas alternativas ,ocupa las pertenencias inmobiliarias de los bancos malos, crea Marinaledas, denuncia y hace caer tramas corruptas y sabe despertar conciencias; que de repente aparezca un invento de universitarios excelentes que mine por dentro y desmantele ese sector social y político que piensa, reacciona y pone en marcha iniciativas concretas desde la base como ILPs, plataformas sectoriales y grupos de resistencia activa capaces de renovar y refundar el alma de los partidos de izquierda ya cansados, ha venido al pelo que un nuevo invento "populista" y "marginal" de diseño guai, se apoderase de la  nueva dinámica social nacida del 15M, para que le arranque su esencia libertaria y que destroce la pluralidad y la autocrítica, que se cuele por medio de "confluencias" en el alma reivindicativa del municipalismo, dándoselas de revolucionario, aunque descafeinado y con sordina a la hora de concretar e ir más allá de los gestos y los discursos de ceño fruncido,  y que así se dé forma a una masa adicta al glamour, alienada y fanática. Adepta y adicta como un club de fans. Acrítica. Y tan contenta de tener al fin nuevos y flamantes representantes que la liberen del duro afán de comprometerse, empoderarse y de participar activamente en las grandes decisiones de  la democracia. Para esa función Podemos vino de maravilla, ha sido el verdadero boccato di cardinale del sistema explotador de siempre. Algo parecido a una exhibición de gigantes y cabezudos en las ferias, muñecos que sobresalen hipertrofiados entre la multitud o saltimbanquis tratando de caminar encaramados sobre zancos enormes y titubeantes, para simular torpemente una altura que no tienen. Una simpática anécdota que contar en las crónicas marcianas.

 Podemos no es la ciudadanía, es un aparato diseñado para conseguir el poder que se ha configurado desde la ambición de un grupo, apoderándose de la fuerza colectiva y sin contar con ella nada más que en las urnas y mítines, a pesar de que se les dio el señuelo de los círculos y asambleas. Pero esa fuerza no es tan estúpida como imaginaron los padres fundadores, para que creyesen en algo serio. Ha resultado que la ciudadanía ya no es la masa campesina rusa en la época de Lenin. Ni son los obreros analfabetos de la segunda república española. También "la masa" ha estudiado, y, aunque no sean todos politólogos tampoco, son idiotas.
Por eso mismo la parte podemita que procede de la supuesta "masa", que el aparato cree amorfa, embrutecida e indocumentada, ha visto lo que hay y no le cuadran las cuentas de  lo comido por lo servido. Se ha cansado de que le den gato por liebre, de que abusen de su paciencia, de no tener acceso a opinar y decirle a Iglesias lo que la mayoría piensa acerca de su actitud, de votar un gobierno plural para que haya participación y se acaben las mayorías absolutas que terminan siempre generando más caciquismo antidemocrático, ninguneando la participación directa, y en caso de negarse a pactar una nueva forma de gobernar, tener que tragarse el timo y el sablazo de otras elecciones nuevas, porque el aparato que manda en Podemos o es ser hegemonía sobre todas las cosas o rompe el juego.Porque no es capaz de romper la ceguera de su soberbia.

Ese apaño, supuestamente democrático, tan radical y rompedor, ha olvidado que su fuerza es la conciencia ciudadana, que es mucho más que "la gente" y las "ruedas de masas", y así, sin informar a nadie ni pedir la opinión de ninguna asamblea, ese Podemos a su puñetera bola se levanta irresponsablemente de la mesa negociadora sin más, deja que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sean dioses en vez de recordarles que son simples portavoces cumpliendo un mandato común de las bases. El imperator Pablo Iglesias -qué forma  más absurda de degradar tan ilustre nombre y apellido- pone y quita cargos como Franco cuando mandaba a un motorista para cesar en pan fulminante a ministros ya caducados. En realidad desprecia a eso que tanto nombra: la gente. Y "la gente" intramuros se les ha sublevado. Los motivos de los 10 dimisionarios de Madrid no convencen a nadie. Y es que la militancia ciudadana de Podemos se ha hartado y por eso hay lo que hay.
Nadie desde fuera tiene el poder de hacer algo así en ningún partido que funcione decentemente, porque los infundios chocarían de frente con la realidad que se palpa y quedarían en evidencia en un plisplás. Y es lo que ellos mismos le hicieron a IU y pretenden hacer al Psoe. Ahora están probando su propia medicina. Se llama karma en sánscrito. En castellano de siempre: quien la hace la paga.

Podemos está irremisiblemente roto y descalificado como lo que pretendió ser. Un instrumento. Por desgracia, se ha convertido en un fin. Se ha hecho dogma como una religión o como una secta. Ha perdido  la ocasión de ser de verdad la palanca del cambio, para ser negociante del intercambio. Los sillones y los cargos le importan mucho más que el encargo. Se ha quedado en  modo tuerca que no rula porque no admite que le limpien el óxido y que la ajusten. O sea, se ha convertido en un partido como todos; en un  estorbo para el proyecto de la ciudadanía, más que en una ayuda para mejorarlo. Sólo quienes han identificado plenamente a  Podemos con la dinámica de la inteligencia colectiva y sus movimientos, y lo consideran el único y mesiánico baluarte del cambio, se aferran al rollo conspiranoico. Tal  vez porque, previamente a Podemos,  no se habían integrado aún en la marcha ciudadana. Aparece como un partido joven con problemas de acoplamiento, únicamente, a los ojos de quienes no han vivido ni han presenciado el proceso de deterioro desde dentro. Podemos presenta dos caras: hacia fuera está en una crisis normal. Hacia adentro ha tocado fondo y ha fracasado estrepitosamente como instrumento nacido de la ciudadanía, al  servicio de su  empoderamiento. Carece de democracia interna, es una caricatura de lo que pudo ser y no fue. Y aunque como partido al uso permanezca en la hoja de ruta, para la ciudadanía se ha quedado en off. The game is over. Y a otra cosa, mariposa.

Como muy bien dice Isaac Rosa, nada ni nadie puede destruir la esencia real de un movimiento de la conciencia colectiva, nada ni nadie tiene fuerza suficiente para negar los problemas sociales que nos agobian, ni para erradicar la indignación sin que las cosas cambien, ni para desactivar el impulso renovador; por eso el movimiento regenerador, social y político, auténtico y mucho más fuerte que cualquier montaje, sobrevivirá a lo que nos han colocado con la etiqueta 'Podemos', usurpada al "sí se puede" de la PAH.

La base construirá lo que vaya necesitando y no es precisamente la urgencia de pastores que la conduzcan como el ganado que no es. Sabe pensar, construir, organizarse, resistir y vencer los obstáculos. Lo ha demostrado de sobra a lo largo de ocho años de duras y extenuantes pruebas. En esa base de vida, fuerza y esperanza todos somos necesarios, pero ninguno es imprescindible ni insustituible. Lo que sí es vital es la inteligencia humilde de los sabios para aceptar los propios fallos, reconocerlos y cambiar el rumbo que les ha llevado hasta a donde han caído. Aún están a tiempo si toman conciencia. Ojalá. Pero es muy improbable.
La ambición de liderazgo, en cambio, es la que sí necesita aplausos, admiración perruna, sumisión teledirigida y votos. Sobre todo votos, para que el sistema de clases y castas no decaiga y siga manteniendo todo dentro de un orden. El suyo. Podemos "aparato" no lo ha comprendido y se ha montado otra cosa por su cuenta, pero con los mismos ingredientes de siempre. No se puede construir lo nuevo sin quitar del medio los escombros y los materiales inservibles.
Por eso Podemos aparato está roto desde los cimientos iniciales. Y cuando las presiones, el volumen y el peso del nuevo edificio en construcción se acentúan, el suelo cede y la estructura se hunde sobre sí misma, sin 'ayuda' exterior. Como les sucede a los buscadores de oro en La leyenda de la ciudad sin nombre. A base de excavar para obtener el preciado metal, no ven donde pican y  hunden la ciudad que habían creado como centro de actividades mineras, con el afán de hacerse millonarios en pocos días. La prisas cortoplacistas son las madres paridoras de las grandes chapuzas.

Es cierto: nadie acabará con Podemos. De ello ya se está encargando ese mismo aparato fundacional desde que dibujó los planos del tinglado en la Fundación para el Pensamiento Crítico, los paseó por el mundo  y los acabó de cuajar en  los talleres de la Facultad de Políticas de la Complutense. Lo hecho, hecho está. Y eso no hay kryptonita que lo arregle.
Ahí está UPyD, como la estatua de sal,  para demostrar en qué estado acaban los partidos que obedecen a un ego descomunal y hegemónico. Pero se ve que nadie desea escarmentar en  cabeza ajena, tal vez porque no se aplican el cuento de que cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, deberías ir  poniendo las tuyas a remojar.



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