lunes, 28 de marzo de 2016

La voz de Iñaki

28 MAR 2016 - 10:03 CET
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Mientras no hablen los mudos

EL PAÍS 

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La cosa es que la ciudadanía está empezando a acostumbrarse al juego político de la mudoarquía. Y eso no es bueno ni sano en una democracia. A los políticos irresponsables e inmaduros la ciudadanía ya está habituada desde siempre. Por un Suárez, un Patxi López, un Anguita o un Maragall, ha habido muchísimos más cantamañanas encaramados a las barandillas del politiqueo, que no de la política seria. Estábamos más hechos a la verborrea que a los silencios; es cierto que el silencio de la inteligencia es un arte y una gran virtud, porque se sabe aplicar donde toca. Hay ocasiones en que callar es una gran muestra de sensatez, y hay otras en que callar es una villanía, una irresponsabilidad y hasta un crimen de lesa dignidad política. 

Parece que ahora, precisamente, estamos en una tesitura histórica de obligadas explicaciones, de obligada claridad verbal y transparencia, pero los políticos, que deberían ser los portavoces de esa claridad, se han callado, se han acurrucado cada uno  en su rincón. Rajoy, perdido ya el oremus desde el comienzo de la eppoppeya, y sin distinguir los sentimientos de los alcaldes ni los ciudadanos de la vajilla, atrincherado entre los canapés y los bureaux monclovitas, camuflado de gaitero sordo y sin sonotone a mano, en plan Viri, carallo, ¿dónde melodejaste, rapaza? yatevale!. Sánchez de correveidile averquepasa, vayapordiós que nodoyuna a izquierdas. Iglesias de filibustero del birlibirloque ¡se callen, coño!, averquevaseresto, por sanLenin, por san Gramsci y por san Laclau del cicloste, que ya no sé ni lo que me digo, leñe, ¡brrrr! Susana Díaz de Juana la beltraneja en crisis existencial y ya casi de feria, calesa y olé, paqué desíhná si abrih ya ehtá ahímihmo con zuh volanteh y zuh cahtañuelah y zuh parmah, que ze ponen loh peloh comoehcarpiah, ozúmiarma... Y Errejón de Quasimodo, atrincherado en el campanario de Nôtre Dame sin soltar prenda, entre tañido y tañido, y rumiando cualquiercosa, que cualquierasabe. Menudo panorama. El simposio de la responsabilidad reunido por el fatum colectivo de las Hispanias. Puritito karma. Seguramente por tanto matarile sin resolver, tanta inquisición y tanto malaje bajo palio. Esta es la penitencia cósmica con la que estamos apechugando. Ains!

Que conste que he empezado a escribir en serio, pero según me adentro en esa realidad procelosa del cambalache políticoambiental, la pinza se va de varas y es incapaz de rematar la faena como debería: con sensatez. Es imposible aplicar esa virtud en tal gallinero de silencios consensuados, porque según parece es en lo que todos confluyen sin obstáculos. En la calladura. Que no es lo mismo que el silencio, como triunfo de la discreción, el respeto y la prudencia. La calladura, en cambio, -ya en sí viene de callo- es el vacío de argumentos y de coherencia, el hueco abisal y endurecido de las neuronas patinando en la pista de la confusión ingobernable, cuando no hay nada que decir porque no hay materia lingüística medianamente potable que verbalizar ni logos alguno que descodificar, en medio del caos ininteligible. Yo creo que han sufrido un colapso hipocognitivo grupal. Un apabullamiento en mogollón  de tal calibre que no hay manera. Les hemos roto los esquemas, los silogismos y los diagramas de Venn. Y la guinda de la copa fue el baño turco en cal viva que remató los discursos parlamentarios. El punto final en el proceso del dislate.

Ellos pretendían ofrecer una nueva y maravillosa política veryhappyflowers wanderful divinadelamuerte , aprovechando el atrezzo  de siempre, con un buen recambio de baterías de la mismidad, o sea, C's por el pp y Podemos por el Psoe. Pero las urnas les han salido rana, sapo y renacuajos varios y les han dicho, ¿queréis el cambio? Pues venga, demostradlo ya, que aquí lo tenéis. Y voilá! O sea, velahí. 
Disculpad mi frivolidad aparente en un tema tan grave. Pero no me queda otra. Bueno, no es cierto, la que me quedaría sería feísima y de muy mal gusto por lo plasta. Tanto que no la aguantaría ni yo. Creo que fue Horacio el que dejó por escrito la explicación: Ridiculum acri fortius plerumque, et melius magnas secat res. Más o menos, viene a significar que a veces el ridículo explica las cosas con más sutileza y precisión que los grandes argumentos. Pues eso mismo.

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