martes, 8 de marzo de 2016

Lapsus









El presidente del Congreso, Patxi López, tuteó por sorpresa a Pablo Iglesias en el primer debate de investidura. Estoy segura de que fue un simple error, sin la menor intención de ofender o menospreciar al líder de Podemos, que se lo tomó con buen humor. Esta anécdota adquiere cierta relevancia, sin embargo, cuando se relaciona con el tratamiento que el matrimonio Urdangarin sigue recibiendo por parte de algunos, no todos, medios de comunicación, que anteponen a sus nombres el don y el doña que brillan por su ausencia cuando se refieren, por ejemplo, al matrimonio Torres. Este tratamiento también podría calificarse como un lapsus, un error inducido por motivos antagónicos a los que inspiraron el descuido de López. Si éste se dejó llevar por la juventud de Iglesias, por su coleta y su camisa blanca en la tribuna de oradores, aquellos no han sido todavía capaces de asumir que dos personas que pertenecen a la familia del Rey, aunque ya no formen parte de la familia real, estén sentados en un banquillo. A veces, ciertos detalles que carecen de importancia en sí mismos son capaces de iluminar un escenario con más rotundidad que los focos principales. Así, reconozco que mi tradicional escepticismo con respecto a la trascendencia real del 15-M se ha tambaleado entre un tú y un doña. Mientras nos parecía que no pasaba nada, en España estaban pasando cosas, ni tantas ni tan graves como para ponerla boca abajo, pero suficientes para inspirar lapsus en quienes nunca hasta ahora solían cometerlos. Considerando que el nuestro es un raro país donde jamás se hizo una revolución burguesa, donde nunca se ejecutó a un rey y donde los dictadores mueren en la cama, hasta los lapsus pueden llegar a ser más relevantes de lo que parecen. 

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Pues fíjate, Almudena, que a mí lo del tú en el Congreso me parece estupendo. Ojalá ese lapsus de Patxi no lo hubiera sido y de ahora en adelante toda la cámara y el Presidente, con el mismo respeto, se llamasen cariñosamente de tú. Quizás con menos tiesura, menos almidón y más confianza, a lo mejor el diálogo ganaría mucho en frescura y quién sabe si los acuerdos no serían tan difíciles que con tanto rebombori de por medio y tanta señoría subiendo y bajando de los cielos a los suelos y viceversa. 

Lo del 'don' y el 'doña', sí que me parece un pasarse de rosca en la rimbombancia, sobre todo cuando los beneficiados están sentados en un banquillo ante un juez, y  cada vez más convictos y confesos que otra cosa, a pesar suyo. El "don" y el "doña", a los que nunca les he encontrado más sentido que el de marcar líneas rojas de "clase" y barreras de contención  entre el glamour y la normalidad de a pie, creo que hay que ganárselo de alguna manera , no se puede heredar así como así y , desde luego, es algo más contundente que un "usted". 

Me gusta el inglés, precisamente, porque con un you lo dice todo a todo el mundo y se deja de circunloquios y zarandajas, y eso que los ingleses con la monarquía se las traen en bote, aunque también es cierto que le rebanaron el cuello a un rey y tuvieron una república estupenda con Cromwell. Pero mira, se ve que les pone más el rollo trono que otra cosa más normalita y menos peripuesta. En cambio aquí nanay. Donde se ponga un, S.A.R, -que no es precisamente Servicio Aéreo de Rescate-, sino Su Alteza Real, un Don y un Doña a niños recién nacidos, que pese a tener luego 50 tacos se siguen llamando infantes e infantas, como dando a entender que aún no se apañan con lo de madurar e ir hablando como corresponde a sus años, que se quite la grosería de un vulgar "usted" y no digamos nada de la grosería de un "tú" plebeyazo. Qué horror, ¿verdad? 

En cuanto a que nunca se haya guillotinado a un rey en España no tengo yo muy claro que sea la causa de las tiesuras y los respetos protocolarios sublimados al nivel de lo estrambótico, sospecho, que sea más bien al contrario: que un pueblo bajo el signo de Sagitario es muy de castas. Por ejemplo, además de España la India también lo es. Y ya ves como anda la cosa  por allí. No creo que sólo por amor a la fanfarria y el paripé ningún protocolo tenga el poder de hacer gritar a un  pueblo "¡Vivan las caenas!" cuando podía haberse librado del cenizo monárquico en tiempos de Napoleón, cuando éste, empeñado en democratizar la Península Ibérica se llevó a Fontaineblau a toda camarilla real y nuestros queridos cenutrios en vez de alegrarse de que el destino les librase del marrón borbónico, se pusieron hechos unos basiliscos, declararon la guerra y cometieron las mayores burradas que se puedan imaginar y que las cartas a sus familias los militares franceses  describían horrorizados, nada de batallas ni de lucha abierta, asaltos y emboscadas con mutilaciones en vivo hasta matar a los heridos sin compasión  y todo por mantener sus "caenas" en estado de merecer. Así se entienden tantas cosas que hasta parece un milagro ese "tú" campechano y familiar de Patxi a Pablo. 
Por desgracia, aquí parece que la rareza humillante sea el "tú" entre compañeros de hemiciclo y que lo respetuoso sea el "don" y el "doña" a dos corruptos  reales, de la casta de toda la vida; visto lo visto, casi es un insulto que se dé a la gente decente el mismo tratamiento que se da a los dones y doñas de manos largas, vergüenza missing y rostro de granito. 

Y en cuanto a que los dictadores aquí se mueran en la cama, es lo normal en los países de Sagitario que adoran y reverencian el poder y las castas de tal modo que no se distingue a un dictador de un rey, porque ambos ocupan emocionalmente el vértice del poderío por igual.  Y eso para el Sagitario más elemental es sagrado e intocable. Por eso, sin que nadie les presionara ni les amenazase, cuando yo era chica, allá por los años cincuenta, escuchaba a gente de izquierdas criticar ferozmente a sus familiares fusilados o en la cárcel por ideas políticas, porque "algo malo habrían hecho si los han castigado y porque eran unos cabezones desobedientes". Nadie les vigilaba ni les podía denunciar. Les salía de la convicción profunda de que la "autoridad" nunca se equivoca. Y no se pone jamás en tela de juicio, igual que los sermones del párroco o los decretos del papa. Y el que no lo ve así, ya sabe que su destino está en la emigración. Y no solo por el régimen político de turno, sino sobre todo por la actitud de los compatriotas que te hacen la vida imposible si no perticipas de los mismos tópicos y lugares comunes. Al fin y al cabo ambos estatus se retroalimentan.
Aquí la bravura se achica ante los poderosos, más por reverencia al cacique  que todos llevan dentro y por seducción del poder sobre el siervo dócil, "leal"  y "bueno", que por miedo. Así se explica la corrupción generalizada que sólo indigna porque roba en tiempo de crisis, pero no indigna ni se ve como corrupción el enchufismo, el nepotismo, los favores clientelistas, etc...Y luego la frustración inconsciente que produce pasar la vida comulgando con ruedas de molino se desahoga con la violencia contra animales, como los toros por ejemplo, contra el equipo contrario, contra la ideología que nos lleva la contraria o contra los más débiles, mujeres, niños y niñas. Un karma gordo tenemos debajo de tantos miramientos y tiquismiquis. Por eso los tus y usted, don y doña adquieren ese matiz clarificador que apuntas, Almudena, en tu agudeza analítica. 

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