Un programa para la mayoría
Narra Platón en el primer libro de su obra La República un diálogo entre Sócrates y un sofista llamado Trasímaco. Este último reitera que las leyes son en realidad la expresión de los intereses de los poderosos los cuales tienen la habilidad de conseguir que la mayoría de la población las asuma, respete y cumpla como representativas de los intereses generales. Sócrates no entra en debate y se limita a señalar que son muchas las veces que esa minoría de poder no es capaz de cumplir las leyes que ha hecho.
En estos tiempos de inquietud, injusticia, incertidumbre y confusión, aquella parte minoritaria de la mayoría que está concienciada, y pretende que el resto se rebele en nombre de una propuesta alternativa, está fragmentada en multitud de frentes de lucha que siendo distintos y diversos son realmente respuestas puntuales a las mil y una injusticias que el modelo global plantea porque es el modelo, precisamente, el origen de todas ellas. Basta con hacer un simple repaso a la ingente cantidad de siglas, organizaciones, movimientos y frentes de lucha que asisten a las manifestaciones de protesta, para sacar una primera impresión de son varios y múltiples los adversarios contra los que se lucha y que el “enemigo” de cada colectivo es precisamente el más importante y urgente de combatir. Todo ello se ameniza con una abigarrada exhibición de banderas, símbolos, consignas y pancartas que difuminan aún más el origen único de todos los problemas que se difuminan.
Tampoco faltan las referencias directas a las organizaciones políticas o sindicales que supuestamente tienen la solución desde los postulados ideológicos que las conforman. Es habitual ver como los “ismos” (denominaciones de las distintas manifestaciones de las Internacionales obreras o de las nuevas visiones de liberación) se invocan como la respuesta taumatúrgica a tantos males. El resultado de todo ello es que los ciudadanos no iniciados en estos lenguajes y en estas cosmovisiones recelan, cuando no se inhiben, al considerar que van a su medro particular. Y podrá doler y podrá ser considerado como injusto pero es evidente que sin esa mayoría social la idea de cambio es simplemente ilusoria cundo no quimérica.
Cuando los sabios llegaron a la conclusión de que el Universo es el resultado de la interacción de cuatro únicas fuerzas: la de la gravedad, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil no se contentaron con eso y siguen buscando de manera tenaz y rigurosa la respuesta que unifique a estas fuerza, el origen único de las mismas y en consecuencia la explicación global. ¿Dónde está nuestra teoría unificada? ¿Dónde tenemos una respuesta que unifique a todas las luchas sin que por ello pierdan su identidad, su especificidad, su protagonismo? ¿Cuál es el marco común que es capaz de cohesionar y a la vez de subrayar lo diferente?
Ese marco existe, lleva a nuestro lado sesenta y cinco años. El 10 de Diciembre de 1948 la ONU, sin ningún voto en contra aprobó la solemne Declaración de los Derechos Humanos. El 14 de Diciembre de 1966 casi todos los países del planeta aprobaron, firmaron y se comprometieron a desarrollar los llamados Pactos de Derechos Políticos y Económicos. Con la firma de Adolfo Suárez se convirtieron en materia de obligado cumplimiento en España desde el 27 de Julio de 1977. En estos pactos se contemplan la primera generación de Derechos Humanos, los políticos, y también la segunda, los sociales. El autor de estas líneas no quiere entrar en describirlos; piensa que si la cuestión, al llegar aquí, no ha despertado interés en el lector para que él mismo se ilustre, es que no merece la pena.
Se me dirá que falta una tercera generación: la de los derechos medioambientales y del planeta; es cierto pero también lo es que en el año 2000 se aprobó un documento llamado Carta de la Tierra en el que personalidades mundiales de primera línea plantearon toda una propuesta de derechos medioambientales que en absoluto desmerecen por rigor y altura a la solemne Declaración de 1948.
No busquemos más referencias globales y programáticas que nos cohesionen a todos y que además sean entendibles por la inmensa mayoría de la población. ¿Hay algún movimiento, colectivo plataforma, partido político o sindicato que se sienta extraño a este ámbito de Derechos? Exigir que se cumplan es, hoy por hoy, una bandera de lucha y organización ciudadana sin parangón. Luchamos porque se cumpla una legalidad que los poderes no son capaces de cumplir. Ellos están en la ilegalidad.
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