domingo, 22 de diciembre de 2013

Desde Italia con lucidez

Hoy leo en La Repubblica un editorial de Eugenio Scalfari  un lúcido y experto, periodista sin edad, -la inteligencia y la conciencia nunca envejecen ni se acaban- comprometido desde siempre con el bien común como finalidad de cualquier proyecto político serio que merezca la pena. Hace un análisis muy acertado acerca del riesgo que comporta la aparición de los "mesías" políticos y 'salvadores de la patria'. Y no es sólo en Italia donde esta idea ha echado raíces, quizás por la herencia ancestral del Imperio Romano, que se ha quedado incrustada en el inconsciente colectivo de todos los países de tradición católico romana. Al fin y al cabo la iglesia católica ha sido la fiel guardiana y transmisora de los 'valores' imperialistas durante los últimos 1700 años de rodaje. No es extraño que educados en la onda de un dios todopoderoso que impone "su" orden y "su" voluntad -Pantocrator- como única ley verdadera bajo las amenazas de un castigo eterno o de un premio sin fin para quienes incumplan o cumplan sus mandatos, las sociedades traumatizadas por ese legado, sigan buscando su "mano salvadora" en un líder, un mesías o un tirano, un 'imperator'  y un 'pontifex' que les lleve por el buen camino con la seguridad de no 'perderse'. Claro, que esa escapatoria conlleva peligros mucho peores que el aparente caos de la búsqueda de nuevos parámetros, necesaria e imprescindible en épocas de cambios radicales en las que se precisa dar un salto evolutivo que unos pueden asumir y otros no.

Esa opción mesiánica encierra miedo, pereza intelectual y social, abulia de la voluntad, mediocridad en las aspiraciones y miedo a morir a lo viejo, porque se temen cortes radicales en la inercia conocida, violencias, rapiñas y desastres, que además ya se están sufriendo hoy de la mano implacable y cruel de los mercados y el capital salvaje e inhumano, convertidos, desde la revolución industrial ,e increscendo, en el ideal irrealizable de un progreso insostenible; ya se está viendo a lo que hemos llegado: a gobiernos súbditos del dinero que son capaces de sacrificar al hombre ante ese ídolo egoísta y monstruoso, que de ser un medio de trueque perfectamente modificable y sustuible como la moneda o el cacao de los aztecas o las piruletas, las canicas y los cromos de los niños, se ha convertido en la única finalidad, en el único "paraíso" deseable e imprescindible para la humanidad. En un desastre de dimensiones planetarias, que ahora está sufriendo la Europa que, saliendo de las cenizas y ruinas del II Guerra Mundial,  durante la segunda mitad del siglo XX constituyó la referencia cívica y ética para el resto de países del Occidente aparentemente "civilizado". Por eso - y en esto mi solidaridad con Sacalfari es total- cargarse ahora la mejor Europa conocida en la Historia, bajo la bota insaciable de los mercados y los mesianismos gestores, que no políticos, -porque no sirven a la 'Polis' que es la metáfora perfecta de la ciudadanía, sino a sus propios intereses, fijaciones y manías obsesivas de grandeza-, sería el fin de un proyecto humano de un valor único.
Una Europa Federal es el futuro más lógico, justo y  deseable para toda la UE. Pero no a cualquier precio. No al precio de la obediencia a los mercados, ni de la supresión de los derechos básicos y las libertades cívicas, sino dando el paso de independizarse de ese sistema, junto con América Latina y los países emergentes. Haciendo que la balanza, hiperinflada y bulímica, del capital yankie, - aunque se prolongue en China y Rusia, el fundamento explotador es el mismo- se equilibre en un mundo con diversidad, con riqueza de miras y proyectos nuevos de solidaridad y apoyo mutuo que superen el limitado horizonte de la ambición entrópica convertida en avaricia, injusticia y rapiña expoliadora como símbolo de un estatus y de una riqueza parcial, que se nutre de la miseria global y se infiltra sibilinamente en todas las instituciones y sectores de la sociedad, en los medios de comunicación con lo que Chomsky denomina la  fabricación del consentimiento, que es, en lenguaje llano, una descarada y agresiva comida de tarro social desde los media usados como altavoces publicitarios al servicio de las grandes y contadas fortunas del Planeta. La gran banca.

Los europeos del Sur no podemos seguir así, aplastados por la ignominia en la que también coopera nuestra cómoda y resignada disposición ancestral a "ser salvados desde arriba", Esperando a Godot, como en la alegoría de Becket, para que corte el nudo gordiano y solucione lo que sólo podemos solucionar los ciudadanos despertando al recordar que la fuerza mantenedora real es una base humana solidaria, libre y justa, que debe crecer en consciencia, en sabiduría pragmática, en información reflexionada y en responsabilidad sobre su propio poder motor autónomo y organizativo, como orientadora y vigilante de la gestión pública, por medio de representantes reales, elegidos directamente sin el filtro enchufista de los partidos gestores. Elegir como representantes a los que se reconocen como capaces, honestos y adecuados para tales responsabilidades, en escala, desde el barrio, el municipio, la provincia y la región hasta llevarles a gestionar el Estado. Otro modo de elegir y de hacer. Para eso es imprescindible educarnos y descubrir los valores superiores y éticos del bien común, que dejan sin contenido las componendas, las "ganancias" y la corrupción, que hasta ahora ha sido el deus ex macchina del "poder", desprovisto de inteligencia y de honestidad, de su dimensión democrática, sólo  como fuente de empleo, remuneración eterna, estatus oligárquico y prebendas 'shobre-cogedorash' añadidash al bolshillo por los mejores postores para comprar impostores. Falsos representantes que sólo se seriven a sí mismos y a sus amos. Los de siempre. Los que lo mismo alquilan el Dragon Rapide en caso de emergencia que cambian el águila imperial por una gaviota carroñera si la simbología lo requiere. La misma eterna y cutre estupidez caciquil que tomó forma en los tiempos feudales y que aún no reacciona porque sigue habiendo siervos de la gleba, en el mismo estado de intelecto plano, dispuestos al shobre-cogimiento intergeneracional sin solución de continuidad.

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