El prelado de Castellón pone en duda que la Iglesia deba
adaptarse a los nuevos tiempos al añadir que no hay que olvidar que ésta
"no es dueña, sino servidor.
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Y digo yo, que, tal vez, más de un prelado de esa iglesia, según la teoría del obispo castellonense, por lo que dejan entrever, pudiera ser hijo de algún maridaje destarifado semejante al que apunta y del que acusa a las parejas homosexuales. Porque las pertubaciones de la pederastia eclesiástica, por ejemplo, han debido salir de una genética y de una educación y costumbres no demasiado sanas ¿no?
Es el colmo. Si la iglesia no se debe adaptar a la evolución de la conciencia del ser humano, según afirma este buen señor de la foto ¿como piensa entenderse con él, digo, con el ser humano al que dice que sirve? ¿En Jurasic Park, en morse o por señales de humo? Y ¿si la Iglesia católica no es dueña de nada ni de nadie, sino servidora de todos, por qué no se limita a servir con humildad a los más pobres y necesitados, se sale del poder que ostenta, deja de dar lecciones de lo que ella misma es incapaz de cumplir, trabaja como todo el mundo y se autoabastece con su labor y sus oficios, en vez de chupar del bote estatal y no pagar jamás el IBI y encima ir juzgando y condenando todo lo que "los nuevos tiempos" cambian en la sociedad humana, para civilizarla, desfanatizarla y hacerla más sana, habitable y ética?
Cada vez que un obispo de estos abre la boca, es para demostrar lo lejos y remoto que les queda la frescura y la gracia de Jesús y su mensaje. Cada vez que intentan "hacer apostolado" dejan más en evidencia lo que pretenden negar: que a su montaje escénico se le ha pasado el arroz. Que, de tanto freirse la sesera se les ha terminado el aceite y apagado la lámpara en la antesala de la vida, porque hace tiempo que llegó el novio y los invitados a la boda ya la están celebrando con él, mientras ellos, los controladores del cotarro, siguen esperando el parto de los montes, quizás a que el camello se haga una liposucción o se vuelva anoréxico para que quepa por el ojo de la aguja... O esperando a Godot, que viene a ser lo mismo; que no se puede remendar un tejido destrozado con paños nuevos, porque lo nuevo se invalida y lo viejísimo se hace jirones, ni meter vino nuevo en odres hechos puré por el mal uso y el desgaste mal llevado, porque se queda hecho un colador y, naturalmente, el vino se desparrama. Y que el desgaste y la inadecuación no son cosa de "modernos" o "carcas", sino de estar despiertos o dormidos cuando llega el momento de cambiar y metanoiearse de verdad. O sea, de dar un giro kopernicano al panorama de la conciencia y cambiar de la muerte a la vida. Pero no en el más allá. Sino aquí y ahora. Que se sepa, el obispo de Castellón, no le ha dicho nada a Fabra sobre sus abusos y latrocinios en el erario público. Claro, como no es homosexual, está libre de pecado y no sólo puede tirar la primera piedra, sino que se ha pasado veinte años colocando primeras piedras en todos los enjuagues de su jurisdicción administrativa, hasta llegar a construirse con dinero público recortado a los servicios ciudadanos un aeropuerto con su estatua y sin aviones, sólo para llevar a sus nietos a la inauguración, a ver si les gusta. Y eso es tan normal...y sin perturbaciones, ¿verdad, ilustrísima?
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