Ayer las noticias se asombraron y reprodujeron hasta la saciedad el primer discurso coherente de la alcaldesa no elegida de Madrid. El discurso no estaba dirigido al estado actual del municipio, del que hay materia más que suficiente para discursos y denuncias al juzgado de guardia, sino a la política del Gobierno ppero que preside "el enemigo". Rajoy.
Aznar ya lo ha intentado sin conseguir nada. Ahora le toca susurrar y escribir los discursos y arengas a través de su "santa", casada y sumisa, al más puro estilo del último bodrio-betseller del catolicismo itálico endosado sin miramiento alguno al arzobispo de Granada y aceptado por él como un don del cielo. Del suyo, claro.
La versión madrileña del paradigma no ha tardado ni quince días en salir a la palestra: "Cásate, sé alcaldesa y blaffle de tu esposo. Mujeres sin miedo al ridículo ni corte alguno, capaces de cualquier cosa para que su sumisión las lleve por el mundo dando cursos de esperpentos sin fronteras. "
Tal vez Aznar ya se veía en un brete sospechando que unos e-mails le iban a traicionar sacando a la luz sus mejunjes con Blesa, ese compañero de colegio y andanzas varias, tan torpe como para arruinar a los afectados por las 'preferentes' comprando un banco en ruinas con los ahorros del prójimo, pero tan listo y enchufado como para pagar una fianza de escándalo en 24 horas e irse de rositas mientras los cómplices amigos de toda la vida se cepillan al juez instructor de la causa por medio de influencias, enjuagues, amenazas y chantajes varios.
Está claro que no hay mejor regalo de la vida para un hombre sin escrúpulos, trepa y mediocre, que una esposa crédula, sumisa y descerebrada, capaz de dar constantes pruebas de su condición. Enamorada hasta los tuétanos del glamour del personaje y del caché que recibe de refilón, como la Luna es visible sólo con el reflejo del sol. Para Botella, su Josemari es el sol que más alumbra y da más postín, más faes, más bodorrios gürtelvoltaicos y mejor porvenir a la descendencia. Mientras para él ella es un felpudo político cómodo, suave, adaptable y familiar. Como Platero, pero sin gota de poesía y sin un Juan Ramón Jiménez que le escriba los discursos. Una procuradora en Cortes o un gato de los chinos. A elegir.
Son de catálogo. De libro de instrucciones para subir a las cumbres de la gloria más cutre o para salir corriendo sin mirar atrás evitando quedarse como la mujer de Lot al escapar de Gomorra. Son la esencia materializada del toco-mocho político. Los Bonny & Clyde de un guión tragibufonesco escrito por el Loco del Tarot. Como el discurso en Brasil. O como la coreografía de los sueños corruptos de Aznar. Ésos con que nutre sus interminables episodios hagiográficos. Señor, qué cruz reduplicada cual aoristo heleno!
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