viernes, 13 de diciembre de 2013

El futuro español, una carambola entre Marx, Gandhi y Tolkien



Antes de que esta actualidad atropellada y embrutecida nos confunda y licue las neuronas del personal con majaderías delincuentes y delincuencias majaderas camufladas de legalidad ilícita e ilegítima, hagamos un acto de sensatez y tratemos de  pensar para dejar de ser pensados por otros como cebos de anzuelo por pescadores sin. Sin conciencia, sin capacidad para ver algo más que billetes de banco y sin vergüenza conocida que les convierta en creíbles y dignos de confianza.

Veamos nuestro mapa geopolítico sin que nos influya ninguna ideología; veamos nuestras necesidades básicas, nuestros derechos y nuestros deberes, que no pueden existir los unos sin los otros. Los derechos segregan deberes y los deberes derivan en derechos. Si se tiene el derecho a la libertad es porque uno es capaz de hacerse cargo de su responsabilidad y de las consecuencias de todo aquello que pueda hacer libremente con esa libertad. Al cumplir el deber de pagar impuestos a un Estado y a un ayuntamiento se adquiere el derecho a tener un trabajo y un techo dignos, un país gobernado con justicia y honradez y un ayuntamiento abierto y transparente con los ciudadanos a los que sirve, no a costa de  los que los ediles y políticos gestores se enriquecen y medran.
 La cosa es mucho más sencilla y llevadera de como nos la pintan y nos la complican porque los gestores no se aclaran y confunden "programa-programa" con ideologías siempre enfrentadas. Y saltan de una cosa a la otra sin saber a qué carta quedarse y si lo saben, no lo practican demasiado bien. Acaban olvidando que no están ahí para mandar ni manipular sino para servir a quienes les pagan y eligen para eso, para servirles como gestores. Nada más. Y nada menos. Servir como los ciudadanos necesitan ser atendidos hoy con todos los retos evidentes, no como al fundador de mi partido se le ocurrió en un momento histórico muy distinto del actual, aunque la idelogía se empeñe en que no es así y en que todo se repite.
Pues no, no todo se repite, sino que como cantaba Mercedes Sosa "Todo cambia", como también intuyen y argumentan tanto Marx como Heráclito de Éfeso: no hay creación ni final, sólo transformación y  cambio. No te bañas dos veces en la misma agua del mismo río. Nada se repite aunque no lo parezca y el zafio aburrimiento del humano dormido no lo pueda apreciar. Cada día es irrepetible y cada momento es único y no vuelve más cuando pasa. Nada empieza ni termina, todo cambia, lo superficial y lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. Cambia el pelaje la fiera, cambia el cabello el anciano y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño. Y deberíamos preocuparnos seriamente si a los 60 años estamos aún con la misma visión iconoclasta, incendiaria, rígida e inmadura de los 15 o los 18. O el juicio Torquemada de los 25. Si seguimos fieles a las mismas rutinas mentales, criticando fieramente y sin escuchar todo lo que nos pone en evidencia aquello que no entendemos, es que existe una sintomatolgía crudísima de  anquilosamiento bunkeriano. Sea de izquierdas o de derechas. La cerrazón es ambidiestra pero no lo sabe. Por eso es cerrazón y no apertura.

Las ideologías son connaturales al hombre. Nunca se es neutro ni en el pensamiento ni en los sentimientos ni en las acciones. Porque todo ello repercute y modifica el entorno de cada uno, por eso es tan importante la educación, pues  mediante ella y sus valores básicos se modela nuestra personalidad, nuestra conducta y nuestra actitud ante la vida. La batería de ideas que ejecutamos determina la orientación de la existencia. Y aún más, cuando  esas ideas se extienden y se convierten en un credo político, social, religioso, cultural, económico, etc...ya hemos creado una tendencia común, un esquema  comportamental. Un paradigma rector. Y si éste  se institucionaliza, nacerá un partido o asociación política que aglutinará a los afines entre sí y los enfrentará, los separará del resto y los enemistará a los diversos y distintos. Crearán así una tensión activa, que perderá más tiempo en pelear por el poder y la influencia que en realizar los cometidos que la ciudadanía les ha encomendado. O sea, que esa misma dinámica del absurdo conseguirá dejar sin valor cualquier "programa" estupendo que se pergeñe en tal ámbito de mediocridad.
Una señal de madurez es conseguir tener la propia ideología y desde uno mismo y su conciencia, cuyo valor no puede estar bajo ningún otro poder, ser capaces de dialogar, escuchar, respetar y cooperar con las demás ideologías, hasta formar todos juntos un grupo gestor capaz de servir al bien común antes que a los intereses parciales de cada sector idelógico. Entonces se ha comprendido que las ideas no son las dueñas del hombre, sino las herramientas que el hombre posee para hacer posible el bien común por encima del propio egoísmo. Y si tiene que ceder procesiones y novenas a Santa Rita, a cambio de ética en la escuela, lo hará. Y si tiene que ceder limosnas voluntarias y puntuales, a cambio de justicia para todos que procure cobertura social y elimine la humillación del limosneado y la conciencia social inconsciente y missing del limosneador, también lo hará, porque las ideas, como todos los bienes, incluído el dinero, están por derecho natural al servicio del bienestar de todos , no sólo del grupo que las pone en marcha para sacar tajada en cualquier sentido.

Ya no es tiempo de divisiones en bandos, eso corresponde al pasado. La Tierra se está quedando muy pequeña y la conciencia humana está cada día más despierta y amplia, se diría que el crecimiento inteligente y despierto del ser humano está en relación inversa a su crecimiento expansivo avaro y depredador. Y eso las ideologías no lo han visto, tal vez no puedan verlo precisamente por ser teorías especulativas inoculadas y no nacidas de una vivencia directa y concreta. Por eso siguen la marcha de la ruptura y la discriminación. Por eso uno puede ser ateo e irreligioso y una gran persona o creyente devotísimo y un mal bicho capaz de lo peor. Por eso  quizás una persona compasiva conservadora a veces puede ayudar mejor que un progresista de izquierda radical sin sentimientos, al que sólo le importa imponer su idea pasando por encima de las personas que su idea ignora, como sucedió en la Rusia de Stalin o en la guerra civil española, donde por ideas, incluso se denunció a los amigos y a la propia familia si no encajaban en el ideario personal. En ambos lados del conflicto con igual saña.

La semana pasada en la Sexta Noche escuché y vi a Julio Anguita; un político al que siempre he respetado y admirado. Y muchas veces, votado. Sin embargo me di cuenta de que su ideología le impide ver el problema actual de la fragmentación y la "lucha" ya innecesaria como herramienta. Ya se ha luchado durante casi dos siglos no por el bien común, sino por el triunfo del ego grupal y de la idea que de ese bien(¡?) tiene cada grupo. El resultado es patético. Los logros que parecían ser la panacea, se han ido al cuerno en un solo pestañeo de la avidez mercantilista y especulativa sin entrañas. Y todos los lideres de todas las ideologías han mordido la manzana de Blancanieves ofrecida por la bruja ávida del capital insaciable, que hasta ha corrompido las más puras ideologías comunistas y las ha convertido en mafias rusa y china, o en el bunker cubano sin futuro, como el Macondo de García Márquez, no por casualidad, sino porque algo muy gordo ha debido fallar en el sistema de la utopía marxista. Posiblemente, las interpretaciones que los seguidores con el filtro de sus traumas, fijaciones  y odios personales, hicieron de ella. Como la iglesia católica, mediante los mismos filtros, ha desfigurado el mensaje de Jesús hasta dejarlo en un total ecce homo, al que una abuelita aragonesa ha pretendido  adecentar a su aire. Patético. Una pena. Si Marx o Pablo Iglesias apareciesen ahora se quedarían espantados de lo que se ha hecho con sus ideas. Lo mismo que el Nazareno se quedaría viendo el Vaticano y el show de su supuesto vicario general castrense de turno. No se equivocaba para nada Leonardo Boff, teólogo de la liberación, cuando en su libro Iglesia, carisma y poder describía con una justeza exacta el paralelismo hiperrealista entre la  Curia católica romana y el Kremlin soviético. Ideologías opuestas y métodos calcados. Necesidad de un "enemigo" externo al que combatir sin ver ni por asomo que el peor enemigo no está fuera jamás, sino agazapado en la egolatría que se traspasa del ego propio al colectivo.  Es un hecho tóxico. Por eso nunca se logra el objetivo ideal, en el fondo lo único que importa de verdad es el ego, aunque sea ideológico nada más, y nada menos, no el bien común, que incluiría también compartirlo con el "enemigo", al que no se le debe dar 'ni agua', como me ha escrito hace unos días un devoto luchador de IU. Y sin embargo ese agua que se le niega al enemigo para que crezca y mejore el TODO social, acaba por empantanar, embarrar y arrasar,como una riada inútil llena de fango, los propios logros parciales del "luchador" que aún no ha comprendido que sólo "lucha" contra sí mismo cuando entorpece el diálogo, el respeto y la tolerancia con lo diverso, que sólo es el negativo o la cara oculta de uno mismos y de toda su "perfección" y purismo ideológico, pero estéril para el logro de un mundo más sano y ético.

España está prisionera entre dos 'talibanismos', el del pp y el de IU. La dos viejas y cascarrabias Españas que denunciaba Antonio Machado no acabaron en la thermomix de la dictadura, no, qué va, se quedaron agazapadas en la memoria genética del mismo odio que ya nos partió por el eje en el 36 y ahora siguen en la brecha en cuerpos distintos y mentes idénticas. Esas reminiscencias rupestres que también vio Unamuno, en su último discurso en Salamanca, 1937, al ver la que se había liado, antes de que lo encerrasen en su casa vigilado por falangistas y no volviese a salir de ella hasta que lo hizo en un ataud. Las dos Españas son como la falsa madre del juicio de Salomón, prefieren mutilar y matar el futuro  antes de que lo posea "el otro lado". Como si eso fuera posible. Nunca el dogmatismo puede ser un futuro para nadie. A base de practicar la Ley del Talión se han sacado los ojos mutuamente y no ven nada. Deberían trabajar para la ONCE en vez de encenagar el Parlamento con su cinta de Moebius, o su perro del hortelano, que ni hace ni deja hacer.
El PSOE, nada clarividente, sufridor encogido, anodino, y sin entrar al trapo del dislate, se sostiene como puede haciendo el pinopuente entre esas dos aguas turbias e ideocéntricas, pero ha perdido la baza de la ciudadanía que siempre creyó y esperó de él el justo camino del medio, como Buda. La social democracia que permitía la pluralidad sin tapujos ni obsesiones. Y el Estado como bien común. Paro ahora le echa en cara que no se mueva, que no se abra, que sobreviva en la trinchera escondido, defendiendo que esto "debe ser un reino" y no una república, y que lo de Catalunya pasa a la fuerza por un Estado en tal estado de putrefacción y con el residuo tóxico del gonzalismo como banderín de enganche todavía pegado al resuello, sin apoyar claramente a los desahuciados en la calle y a los recortados saliendo con ellos y estando a su lado, ofreciendo servicios de emergencia social, de atención, banco de alimentos, que se sostenga con un diezmo por parte de todos los políticos socialistas que en esta legislatura cobran del Estado, y abriendo sus sedes a los movimientos sociales, no para que les voten, sino porque sienten que la causa es la misma: el dolor del atropello de familias enteras por la banca pirata y su comportamiento criminal, hasta con muertos reales.

¿De dónde llega el impulso para que a pesar de todo la ciudadanía resista, se organice, trabaje, se invente monedas alternativas que permiten seguir trabajando y comiendo por el trueque de trabajo, comida, atención y necesidades compartidas, no tenga miedo ni odio contra nadie y consiga resistir sin violencia a pesar de que sí la traten violentamente hasta con leyes agresoras? De la frescura del 15-M. Del impulso de los limpios de corazón y de alma. De los que no quieren el poder, sino que se realizan en el servicio del anonimato, en la reciedumbre de la generosidad sin más pretensión que el bien común y la praxis de la modestia diaria. Aunque es justo y hasta necesario que de él surjan partidos para que las urnas los confirme como representantes en el Parlamento, en sí mismo, el 15-M nunca será un partido porque prefiere que todos seamos enteros, completos y autónomos y  a la vez uno solo en solidaridad responsable. Es un movimiento profético porque denuncia, no ataca, entiende, respeta y trabaja por el bien común sin pedir la tajada correspondiente e incluso renunciando a ella cuando se la ofrecen. porque marca vías de salida y no teme ser pionero en ellas, abrir puertas insospechadas a otras dimensiones que aún no se habían explorado ni imaginado. El cuidado responsable y amoroso del Planeta, el respeto a los demás, sean como sean, el empoderamiento cívico y responsable, maduro, de los ciudadanos respecto al poder legislativo por medio de plataformas e iniciativas que deciden y aportan su cooperación y exigencias directas a los gobernantes. El valor de las asociaciones de barrio, de moneda alternativa, de cooperativas de producción, la simplicidad y la belleza de una vida que ya no necesita el capital como única y perentoria recompensa del trabajo, sino otros estímulos y salarios mucho más creativos y ricos...En ellos están reflejadas las luces de Buda, Jesús, Marx y Gandhi. Sin ni siquiera proponérselo, aún desconociendo muchos de ellos esas analogías. Pura física cuántica entre la mente, el deseo y la praxis compartida y personal en un pack coherente.  

Si nuestros representantes como gestores políticos se diesen cuenta de lo que significa esa marea social con olas y fondos esenciales tan variados y despiertos, no pretenderían apoderarse de ella para aumentar votos, ni aniquilarla temiendo que se los quiten; se sumarían a ella para que así "las dos Españas" se transformasen por fin en una realidad acogedora, riquísima en su diversidad y abierta hacia el mejor de los futuros. Una realidad cuyo Estado obedecerá a la voluntad legítima de los ciudadanos, en la que ya ningún gestor distinguirá entre "la ciudadanía y el poder", porque verdaderamente será una Demo-Krathía, no el resultado de una demoscopia manipulada y torpe a favor del que mejor la engañe. Cutre y penosa. Como hasta ahora ha sido.
La Tierra Media dejará de "luchar" porque habrá descubierto que Saruman puede llegar a ser Gandalf si se lo propone y el reino de Mordor acabar como el más hermoso jardín de los elfos sin necesidad de guerras que sólo son para entretener a los caminantes y hacer que en las batallas y en los parones entre guerras del camino crean que ya han llegado a casa, sin darse cuenta de que sólo luchan contra el fantasma de sus miedos y del replay de la historia, perfectamente superable desde la inteligencia lúcida y la solidaridad ética del verdadero amor, libre, igualitario y fraterno.





No hay comentarios: