El Papa Francisco y el capitalismo
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Cuando yo era niño, mis
padres me enseñaron que una cosa son las religiones (aconsejándonos a mí
y a mis hermanos ser respetuosos con sus creyentes, como parte del
respeto debido a todo ser humano) y otra cosa son las Iglesias (del
color que sean), que reproducen y gestionan las religiones para
beneficio de sus aparatos o jerarquías, lo cual explica su constante
identificación con las estructuras de poder a las cuales sirven. Ni que
decir tiene que mis padres no nos exigían respeto por dichas
instituciones. Todo lo contrario, teníamos que juzgarlas por su
servilismo a esas estructuras.
A lo largo de mi vida he
vivido y visitado muchísimos países. Y en todos ellos siempre he visto
que las Iglesias (y muy en especial la Católica) sirven siempre a las
estructuras de poder, siendo España el caso más patente. Es, por lo
tanto, comprensible el anticlericalismo de las clases populares en
España y considero un síntoma de enorme frivolidad trivializar este
anticlericalismo como un sentimiento gratuito, resultado de ideologías
extranjeras que manipulan a los pueblos. Las clases populares no
necesitaban ningún estímulo externo para ver y reaccionar a lo que
veían.
Este conservadurismo de la
Iglesia Católica (una de las religiones más conservadoras hoy
existentes) es, en parte, comprensible, debido al beneficio económico
que le reporta. La base material de su ideología -como dirían los
materialistas históricos- son las ventajas materiales que derivan de su
servilismo al poder. Pero este mismo servilismo es lo que explica su
postura anticientífica, pues se siente amenazada por el conocimiento
científico. No es por casualidad que no fue hasta el año 1992 (sí, 1992)
que la Iglesia Católica se disculpó por haber perseguido en el siglo
XVII a Galileo, que tuvo la osadía de indicar que, en contra de lo que
decía la Iglesia, era la Tierra la que daba vueltas alrededor del Sol y
no al revés. En 2008, el Vaticano incluso pensó en hacerle un monumento,
aunque decidió retrasarlo porque era todavía demasiado pronto. En la
Iglesia Católica, las cosas de palacio van un poquitín despacio.
¿Qué está pasando en el Vaticano?
Es interesante,
por cierto, que en el diario del Vaticano, un historiador alemán, Georg
Sans, escribiera en 2009 un artículo alabando a Karl Marx por su
introducción del concepto de alienación originado por el capitalismo.
Decía Georg Sans “tenemos que preguntarnos si Marx no llevaba razón en
su descripción del capitalismo como generador de alienación…” (citado en
“Is the Pope Getting the Catholics Ready for an Economic Revolution?
(Maybe He Read Marx)”, de Lynn Parramore). Y las declaraciones del nuevo
Papa criticando al capitalismo están creando un gran revuelo.
Ahora bien, hay que darse
cuenta de que la Iglesia Católica, y concretamente el Vaticano, siempre
ha tenido actitudes críticas hacia los excesos del capitalismo. Desde
las encíclicas de León XIII (1878-1903) hasta Juan Pablo II, las
críticas del exceso del capitalismo han sido constantes, en general, más
acentuadas cuando otras ideologías contrarias a la Iglesia (aunque no
contrarias a la religión) como el marxismo adquirían gran atracción en
los movimientos obrero e intelectual del mundo occidental.
Ahora bien, lo que es nuevo
en el Vaticano es que en el documento que acaba de publicar el Papa
Francisco sobre la pobreza y la Iglesia, parece haber un atisbo de que
este Papa quiere ir un paso más allá, pues su crítica no se limita a los
excesos del capitalismo, sino al capitalismo en sí. Existen partes del
documento que parecen aproximarse a esta postura. Escribe Francisco: “el
mandamiento No matarás establece un mandato a respetar la vida
humana. De ahí que este “no matar” debe aplicarse a un sistema económico
basado en la desigualdad y en la exclusión…”. Añade Francisco que “tal
economía mata. De ahí que hasta que no termine el dominio absoluto de
los mercados y su especulación financiera (que Francisco indica
correctamente que es intrínseca en el capitalismo…), y hasta que no se
ataquen las raíces de esas desigualdades, no se encontrará ninguna
solución a los problemas del mundo, o a ningún problema”.
Otro párrafo de Francisco:
“algunas personas (Francisco podría haber escrito la mayoría de los
establishments económicos, financieros, políticos y mediáticos europeos y
estadounidenses) continúan defendiendo las teorías del “trickle-down”,
que asumen que la concentración de la riqueza que se produce en el
crecimiento económico (capitalista) y en sus mercados, traerá
inevitablemente mayor justicia e inclusión, al aumentar tal riqueza y
mejorar la vida de todos y la cohesión social. Dicha opinión, que nunca
ha sido confirmada por los datos, expresa una ingenua y cruda fe en la
bondad de los que concentran el poder económico y en la eficiencia
sacrosanta del sistema económico existente”. No he visto este párrafo
citado en ningún de los medios de comunicación de mayor difusión
españoles, que sistemáticamente han excluido a voces críticas del
neoliberalismo dominante.
Ni que decir tiene que la
respuesta ha sido predeciblemente hostil. En EEUU, un país con una
cultura mediática dominante profundamente conservadora, ya han aparecido
varios titulares, escritos en tono alarmante, que “Marx está inspirando
al Papa”. Y Sarah Palin, la dirigente del Tea Party (la secta más
próxima a la jerarquía católica española, versión Rouco) ha expresado su
shock frente a las declaraciones de Francisco. Y más de un editorial ha
indicado que de la misma manera que el Papa Juan Pablo II contribuyó a
colapsar la Unión Soviética, el Papa Francisco puede ayudar a terminar
con el capitalismo.
Me parece exagerada esta
imagen. Pero sería un error que las fuerzas progresistas ignoraran los
cambios en el Vaticano. Entiendo y comparto (como aparece en mis
escritos en www.vnavarro.org) las reservas y el escepticismo sobre el
nuevo Papa, escepticismo estimulado por casos tan ofensivos e hirientes
para los demócratas como el silencio de Francisco frente al homenaje de
los caídos en la Cruzada española. Pero sí que considero valioso que
haya cambios en la Iglesia que diluyan su enorme oposición al cambio y
al progreso. Y de ahí su enorme importancia. Sería un gran error no ser
conscientes de ello, en un país en el que la Iglesia siempre ha jugado
un papel negativo en su defensa del orden económico establecido y en
contra de la expansión de los derechos humanos.
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Sería muy reconfortante que el "estilo Francisco" repondiese a una realidad y no flotase sobre él la sombra de la sospecha más que justificada sobre las triquiñuelas eclesiásticas y su capacidad para el mimetismo superficial según soplan los vientos sociales mientras permanece en el mismo fondo de siempre, que le ha permitido estar manejando el poder del mundo y al frente de la "espiritualidad" de todos los imperios, desde el año 313, tras el Edicto de Milán, correa de transmisión de la que nunca se ha apeado, porque le supone la supervivencia a cambio de simular que cambia para que todo siga igual, que viene siendo el fondo subterráneo del asunto.
Este "cambio" de look está más que estudiado por el viejo dinosaurio vaticano, que reencarna en cada papa al uso y que acaba en un plisplás, con cualquier papa que no se adapte. Parece que el Profesor Navarro no conoce el curriculum de monseñor Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires durante la dictadura militar en Argentina. Y su connivencia cómplice con ella para "salvar" a su iglesia de toda sospecha a cualquier precio. ¿Será que de verdad existen los milagros y el sólo hecho de vestirse de papa puede cambiar a un hombre y darle la vuelta como a un calcetín? ¿O no será que después de comprobar que los dos papas anteriores han arruinado el glamour católico con su carcundia urbi et orbe y su miedo a lo nuevo cuando ya la calle, la sociedad y los ciudadanos no les hacen ni caso, esa iglesia ha decidido apelando al Evangelio interesadamante, contemporizar con las bases sociales, los movimientos de liberación del sistema, que están creciendo en todo Occidente, y cuya referencia sólo se ha estado usando en los discursos de cuando en cuando, para hacer clientela demagógica, mientras se vivía divinamente arropados por los poderes del capital y de espaldas a la justicia, sustituyéndola por la limosna?Ahora, ante lo que se avecina y se está gestando, la iglesia se lava las legañas y se maquilla de okupa, de protesta y de lo que haga falta. ¿No le mosquea al Profesor Navarro que este papa ponga a la curia a parir y no le pase nada, y en cambio a Albino Luciani, Juan Pablo I, que se puso a reformarla de verdad y a liquidar la corrupción, se lo cepillasen en un mes sin permitir que se hiciese la autopsia legal que se solicitó? ¿Es tan ingenuo Navarro que está convencido de que hora, de repente, se le ha aparecido Dios al nuevo vicario, para premiarle por su celo apostólico en los peores tiempos de Buenos Aires, con un master de apóstol prêt-à-porter?
Una iglesia que lleva 1700 años siendo la ideología mediática de todos los imperios, que sustituyó al mismo Imperio Romano convirtiéndolo en "Sacro Imperio Romano Germánico" no cambia en un pestañeo ni en un tris. Necesita mucho tiempo de reforma interior para poder reformar el mundo exterior. "Médico, cúrate a ti mismo", antes de intentar curar a otros estando tú en el mismo estado o peor, porque la corrupción del alma y de la mente vuelve ciegos a los hombres y les priva de lucidez y de amor, que no es la lástima, ni el limosneo, ni los sermones publicitarios, ni los gestos teatrales. El sólo hecho de que Bergoglio vaya de revolucionario y siga tan campante sin que su curia lo haya silenciado, es la prueba del nueve de su pertenencia a la misma trama.
Una iglesia que lleva 1700 años siendo la ideología mediática de todos los imperios, que sustituyó al mismo Imperio Romano convirtiéndolo en "Sacro Imperio Romano Germánico" no cambia en un pestañeo ni en un tris. Necesita mucho tiempo de reforma interior para poder reformar el mundo exterior. "Médico, cúrate a ti mismo", antes de intentar curar a otros estando tú en el mismo estado o peor, porque la corrupción del alma y de la mente vuelve ciegos a los hombres y les priva de lucidez y de amor, que no es la lástima, ni el limosneo, ni los sermones publicitarios, ni los gestos teatrales. El sólo hecho de que Bergoglio vaya de revolucionario y siga tan campante sin que su curia lo haya silenciado, es la prueba del nueve de su pertenencia a la misma trama.
El mero hecho de que sus discursos sean escandalosos para los carcas es una estrategia calculada ecológicamente, para adaptar a los tiempos actuales al mismo dinosaurio de siempre. Que haya muchos católicos, millones, no significa que tengan razón en lo que siguen, porque son muchos, sino que tal vez no se han despertado aún, porque la misma iglesia en la que creen con toda su buena fe, es la adormidera que los tiene en la inopia. Ya lo dijo Marx con más razón que un santo. No lo dijo por odio, como la misma iglesia ha dicho y predicado alo largo de más de un siglo, sino por mera evidencia. De hecho Marx es más afín a Jesús de Nazareth que el catolicismo.
El Profesor Navarro afirma que su educación no fue religiosa, por eso, quizás, no conoce el fondo del pastiche, -no está "vacunado" y no ha desarrollado las defensas necesarias ni las antenas imprescindibles para detectar los síntomas- que nada tiene que ver con Jesús de Nazareth, su mensaje y su vida, sobre todo. El catolicismo es una multinacional sin escrúpulos que se ha servido de un mensaje sublime para hacer un negocio imperial durante siglos sin que se note, porque se ha metido en el mundo emocional con los miedos y las pulsiones, los premios y los castigos en el "más allá", la "dirección espiritual" prometiendo el cielo a los que le pagan y la obedecen, y en las mentes, con los dogmas; ha construido así su pirámide de poder. Ha corrompido a millones de inocentes, en todos los sentidos. Ha modificado e intervenido el inconsciente colectivo durante generaciones. Y eso sigue en pie, como siempre. Francisco está representando el rol que ahora le conviene al negocio de la manipulación de conciencias. La iglesia católica es al Evangelio que "vende", lo que Winnie Mandela fue a Nelson Mandela. Una utilizadora de un proyecto superior al servicio de sus intereses más que inferiores, sus conveniencias y su crueldad. Agravado todo por la hipocresía farisaica que justifica cualquier medio, por obsceno que sea, si le sirve para conseguir su fin, - la "santa desvergüenza" y "el santo cinismo" aconsejados por San Escrivá de Balaguer- que es seguir como está instalada en la cúpula de un mundo tan corrupto como es el que sostiene las desigualdades, la miseria y el abuso, como la base oligárquica de su riqueza basada en la rapiña.
¿Cómo es posible que Francisco sea fiel al Evangelio predicándolo desde el mismo Vaticano que se construyó a base de exprimir el miedo y la ignorancia a base de bulas que compraban el cielo a plazos, pactos con los inicuos, inquisiciones, juicios, excomuniones, fascimos flagrantes como el español o el argentino o el chileno? ¿quién no recuerda a Wojtila dando la comunión a Pinochet, y a los curas castrenses argentinos bendiciendo las armas y batallones de la muerte igual que los españoles incorporados al poder franquista y recibiendo bajo palio al dictador, como al santísimo sacramento y luego canonizar a sus "santos" mártires por el hecho de haber sido de ese bando sin saber cuánta buena gente solidaria y bondadosa fue asesinada por los mentores golpistas de la iglesia católica ni cuántas veces desoyó el dictador las peticiones internacionales de clemencia para evitar las condenas a muerte por ideas políticas? Por favor, es demasiado como para no verlo. ¿Otra vez la piel de oveja pretendiendo ocultar al lobo?
Imagino que Vicenç Navarro al conocer a la excepcional Teresa Forcades vea posible un papa como ella. Teresa es una excepción en la regla. No lo normal en esa iglesia. La toleran porque ella no cuestiona ese poder absoluto, sino que está sometida a él, porque seguramente está de acuerdo con el sistema católico y piensa que más vale mantenerlo mejorándolo un poco que cambiarlo y sustituirlo por el Evangelio montando el poyo que montó Jesús. Esa es la tónica de la permanencia sempiterna, no el Espíritu Santo sino la capacidad de mimetismo con cualquier cosa con tal de perdurar en el tiempo y sobre todo en el poder. ¿Quién puede imaginarse a Jesús viviendo en un monasterio regido por fariseos y tan campante? En algo muy básico tendrían que estar de acuerdo ¿no?
Francisco de Asís cuando volvió de Oriente adonde fue para parar las cruzadas, se encontró con que la iglesia que le había bendecido y autorizado a fundar, le había colado en la comunidad un montón de controladores y teólogos para evitar que su ejemplo fuese tan "escandaloso" como el de los cátaros. Y Francisco no reconoció la casa que había dejado al irse ni a los frailes que la habitaban, que se empeñaban en cambiarle y hacerle entrar en la "normalidad". Francisco sufrió tal crisis de conciencia y de discernimiento que se fue a vivir al monte, a orar y a tratar de descubrir en qué se había equivocado para haber derivado en tal absurdo un impulso tan bello y amoroso. Y no volvió a integrarse nunca en el tinglado manipulador. Prefirió morir lejos, desnudo sobre la tierra y ser enterrado en ella simplemente por sus amigos del principio. Está claro que un Francisco original no tiene nada que ver con un Francisco de segunda mano. Como el hábito no hace al monje, el nombre tampoco hace a un santo. Es el santo el que llena su nombre de contenido. De hecho, Francisco era el apodo de Giovanni Bernardone. Francesco, el francesito, ni siquiera quiso tener eso, un nombre, sino el apodo que le dieron en su pueblo, por ser hijo de una madre provenzal. ¿Habría querido Francisco de Asís ser obispo, cardenal y papa, vivir en el Vaticano en vez de rodeado de pobres y olvidados en las cabañas que rodeaban San Damiano o la Porciúncula, si consideraba que el mejor libro de teología era la contemplación de Dios en sus criaturas y el amor y la bondad feliz y compasiva, solidaria, que esa contemplación despierta en los seres humanos? ¿Cómo puede comprender un papa revestido de poderes a tutiplén, al Francesco que se desnudó en la plaza de la catedral de Asís, se despidió de las riquezas y del caché de hijo de papá e hizo que el Evangelio inundase la Umbria, Italia, Europa y el mundo, como una bendición? ¿Qué habría hecho Francesco en la dictadura Argentina? ¿De qué lado se habría puesto? ¿Y Jesús?
Por mucho que el papa acuse a los ricos del capital, él mismo con su tinglado es un símbolo definitivo de sus bases injustas, mientras no venda el Vaticano y sus tesoros incalculables en el mundo entero, pague el IBI y deje de cobrar concordatos a base de que se paguen con los dineros recortados a los servicios públicos del país y procedentes de los impuestos de los oprimidos por un Estado claudicante con el poder religioso manipulador, y él se vaya a vivir a una casa normal y viaje sin publicidad a visitar las comunidades del mundo donde más se sufre, sin honores de jerarca ni prensa alrededor, sino sirviendo, curando heridas, creando proyectos para trabajar los campos, la tecnología, el medioambiente, escuelas laicas donde se estudie la ética como las matemáticas, la informática o el inglés, para que crezcan libres los hijos del mismo Padre/Madre y funde hospitales públicos donde todos quepan aunque no se lo puedan pagar, entonces y sólo entonces, la iglesia católica demostrará que ha entendido y es capaz de vivir el Evangelio sin necesidad de imponerlo a machamartillo, porque ese Evangelio ya está escrito dentro del hombre y la mujer, la iglesia debería dejar de asfixiarlo con sus teologías de entelequia y acompañar con amor y respeto la obra maravillosa de Dios en el ser humano, que es parte de él mismo. Es Dios de incógnito. Claro que una iglesia que obrase de ese modo, dejaría de ser necesaria, como lo sería el negocio farmacéutico si los médicos sanasen a los pacientes en vez de intoxicarlos cada vez más. La iglesia se vendió a la mala noticia de la culpa y el falso juego del arepentimiento de pago, olvidando la buena noticia y cayendo en el viejo agujero que Jesús vino a reparar en la conciencia humana llenándolo con el amor incondicional y la simplicidad de vida. La iglesia es el verdadero Judas. Y ya se sabe como acabó. Ahorcándose. Matándose a sí mismo. Eso es lo que la iglesia hace. Su peor enemigo es ella misma y su larga historia de horrores sin solventar ni liquidar. Sus mercaderes en el templo. Los mercados como único dios contante y sonante y ella invirtiendo en acciones. Las treinta monedas de la traición ahora se llaman FMI, BM, BCE, Bolsa de valores sin Valor real, multinacionales explotadoras o el Banco Vaticano de tan espeso y oscuro recuerdo. Cree estar viva pero está muerta. Como el ectoplasma de esos espectros que al morir si reconciliarse y llenos de ego y desorientación, no descubren la luz y se quedan presos entre los dos planos, el visible y el mental, asustando a los vivos que no saben de donde salen ni lo que les pasa.
Todo lo demás es un teatro acomodado a los signos del tiempo para seguir haciendo el agosto a costa de los pecados y el temor al infierno y a perderse, de los ignorantes, supersticiosos y asustados o de los que se refugian en la institución para no afrontar lo que les aterroriza de sí mismos, como la libertad de conciencia, el libre albedrío, las pulsiones sexuales consideradas pecado mortal digno de condenación eterna o la homosexualidad declarada y pública. Si Dios no juzga, comprende y ama, la iglesia está para corregirle.
Esas tapaderas que lo mismo acogen a un genocida de comunión diaria que un defraudador sin gota de responsabilidad, a un maltratador sádico, que a un proxeneta y a un pederasta, que a un gobernante corrupto, a los que dan la absolución sin que se hayan arrepentido en la práctica cambiando de vida una vez devuelto y restituido lo que le han robado al prójimo.
Una iglesia que no distingue el pecado del delito ni relaciona el daño social con la falta de ética individual no puede ser el árbitro moral ni espiritual de millones de personas. Y ya es hora de que la noticia deje de ser el pecado, el mal, el miedo y comience a ser la gracia, la justicia y la libertad, soltar grilletes en vez de ponerlos, empezando por el arrepentimiento de los que durante 1700 años han estado eclipsando y ocultado a los hombres el rostro de Dios, no con gestos simbólicos ni cambio de atrezzo, sino cambiando de vida, confesando en público su arrepentimiento por el daño que han causado a tantos. Y haciendo lo bueno que han evitado y desmantelando lo corrompido que han montado como base del sistema. Si la iglesia de verdad quiere cambiar debe demostrarlo con hechos, con actos y nuevos impulsos normativos que cambian a los hombres desde dentro, no desde el paripé.
Ya es hora de que la humanidad empiece a despertarse y a distinguir entre churras y merinas y no se trague el mismo sapo una vez más.
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