por David Bollero
Como viene siendo tradición, los mensajes navideños de los de arriba tratarán de llegar a los de abajo. El primero de ellos, el del rey, que ha visto cómo en los últimos años su cuota de pantalla caía estrepitósamente a pesar de tener el cuasi monopolio de las emisiones en las cadenas de televisión. A ello hay que descontar a quienes en sus casas mantienen al Borbón en antena como música de fondo que se pierde en el bullicio familiar, ignorando sus palabras y únicamente atendiendo “a lo viejo o hinchado que está”.
Sin embargo, a pesar de la patente indiferencia -incluso desprecio- de buena parte del pueblo, el monarca sigue erre que erre, cada año con más dificultad porque si difícil es defender la realidad y el discurso vacío que destila, más complicado aún resulta justificar su mera presencia en la pequeña pantalla. ¿Qué puede importarnos el mensaje de alguien tan alejado de la realidad? Las palabras del jefe del clan Borbón, salpicado de pleno no sólo por la corrupción sino también por la prevaricación con una justicia que parece hecha a medida al dictado de la Moncloa, hacen que el mensaje de Navidad se parezca más a un escrache institucional que a una tradición bienvenida en nuestros hogares.
Si este año les aconsejo invertir su tiempo en cosas más productivas -a buen seguro las encontrarán a pares- que escuchar al rey, sí que les animo a no perderse en Navidad el discurso a los madrileños de Ignacio González. Ese sí que tiene guasa y parece recuperar aquellos programas de humor de Martes y Trece… al menos, hará reir a muchos más. ¿Qué nos contará el presidente de la Comunidad de Madrid en su año más aciago? Imaginen el panorama: Ignorado por suyos (el PP), cada vez más alejado de su hada madrina Aguirre y con los dos grandes sueños -que para mí, siempre fueron pesadillas- completamente hechos añicos: Madrid 2020 y Eurovegas. Entre medias, el turismo en Madrid a la baja, su privatización de la Sanidad paralizada y su mujer -la de González- imputada por el ático marbellí, ese del que el presidente de Madrid parece saber lo mismo que Mato de un jaguar o la infanta de sus propiedades.
En este escenario, los maquilladores se tendrían que emplear a fondo con cualquier otro para poder ocultar la mella que tales acontecimientos marcan en el rostro… ¿pero saben qué? No creo que sea el caso ni en el Borbón ni en González… ni siquiera en Rajoy y su rueda de prensa en ciernes de balance del año , porque todos ellos maman de un cáliz de sinvergüenza que a nosotros se nos torna en ponzoña. Todos ellos serían capaces de defender con una sonrisa de oreja a oreja cualquiera de sus meteduras de pata convirtiéndolas en virtudes.
Y con eso nos envenenan… o, al menos, eso hacían hasta ahora, que los movimientos sociales se aparecen como un delicioso antídoto. Tengan sobredosis de él estas Navidades y cojan fuerzas para un 2014 lleno de reacción. Esa que ya hace tiempo que teme la élite.
Feliz Navidad.
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