martes, 31 de diciembre de 2013

Bravo, Vicenç Navarro, good for you!

El derecho a morir con dignidad

31 dic 2013

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra

Muchos somos los que hemos visto a personas muy queridas que, debido a la enfermedad que tenían, tuvieron una muerte larga, penosa, dolorosa y humillante. Y era la propia persona que se estaba muriendo la que deseaba morir lo más pronto posible, irse sin pena y sin dolor, y sobre todo, con dignidad. Y, en cambio, era muy poco lo que el enfermo y sus familiares podían hacer para ayudarle. La ley no lo permite.
La mayor razón de ello es un prejuicio religioso que, como en el caso del aborto, habla de la santidad de la vida, sin ser sensible al significado y calidad de dicha vida. Está, como todo sentimiento religioso, basado en fe, en creencias, y escapa a cualquier raciocinio. Y es un indicador más del enorme poder que tiene la Iglesia y de su influencia negativa en la cultura popular que tal posibilidad ni siquiera haya sido considerada por los llamados representantes de la población.
Ni que decir tiene que es un tema complejo, pues puede dar pie a abusos, es decir, que este derecho fuera utilizado por los familiares o personas próximas al enfermo como manera de aliviar su propia incomodidad, añadiendo presión al enfermo para que firmara y diera su consentimiento para que le ayudasen a morir. Pero hay mecanismos y regulaciones que pueden disminuir la posibilidad de este abuso, adquiriendo, por ejemplo, la autorización en un momento de mayor normalidad en el que el paciente pueda decidir en una situación menos estresante, o incluso cuando no estuviera enfermo en fase terminal.
Así se está haciendo en cuatro Estados de EEUU: Oregón, Washington, Vermont y Montana. Y la popularidad de dicha medida explica que otros Estados estén considerando aprobar leyes semejantes. La intervención pública permitiendo la muerte asistida por personal sanitario se llama Death with Dignity Act (ley del derecho a morir con dignidad), y se está extendiendo a lo largo de EEUU. Ello es un indicador de la pérdida de influencia de las religiones en la sociedad. En realidad, ha sido la constante de las religiones, y muy en particular de las iglesias cristianas (y más concretamente de la Iglesia Católica) el valorar el dolor como instrumento de redención y purificación, concepción que adquiere mayor contundencia en el proceso del final de la vida, camino –según dichas religiones– hacia el otro mundo, donde se desarrolla la plena realización de aquel ser. Tal creencia tiene que respetarse por mera coherencia democrática. Cualquier ciudadano tiene el derecho a practicar su religión, según los cánones que marque su iglesia. Ahora bien, este mismo ciudadano no puede imponer sus creencias al resto de la sociedad, tal como las iglesias desean, y muy en particular la Iglesia Católica española, que tradicionalmente ha tenido una relación privilegiada con el Estado español, tanto durante los periodos dictatoriales como en los escasos periodos democráticos que España ha tenido en su historia. La Iglesia Católica española no solo no es un instrumento democrático, sino que es antidemocrático, puesto que nunca ha aceptado que sus creencias son particulares (es decir, debieran afectar solo a sus creyentes) y no universales (es decir, que apliquen a toda la ciudadanía).
Y la dirección ultrarreaccionaria de la Iglesia Católica, que fue durante la dictadura parte del Estado fascista (los clérigos eran pagados por el Estado y los obispos nombrados por el dictador), nunca ha aceptado que sus creencias y sanciones no deben transformarse en políticas públicas en un sistema democrático. Hacerlo, como está ocurriendo en España, es de una enorme insensibilidad democrática, además de una gran crueldad e inhumanidad. Negar el derecho a morir sin dolor y con dignidad a las personas como consecuencia de un mandato de su Dios, es delegar la gobernanza de un país a un poder terrenal no democrático que utiliza un poder supuestamente divino (que nadie ha elegido) para controlar a la población. Han sido un error grave el excesivo respeto y docilidad mostrados por las izquierdas a las imposiciones de un poder fáctico que ha dañado tanto y continúa dañando a la población, y todo ello en nombre de su Dios.

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Comentario:

Hay que agradecer al Profesor Navarro especialmente su sensibilidad con el sufrimiento de quienes ya no pueden más y se ven forzados por las leyes y la creencias ajenas a soportar un calvario extenuante, acentuado por el sufrimiento de los enfermos terminales o muy deteriorados que, además, ven padecer a sus familiares cuidadores a causa de su enfermedad y minusvalía dependiente. 
En una sociedad democrática y libre, la opción por la muerte digna es un derecho, aunque la mentalidad sadomasoquista de algunas religiones como la católica, tan poco cristiana en el tema de la compasión que no se limita a la limosna, no la admita como tal, sino como designio y voluntad de un dios inmisericorde que parece disfrutar con el dolor y el sufrimiento de los seres humanos, a los que teóricamente debería amar como a hijos, pero que en la práctica parece aborrecerlos y ensañarse con ellos sin tregua. Nada que ver con ese Abba, papaíto, que Jesús mostró como esencia de Dios, acogiendo al hijo que decide hacer de su capa un sayo y al que no sólo no pide cuentas, sino que espera con amor y recibe con una alegría infinita cuando vuelve a casa. En buena lógica católica, Dios nunca habría hecho semejante cosa, al contrario, habría rechazado y castigado al hijo contestario y escapista por sus veleidades e insumisión despilfarradora, aplicándoles la penalización adecuada a sus transgresiones. Lejos de ser un pecado imperdonable, el derecho a irse de este mundo con dignidad y evitando en lo posible un sufrimiento incurable, es un acto hermoso de generosidad también hacia los que rodean al enfermo. Aunque no es una decisión que se pueda imponer a nadie, sí es un derecho que no se puede ni se debe conculcar, como sucede con la disposición de las mujeres a ser madres o no, en el tema del aborto. 
Es el ser humano individualmente el único responsable de su vida y de sus actos, en el uso de su libre albedrío. Si la religión que se basa en Jesús, les dice que somos todos hijos de Dios, a su imagen y semejanza, nadie puede coartar ese tipo de decisión adulta, madurada y llena de sentido responsable. Y mucho menos los que dicen creer a pies juntillas el mensaje evangélico. Al mismo tiempo que caen en contrasentidos aberrantes, como lo es la manía de prolongar la vida vegetativa de los terminales agotados por la edad, el desgaste y la enfermedad sometidos a un trato hospitalario criminal, como son los tratamientos tóxicos que matan más que la enfermedad que pretenden "curar", las operaciones sin más, sólo porque son negocio para laboratorios y empresas sanitarias. Y por otro lado recortan el socorro y el alivio de enfermedades crónicas y los cuidados especiales a los dependientes, igual que combaten el aborto y luego se desentienden del apoyo social a las madres y bebés, recortando en farmacia, en guarderías, comedores, escuelas, enseñanza, etc...como insinúan que los pensionistas viven demasiado y por eso las pensiones dignas son insostenibles...Estos especímenes esclavos del dinero y del fanatismo dinerista y supersticioso que genera poder legalista pero sin inteligencia alguna, ni legitimidad, son pura incongruencia y ya no atinan a combinar los mandamientos de su religión con la ambición de sus bolsillos y de su comodidad...
 Son un verdadero oxímoron antropo-ilógico. Dinosaurios con portafolios, ordenador portátil, Ipad, carnet de conducir y tarjetas de crédito, pero con el mismo cerebro reptiliano de la Era Secundaria, adoran, valoran y temen más  sus propias leyes férreas e inhumanas que a ese Dios al que en realidad no creen ni entienden, por eso se lo han acondicionado a su imagen y semejanza, lo han diseñado a su gusto. Ellos son vengativos, juzgones y rencorosos, luego, su dios tiene que serlo mucho más, ellos no comprenden nada más que lo que alcanza su limitación, luego, su dios está en las mismas, pero con mucha más contundencia, que para eso manda más y tiene más recursos a la hora de pedir cuentas y crear infiernos eternos para culpas temporales, que ante la bondad y la justicia supremas deberían quedarse en inapreciables insignificancias...Y eso sucede  porque no saben experiencialmente -aunque se explique no se asume hasta que se experimenta- que Dios vive en el hombre y el hombre es Dios de incógnito. Es la experiencia del cambio de conciencia y de percepción íntima que se puede llegar a vivir como una especie de arrepentimiento no culpabilizador sino como el sentimiento incómodo de inutilidad que produce no haber "visto" antes algo tan imprescindible, con lo cercano y evidente que es en realidad, aunque pronto se comprende que todo el proceso es justo, que no tenemos nada que reprocharnos ni reprochar a nadie, pues el cambio llega espontáneamente con el crecimiento y la maduración del ser , como llegan las estaciones cada año, y "cuando el alumno está preparado aparece el maestro", de muchas maneras; 'maestras' también son las situaciones y los acontecimientos. Y es que al "maestro" lo llevamos incorporado dentro y sólo hace falta que el "fuera" nos lo despierte con sus estímulos que normalmente llamamos 'problemas' o 'pruebas', pero que es el normal curso de la existencia espacio-temporal, en la que convivimos con todas las posibilidades ejercitando y eligiendo el modo de gestionarlas o bien integrándolas o bien dejando que nos desintegren. Es para lo único que en realidad somos absolutamente libres y autónomos.  Esa toma de conciencia es la que hace dar por bueno todo lo que se ha vivido, con penas, alegrías pasajeras, dolor o frustraciones varias, cuando se pasa cada umbral de crecimiento consciente hacia la inocencia del sabio que ya no necesita "saber" porque está integrado en lo que es.

Dijo Jesús Se os ha dicho: "sois dioses", y es cierto. Así es". De hecho él mismo se llamaba genéricamente Hijo del Hombre. O sea hombre, al mismo tiempo que decía: El Padre y yo somos la misma cosa. O "cuando alguno comprende y vive este mensaje que ahora os doy, el Padre, el Espíritu y yo, hacemos morada en él". Es una resurrección. Un rebirthing. Un renacimiento a otra categoría esencial u ontológica.  Es decir, cuando te despiertas y comprendes la vida desde el amor, o sea desde la sabiduría del bien común, eres Uno con toda experiencia elevada y universal. Eres Dios y dispones de tu libertad y de tus potencias para crecer infinitamente en todos los planos de la existencia sin aspirar a un más allá que no necesitas ya cuando se aclara el panorama del propio laberinto sin salida. Por eso cuanto más te acercas a ese estado de liberación, aún sin darte cuenta del "porqué", te sentirás menos adicto al drama y a la tragedia, más comprensivo, flexible, bondadoso, inteligente, generoso, respetuoso, optimista, solidario, creativo e inocente, pero no idiota, sino con la inocencia del sabio, que es la capacidad de sorprenderse con todo y como, decía Sócrates, darse cuenta de que cada vez se "sabe" menos porque se vive más intensamente y en plenitud gratificante en sí misma. Ya no se es "bueno", se es la bondad. Ya no "quieres" ni necesitas ser "querido", porque eres amor. No te preocupa acumular datos e informaciones que nacen de ti para reflejarse fuera, no eres "sabio" sino que formas parte de la sabiduría y por eso fluyes y aprendes mientras te desprendes y vuelas entre las cosas, saboreando todo y disfrutando todas y cada experiencia, sin calificarlas de buenas o malas. Todo te sirve y te enseña, todo te ayuda. Y puedes vivirlo con paz y un gozo pleno que no viene de la mente ni de la emoción sino de la fuente inagotable de un universo del que eres parte y así lo sientes y experimentas.

La comprensión y el respeto reverente por el otro -que no significa sumisión ni papanatismo ni docilidad- la solidaridad, la empatía y la disposición cooperadora de la misericordia (literalmente "sentir con el corazón") para lograr el bien común por encima de las diferencias y de la diversidad que aprecias como riqueza y no como un peligro para tus ya inútiles "seguridades", son los síntomas que indican la proximidad de ese estado evolutivo en el que el Hombre se hace tan consciente de su divinidad que ya no necesita la "fe" como creencia ni la "esperanza" en alcanzar lo que ya disfruta, sino que empieza a vivir en la realización del Sí mismo con el Sí mismo del otro. Ha nacido el amor. Y se pone en marcha la creación. Y la experiencia comunitaria y liberadora de tabúes y de ataduras de la vieja y sufridora personalidad egocéntrica, ansiosa de control e interesada en atraparlo todo insaciablemente. Ésa es la sociedad "utópica" que Marx visualizaba en el futuro ya sin luchas y compuesto por "una sola clase social" y que los profetas antiguos intuyeron cuando se escribió : "Y en aquel tiempo ninguno dirá a otro: "Mira, allí está Dios", porque ya habrán descubierto mi ley en sus corazones y me reconocerán dentro de ellos mismos". Es el triunfo  "del Maestro del Corazón" como llama la medicina china tradicional al más importante de los meridianos que forman el cuerpo del hombre, que es el regente hasta del propio cerebro. De hecho, se puede mantener la vida vegetativa sin actividad cerebral mientras el "motor" del corazón se mantenga activo por el oxígeno, que es el estado gaseoso del espíritu. 
Sin amor se vegeta, no se es, ni es posible una verdadera y completa existencia. Y es que el amor como la felicidad o la inteligencia es un estado modificador definitivo de la esencia humana, no se consigue ni nadie lo proporciona: se es "eso". Simplemente. Nos pueden dar sus frutos: el afecto, la ternura, el cuidado, la atención, el cariño, las caricias, los detalles...pero todo  es efecto de la causa primordial amorosa, son gotas y regueros del agua que brota de una única fuente: amor. La inteligencia emocional, como la ha llamado Daniel Goleman. Y eso es intransferible y personal. El logro más alto y valioso de nuestra evolución. El fruto de nuestro crecimiento. No se agota nunca. Ni muere aunque los cuerpos se desprendan de la energía y cambien, esa fuerza que somos es la vida inteligente, que no se crea ni se destruye, como afirma Marx, simplemente se transforma sin límites, la vida más que orgánica, que comienza con la primera respiración directa del neonato, aunque la vida vegetativa haya comenzado a moverse desde la concepción, pero no es todavía la vida sutil y definitiva que contiene el oxígeno entrando directamente en nuestros cuerpos y que nos hace autónomos e independientes del útero materno, "responsables" de nuestra incipiente biología sensible  ya inteligente desde ese momento. Pura física cuántica. Materia-espíritu y espíritu material. Y su fruto más tangible y directo que progresivamente irá brotando en nosotros, o no,  con la cooperación o el rechazo de nuestro libre albedrío: el sentimiento ético de la vida. Que nos hace sensibles, responsables y permeables a la evolución, a las necesidades, sufrimientos y carencias de todos. Incluido el  Planeta que habitamos y del que formamos parte material y energética.

Parece mentira que los presuntos "cristianos" tengan tan poca compasión con el sufrimiento del prójimo y lo condenen con una irresponsabilidad y una rigidez atroces, que no se fijen en que Jesús, ése al que tanto veneran como hijo del Todopoderoso, como si no hubiese sido humano, antes de predicar ni aconsejar nada, sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, movimiento a los paralizados, palabra a los mudos, vida a los muertos, comida a los hambrientos, apoyo y amistad a los marginados, como gentiles y descreídos, "publicanos" de mala reputación al servicio de la rapiña romana, prostitutas y adúlteras, "endemoniados"  locos a los que liberaba de su tormento mental y emotivo porque sabía que el hombre y la mujer bloqueados por el dolor y el sufrimiento no pueden superar su oscuridad íntima ni ver su estado real para transformarlo.

A los únicos que Jesús dio caña a base de bien fue a los hipócritas...y no mostró con ellos miramiento alguno, habrá quien se pregunte por qué fue tan duro con ellos...pues precisamente porque el miramiento y el sobeteo racional-emotivo y manipulador es la venda siempre autojustificadora, victimista para sí mismo  y  verdugo para el prójimo, que incapacita al hipócrita para verse como tal; o se le arranca de cuajo ese vendaje enfermo señalándoselo con claridad y sin rodeos y ve crudamente su forma de vida que le impide desarrollar lo mejor de sí mismo o jamás se verá tal como es porque esa costra endurecida por mente y emociones densas y mecánicas que le dan la ventaja de unos buenos resultados aparentes y una falsa pátina de "bueno" o "justo" o de "políticamente correcto" ha pasado a formar parte de sí mismo por costumbre, educación y hábito comportamental. Ese bagaje hipócrita y cruel, que hace  creerse bueno, intachable y justo en el plano personal impide la evolución, la salud, el equilibrio, la justicia, la lucidez objetiva sobre uno mismo, la prosperidad y el progreso verdaderos y la felicidad, y para más inri, aplicado por extensión "natural" a la política y a la gestión social, es la ruina y la podredumbre de pueblos y naciones. No en vano Jesús advertía para escándalo de los "buenos hipócritas" que  "las prostitutas, pecadores y publicanos os precederán en el reino", es evidente puesto que éstos y éstas no se revisten de capas postizas y pueden verse con mucha más facilidad que los que nunca transgreden nada porque tampoco se arriesgan a experimentar la vida tal cual, sino que viven obedeciendo pautas impuestas en el engaño de la falsa seguridad aprendida que les impide equivocarse y seguir aprendiendo de sus errores. Quién ya se siente colmado de cosas, razones, imagen, prestigio y dogmas "perfectos" y "lo sabe todo" , va de maestro picapleitos y ya no tiene hueco para nada más. Mientras el "pobre de espíritu" que ve sus carencias y se considera siempre un aprendiz de todo puede evolucionar cambiando a mejor. Y sobre todo porque la vanidosa y falaz soberbia de creerse mejores porque "cumplimosh como diosh manda", no deja ver las inmundicias y miserias que se esconden debajo de tantas "virtudes"  y "sabidurías profesionales" de pacotilla, que son el maquillaje con el que se pretende que nos vean y valoren los demás.
Esa máscara endurece, deshumaniza y priva de sentimientos solidarios aunque de vez en cuando se practique la limosna por "lástima" o por decreto religioso. Si no fuese porque esperan "ganar el cielo" limosneando, los hipócritas no darían ni los buenos días para evitar el desgaste de saliva; lo del "que se jodan", por ejemplo, lo demuestra muy clarito. Total si ya se tiene todo, mayoría absoluta, iglesia que impone su código para ganarse el cielo  a cambio de bendicir el pastón, placeres, poderes, peloteos alrededor, todas las comodidades y el glamour, hasta aeropuetos sin aviones... hasta los tres poderes del Estado a disposición del cotarro...¿para qué seguir haciendo méritos, ¿no?, si todo ya nos lo han dejado atadísimo y asegurado? Entonces, satisfechos por tal estado de forradura-ambiente, ya se entra directamente en el cómodo lavatorio de manos de Poncio Pilatos y en el calvario crucificador del prójimo más indefenso: los corderos manipulados y maltratados que, por ser morralla social insignificante y no empresarios ni banqueros ni políticos, cargan con el pecado del mundo y lo pierden todo derecho y toda libertad, en beneficio de los hipócritas del poder establecido por la misma hipocresía que segregan. Sólo la caída de la venda que tapa la visión de los hipócritas-verdugos y de los corderos-víctimas puede convertir ese  matadero sin entrañas ni escrúpulos ni inteligencia capaz de ver el horizonte del presente y del futuro, en el jardín universal donde establecer la casa fraternal de la familia humana.
Y en eso están las conciencias que se despiertan ahora, que se asocian, se organizan y buscan juntas el bien común y la sostenibilidad limpia, racional  y justa del habitat comunitario. Si los políticos y financieros de este mundo fuesen inteligentes de verdad querrían ser asesorados por esos movimientos, plataformas e iniciativas en vez de multarlas por salir a manifestar ideas nuevas, reclamar sus derechos naturales y ofrecer propuestas mucho más lúcidas de las que están dejando la humanidad hecha unos zorros. ¿A qué tanto interés hipócrita por no ser abortados en estado de larvas o resistir sumisamente el desguace de una enfermedad torturadora e inmisericorde, si el paréntesis entre lo uno y lo otro consiste en ser maltratados, manipulados y abusados por una mafia terminator que utiliza a los humanos como animales de granja y trata por todos los medios de que esa situación sea la 'normalidad' habitual, como hacían los afrikaners holandeses con los sudafricanos negros, antes de que Mandela y el ANC lograsen acabar con el apartheid?

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