viernes, 5 de julio de 2013

Martirios de plástico y martirios de verdad

La Zarzuela afirma que vive como “un martirio” el ‘caso Nóos’

La Casa del Rey afirma que la caída de popularidad del monarca "ha tocado fondo" y ve en los abucheos "mala educación"

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Usted nos disculpe, Doña Zarzuela. Me dirijo a usted como bloque impersonal y blindado contra los ciudadanos que la sostienen en pie y le mantienen la figura cada vez más triste, no por hidalga, como Don Quijote, sino por cínica y sin sentido en una sociedad que la rechaza a ojos vistas y a oídos oídas.  Por anacrónica y desenraizada. Por postiza y teatral. Absolutamente fané y escangayada, como un tango sin bailarines ni cantante ni bandoneón. Más que triste figura, patético espectáculo.

Dice su malestad, Doña Zarzuela, que está viviendo como un martirio el caso Nóos". Nos cuesta Dios y ayuda imaginar  el martirio de un edificio palaciego, ajardinado, cuidado, custodiado, lleno de sirvientes y visitas VIPS al por mayor, plagado de solemnes fotos de familia llenas de barbies, nancys, kens y madelmanes, en plena rimbombancia hereditaria, con anillos en los dedos meñiques y señores de los anillos adosados a la meñiquidad, usufructuarios de palacios de verano, invierno, otoño y primavera, veleros regalados, motos de gran cilindrada, coches oficiales, vacaciones perpetuas en el mar, en la montaña, en las islas griegas, en Baleares o en Botswana, escopetazo en astillero y elefante en ristre; y nos quedamos perplejos, estupefactos ante algo que nunca hubiésemos sospechado. ¿Cómo será ese cruel martirio? Espantoso. Inenarrable. Ahora caemos en la cuenta. Qué poco sensibles hemos sido, qué desalmadamente despistados, Doña Zarzuela. Perdone usted estas impertinencias tan poco empáticas de pueblo mogollonoso y desabrido. Hay que ver qué poco tacto, qué oído desafinado, qué mal gusto, que poco olfato y qué pésima vista tiene este pueblaco desharrapado, cabreado sin motivos, malísimo y tan torpe como para no conocer la historia de su propio país y morder una vez y otra el mismo anzuelo. Tonto de remate, como para tirar la libertad y el futuro de la democracia por la borda de cualquier velero bribón que se le cruce por el ancho mar y no poner ni una pega al marrón de una dictadura que se sucede a sí misma con una desfachatez coronada y corrupta hasta las trancas, dándole una acogida tan fantástica y paralela a las "caenas" en la bordelinidad de Fernando VII. Otro visitante ocasional de usted, Doña Zarzuela, en los otoños cazadores de su reinado absoluto, desastroso y retrógrado. Traidor a su padre al que obligó a abdicar...Debe usted estar harta de presenciar tanta repetición de escenas de caza mayor entre hijos y padres, ¿verdad? Qué pesadez. Y luego el pueblucho, gentuza de escopeta y perro; nada de rifle y elefante. Qué asco y qué martirio, por Dios. Si no fuera porque es la fuente de la pasta, habría que exterminarlo para poder disfrutar de la vida sin disgustos, porque además hay que ver lo maleducado que está. Eso es porque no tiene acceso a la escuela privada donde se educan infantes e infantas y se aprende a manejar el carnet de identidad 000000000... con estilo y elegancia. No en la comisaría cuando les detienen por manifestarse, que es una vulgaridad deleznable.

Lo del caso Nóos, es una tragedia, Doña Zarzuela. Tiene toda la razón. Trágico ha sido que se descubra. No que haya sucedido, ¿verdad, bonita? Porque ojos que no ven, inteligencia que no computa y memoria que olvida, pues, eso, pueblo que no se entera y trono que se afianza. O sea, que lo tremendo ha sido que se sepa, que saltase la liebre, ay, es que estos bichos de caza menor te la juegan cuando menos te lo esperas. Si hubiese sido un hipopótamo de las cataratas Victoria, como la tatarabuela inglesa, un ciervo de quinientos kilos con  la solemne cornamenta de Carlos IV, un tigre bengalí con la furia de las crisis histéricas de Felipe V, una pantera siberiana ninfómana como la bisabuela Isabel II, un león del trópico, travesti como su marido Francisco de Asís, o un estresado elefante sudafricano como ese tío  príncipe de Asturias que se dio de baja por hemofilia, la cosa sería más digna, con más glamour, pero la liebre...la liebre es una humillación propia de las torpezas de un plebeyo como Urdangarín. Una vergüenza. Un martirio que esa morralla de pueblo nunca entenderá. Entre otras cosas porque es tan zafio como para andar quejándose de que le quitan el empleo, de que le rebajan el sueldo a una miseria, de que le quitan la Seguridad Social, le dejan la enseñanza por los suelos y en cuanto se calme la marejada ppera, le llegará el tijeretazo de las pensiones, para que  la vida laboral no dé nunca el fruto de una vejez ganada con años de trabajo. Eso es gorronear. No lo del zarzuelismo tan currante y martirizado.

Y además se obnubila, ese rebaño sin pasto, pierde los estribos y se suicida si le quitan la mierda de casa que tiene; se podría entender que se pusiese así, si ese pueblo de malnacidos ingratos viviese ahí, con usted, Doña Zarzuela, pero la verdad, es que es ofensivo que no estén agradecidos porque el banco les libere de antros repugnantes sin jardines ni piscinas ni gimnasios ni cocineros exquisitos, ni salones maravillosos, ni cuadros, alfombras orientales y obras de arte, sin servicio ni nada de nada. ¿No es mucho más bonita la intemperie para vivir en la naturaleza con sencillez espartana? Nada que ver una casucha hacinada en un barrio obrero, con el fantástico panorama que hay debajo de un puente a cielo raso. No se comprende que se pongan en esas tesituras habiendo unas afueras tan amplias y disponibles alrededor de las ciudades y pueblos, donde colocar cuatro palos y un tejadillo de plástico y disfrutar como campistas, lavándose en el arroyo lleno de gel espumante y oloroso de vertidos que generosamente dejan las industrias sin cobrar un euro por el servicio gratuito al bien común.

Ay, Doña Zarzuela, qué incomprensión. Qué falta de educación y de clase tiene esta bazofia populachera, malintencionada y cruel. Qué permisividades se toma sin que nadie se las dé. No tienen ni idea de todos los sacrificios y privaciones que usted sufre sin quejarse. Tiene que pagar deudas de padres destronados antes de entronizarse, que nunca trabajaron en nada más que en mantener su caché a costa de otros, sotenidos por hijos de vida alegre pero entronizada que hacen exactamente igual. Convencidos ambos de que su sostén y mantenimiento es un derecho hereditario irrenunciable que debe correr a cuenta de esa caterva repulsiva y cerril a la que delicadamente llaman súbditos, cuando deberían llamarla por su verdadero nombre: esclavos, que es lo que son en realidad.

Nada que ver el circo romano, los tormentos y las persecuciones de Nerón, Galba, Marco Aurelio, Septimio Severo, Trajano, Adriano, Decio y Diocleciano. Nada que ver las chekas en que Stalin atormentaba a su detractores ni los campos vejatorios del exterminio nazi. Todo eso es literatura de segunda y amnesia histórica, comparado con el real martirio de usted, Doña Zarzuela. Nacida en la inopia, para divertimento de Austrias inoculados y Borbones advenedizos, refugio montaraz de malestades diversas y siempre en las mismas, testiga silenciosa de ligueteos reales, babosas seducciones donjuanescas -sólo hay que leer "El Don Juan" de Marañón para comprender sus acerbos sufrimientos, Doña Zarzu-, de bisbiseos, conjuras, cuchicheos de corte... y confección, más cortenfermos que cortesanos, dimes y diretes entre damas, caballeros, validos, alelados dinásticos, insignes sifilíticos muertos en plena juventud, ambiciosos, trepas sempiternos, caciques y jerifaltes varios. Testiga, finalmente de este final de estirpe más digno de García Márquez o Vargas Llosa, que de Cervantes, donde ya la realeza se ha coscado, al fin, de que si no injerta algo de sangre e inteligencia plebeya, se quedará para los restos como reducto institucional del Cottlolengo.
Lo suyo, Doña Zar, es muy duro, un martirio atroz que la va diluyendo poquito a poco en el vitriolo de las historias trucadas, hasta dejarla en el puritito chasis, Doña Za; en la sombra zigzaguenate  y cada vez más incierta de una Z en proceso de desmigue irreversible.
La crónica funesta de un martirio anunciado. Y de un inevitable final de abecedario. Hay consonantes interdentales fricativas sonoras que las carga el diablo.

Tercera República Democrática Española, Ya!






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