miércoles, 24 de julio de 2013

Churras y merinas

Los españoles ya no tenemos palabras para expresar la indignación, la impotencia, el profundo vacío de sentido en que se nos están quedando conceptos y experiencias tales como democracia, derechos, libertades, política, servicio público, honestidad y decencia institucionales, justicia y separación de poderes, etc, etc...Pero esta debacle no debe apoderarse de la lucidez y de las reservas de honestidad intelectual y conductual que nos quedan. Algo que, leyendo la prensa de estos días está quedando bastante en entredicho, sobre todo, en la prensa más progre, que es muy escasa y de un "progre" sui generis. Es decir, de un progre que desconoce la imparcialidad analítica y que está contaminado de la misma efervescencia autómata, dogmática y errequeerre de la retrogresía más carca.

Hoy voy a hacer de abogada del diablo frente a un tabú que, a estas alturas dela historia, debería estar superado con creces desde la lógica y la coherencia, pero que al parecer se desparrama viento en popa y a toda máquina: el tabú de la reproducción asistida a cargo del erario público. Hay que aprender a pensar sin las tripas de por medio, dado el resultado catastrófico que esa interferencia viene provocando en nuestra sociedad. Hay que analizar con detalle y honradez este delicado territorio para que no nos atemos sogas al cuello y luego nos pasemos el resto de nuestras vidas buscando culpables de nuestras decisiones y culpando a este "mundo cruel" de todos los males, como si nosotros fuésemos extraterrestres que han venido de visita.

Lo primero es recordar que la sanidad es un servicio público financiado entre todos para proporcionar prestaciones que mantengan las salud y el bienestar físico de los ciudadanos en las mejores condiciones posibles. Pero, los ciudadanos, además de tener el derecho a esas prestaciones también tenemos el deber de no incluir en ellas los deseos, frustraciones privadas o  caprichos prescindibles y "necesidades" manufacturadas y abusivas por inclinaciones, apegos, adicciones o manías que a nuestros conciudadanos les cuesta una pasta mantener, sobre todo en un momento como el que padecemos ahora, de recortes y de repagos indecentes. Asuntos, que con todo el respeto a cada individu@ y a su sensibilidad privada, son de una competencia tan personal como los gustos estéticos o las aficiones a los deportes de riesgo. Y por ello deberían correr a cuenta del presupuesto privado,no del público.

Veamos. Una persona nace hombre o mujer y un buen día comprende y siente que le atraen y le enamoran las personas de su propio sexo. Es perfecto que se casen y que sean felices, que se divorcien y se vuelvan a casar si lo ven necesario, que deseen tener hijos y los tengan, desde luego, pero ya que de momento esa necesidad fisiológica no es una peritonitis ni un cáncer ni un alzahimer, ni una invalidez que imposiblilita el movimiento, ni una enfermedad degenarativa y dependiente, no es justo ni lógico que lo paguen los demás, que seguramente en plena crisis sin final en perspectiva, tienen demasiados gastos y recortes como para pagar los deseos y caprichos legítimos del prójimo. Lo mismo vale para los heterosexuales estériles. Hay en el mundo millones de niños que necesitan un hogar, una familia y unos padres de verdad, por corazón y vocación, no por "realizarse" en plan narciso y basar su felicidad egoísta en prolongarse en su genes y apoderarse de un ser inocente y ajeno a sus neuras y problemas sin superar. La paternidad y la maternidad son mucho más que engendrar y parir. La prueba es la cantidad de tarados e infelices que tienen un padre y una madre  biológicos e incapaces, que incluso los han engendrado en probeta, a cambio de un pastón,  y después no saben educar ni procurar una verdadera formación humana, intelectual, espiritual ni cívica al ser que han "diseñado" a la carta en un tubo de ensayo y/o en un vientre de alquiler.

El Estado, o sea los ciudadanos y sus impuestos, no tienen ninguna obligación moral ni social de subvencionar los gastos de cada cosa que a cada ciudadano le parezca imprescindible  conseguir. Uno puede pedir un informe al psicólogo que justifique esas peticiones, pero son algo personal e intransferible al gasto público. 
Una quisiera ser Michelle Pfeiffer, Sharon Stone o Nicole Kidman para sentirse segura de sí y superatractiva, pero no puede obligar a sus conciudadanos a que le paguen esa metamorfosis, aunque la seguridad social sí pueda y deba  pagarle el tratamiento psicoterapéutico que la libere de tal obsesión, porque eso no es cooperar a su narcisismo sino al bien común. Un@ es estéril y se emperra en engendrar y parir como sea o en que engendren y paran por él/ella. Perfecto; pero que se lo paguen de su bolsillo. Lo mismo que l@s homosexuales. Si se quiere ser padres de alguien por encima de toda reflexión, de todo pro y de todo contra. Contra viento y marea. 
A este paso habría que considerar que las orgías de los políticos corruptos, sufragadas con fondos públicos, como aquellos del pp valenciano pillados por escuchas de la policía judicial, también se pueden convertir en "terapias" para aliviar tensiones por tanta "responsabilidad política". 
Ya debería bastar con las patochadas convertidas en "necesidad". Con pensar sólo en el propio ombligo, con no preguntarse jamás qué va a ser de una criatura traída al mundo en condiciones inhumanas, como es engendrar un ser presuntamente humano, en una redoma de laboratorio, con el esperma de un desconocido o con el óvulo anónimo de cualquiera que se vendan por dinero. 

Creo que como ciudadanos libres tenemos la obligación de sufragarnos los gastos y hacernos responsables de nuestros extras de cualquier tipo, como también deberíamos hacernos cargo de las consecuencias de nuestros abusos corporales. Si por comer como bestias, fumar o beber o drogarnos a capricho  y a destajo nos arruinamos la salud y no damos señales de querer cambiar los hábitos, la seguridad social debería cobrar las atenciones sanitarias al precio real que tiene un tratamiento, un transplante de hígado o de pulmón por causa autotóxica por abusos y reincidencia contra la propia salud , algo que luego tiene que costear el erario público. Lo mismo que los accidentes de circulación cuando se incumplen las normas de tráfico y está clara la imprudencia temeraria. No sólo habría que quitar el carnet sino hacer que también se pague el infractor operaciones, hospitalización, médicos y medicinas. Lo mismo que se le paga a la víctima que ha sufrido las consecuencias de la barbarie al volante. Desde luego los accidentes y enfermedades "sociales" desaparecerían de un plumazo. 

En Inglaterra, por ley, a los enfermos reincidentes fumadores que no dejan el tabaco después de una operación de pulmón o de corazón, no se les vuelve a atender por esa causa sin persisten en el vicio. Y vaya si ha disminuido el elenco del humo suicida desde que salió esa ley.

Que la ministra Mato sea corrupta hasta las cachas, que sea una vergüenza y un oprobio estar manteniéndola a nuestras expensas, que tenga una cara de cemento armado y un cinismo de antología, que el gobierno de Rajoy sea el imperio amoral de la pringue y la cueva de Alí Babá pero con los 40 ladrones elevados a n, no puede ni debe ser una losa que nos aplaste las neuronas, nos idiotice y nos haga caer, por una indignación mal digerida y gestionada a la contra, en las garras de otra atrocidad como es hacer pagar a los ciudadanos las obsesiones de una imposible igualdad a niveles ya demenciales. 
Si una pareja homosexual o estéril quiere experimentar consigo misma y sus cómplices del mercado transengendrador, como Frankenstein, que se lo paguen de su bolsillo y ya se apañarán con las consecuencias. Pero que no pretendan, además, que les paguemos el experimento. Es lo mismo que hacen el pp y el psoe con las visitas papales y el concordato con el Imperio Vaticano: que los impuestos de los ciudadanos no creyentes o de religiones no cristianas les paguen el sarao pontificio. 

Posiblemente este post para muchos "de izquierdas" y del posmodernismo meninfot, resulte retrógrado y poco "solidario" con los "desiguales" que se quieren igualar con el mismo presupuesto; pero es que hay que respetar ante todo la justicia de los imposibles éticos y el derecho y la libertad ciudadana de no pagar con impuestos públicos las excentricidades, las modas del "todovale" y los desajustes del mundo privado . La locura y el desvarío generalizados y sufragados a escote por la ciudadanía no forman parte del bien común, sino de la deshumanización social. Que cada loco se subvencione su locura con su dinero, hasta donde la alcance la pasta y la chifladura. Y cada egocéntrico, su ego. Llamemos a las cosas por su nombre sin complejos. 
Quienes creemos que el primer derecho humano es nacer por amor y no por la mezcla de un batido cogelado en la Thermomix y que ser padres es dar ese amor más allá de que los niños lleven o no nuestros genes, queremos objetar en conciencia y dejar de pagar impuestos para que no se consolide la versión ehpañola de "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. O para que los presupuestos que subvencionarían los nacimientos exóticos de ovejas Dolly con forma humana a la carta, se inviertan en salvar las vidas de los niños que ya han nacido, que se mueren de hambre y de miseria, que nadie reclama ni quiere adoptar porque no son "suyos", que se invierta en escuelas y en formación para su futuro, en casas dignas donde vivir, con agua, higiene, electricidad, alcantarillado, transportes públicos y libros de texto gratis para los escolares, personal docente adecuado y formado, comedores escolares y ayuda psicorientativa, etc, etc...

Que no nos vendan churras como si fuesen merinas. Ni gato por liebre. Las cosas claras y el chocolate espeso.

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