El presidente ecuatoriano descarta que su país vaya a responsabilizarse de la situación del extécnico de la NSA.
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Qué desigualdades tan cínicas. Qué fariseísmo. Resulta que cuando Salman Rushdie criticó el Corán y los musulmanes le persiguieron, acosaron y amenazaron, todo el mundo le protegió en seguida, lo mismo que a Roberto Saviano cuando denunció a la Camorra napolitana con nombres y apellidos. Sin embargo ahí está Edward Snowden, más sólo que la una por haber puesto al descubierto la mafia y la jihad del gobierno de los EEUU. Obama, el premio Nobel de la Paz, al enterarse oficialmente del montón de mugre acumulada por su equipo espía de seguridad , no se indigna por ello, sino contra el que lo ha contado. Machacar al mensajero que dice la verdad, es un método tan fascista de derechas como de izquierdas. La verdad escuece, daña y perturba la inercia de los verdugos del mundo. Y se echa de menos aquella Norteamérica que llevó al propio Presidente Nixon al banquillo de los acusados. Qué tiempos tan extraordinarios conoció la humanidad, en los que una trama de cotilleo entre partidos ponía en pie a la democracia y a la transparencia. ¿Alguien se imagina a Rajoy en el banquillo como responsable del caso Bárcenas, algo bastante más grave, delictivo y desvergonzado que el Watergate? ¿Alguien se imagina a Aznar en el banquillo por haber llevado a España contra su voluntad a la guerra demencial y aberrante de Bush contra Irak y por las consecuencias del 11M? ¿Alguien se imagina a Felipe González encausado y acusado por terrorismo de Estado creando nada menos que el GAL? ¿Alguien se imagina a su malestad en el juzgado declarando su patrimonio, su complicidad con el yerno y la hija y su real escaqueo de responsabilidades botswaneras? Y sin embargo ahí están, tan campantes, recibidos con honores e incluso escuchados con atención y una tolerancia a la deshonestidad que da vergüenza. Pero que en realidad no avergüenza a nadie lo suficiente como para ponerlos en su sitio. Ni jueces. Ni fiscales. Ni tribunales. Ni plataformas cívicas, ni foros para la democracia.
Y sin embargo, ahí sigue Snowden, ahí sigue Assange.
Los torturadores de Guantánamo, en cambio, libres como el viento. Los creadores del horror, forrados y dando lecciones en tv. Sacándose leyes de la entrepierna para justificarse y mentir y abusar impunemente. Putin y los hijos de Putin, tampoco quieren saber nada del denunciador errante. Todos son Pilatos, Anás y Caifás, con un enjuague de manos alucinante y un retorcimiento escandaloso y cruel.
¿A quién ha matado ese muchacho? ¿Cuántos bombardeos ha autorizado? ¿Cuántos países ha invadido y arrasado? ¿Cuánta guerra química y cuántas armas ha vendido? ¿A cuántos prisioneros ha torturado y vejado? ¿Cuántas economías se ha fundido con sus mercados inmundos y sus técnicos financieros deficientes? ¿Cuántos ciudadanos se han suicidado a causa de su avidez monetaria y desahuciadora? ¿Cuántas empresas y trabajadores ha arruinado llevándose a China o a la India el trabajo que daba de comer a los ciudadanos de su país? ¿A cuántos niños ha mutilado con sus bombas y minas, cuánta hambre ha provocado? ¿Cuántas epidemias ha extendido con sus vacunas falsas?
¿Es posible que poner la verdad sobre el tapete de los medios pueda provocar este ataque inhumano de miseria? Pero, ¿es que nadie, nadie, va a tener compasión y justicia suficiente para acoger a ese hombre, que circunda el planeta de país en país como un alma en pena sin ser culpable de nada más que de descorrer la cortina del escenario teatral para mostrar que el Planeta es un campo de concentración bajo el ojo del dólar? Para dejar claro que lo que todos entrevemos y sospechamos del los USA, es verdad.
Es igual que todos nosotros. Tiene derechos y no ha delinquido, porque no es delito denunciar delitos gravísimos. Bueno, quizás es más valiente, honesto, coherente, responsable, consciente y solidario, que la mayoría. No ha hecho nada contra nadie, al contrario, se ha puesto en entredicho y en peligro por avisar a todos de lo que se cuece y se cocina en los fogones del infierno. Deberían todos estarle agradecidos; Obama, el primero, si es que es cierto que no está implicado en la misma cisterna de basura del espionaje repulsivo y vulnerador de derechos y lo que dijo en su toma de posesión como Presidente, ha sido verdad alguna vez.
También impresiona el silencio de la ONU. Será porque el ojo del amo controla y engorda al caballo. Lo mismo que el silencio del clamor popular, que tanto grita cuando se trata de reivindicar intereses materiales interesadísimos o los derechos de la focas, las ballenas, el saltamontes polinesio o el escarabajo pelotero. ¿Tan poco esfuerzo solidario valen los derechos, la libertad y la dignidad de un hombre que no ha hecho nada contra nadie, sino ayudar a que los ciegos y los miopes empiecen a curarse?
Queremos que se acaben y no se vuelvan a repetir nunca más estos tristes y cutrísimos episodios orwellianos. Queremos que Snowden sea protegido y acogido por algún país al que le quede alma, dignidad y valor. Y no tema al monstruo hollywoodiense de varias cabezas, fantasmadas, horrores, barras, estrellas y horteradas al por mayor. Ojalá exista ese país todavía. Y qué pena que España no muestre el mismo interés por Snowden que por Falciani; eso demuestra que sólo le interesan las personas que facilitan información sobre la pasta. Tal vez para ponerla a salvo antes que la justicia la descubra; a la pasta, claro.
Una vez más nuestro lúcido y ético país da al mundo una lección magistral de lo que significa "La marca Ehpaña". Olé por ese ministro de asuntos posteriores...
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