Paul Preston "El 3-O Felipe VI dio un discurso que podía haber sido redactado por Rajoy"
madrid
El hispanista Paul Preston habla con Público tras la reciente publicación de su libro Un pueblo traicionado. Corrupción, incompetencia política y división social.
En esta entrevista se atreve a analizar no solo el pasado, sino también
el presente, incluyendo las promesas del Gobierno sobre memoria
histórica, la posible ilegalización de la Fundación Francisco Franco o
el papel de Felipe VI en Catalunya.
Sir
Paul Preston es Sir por méritos propios para empezar; hispanista para
seguir, y lleva más de 40 años investigando y documentando la historia
contemporánea de este país, que no es el suyo. Ha escrito todo sobre la
Guerra Civil y la Segunda República, además de una biografía de Franco,
otra de Juan Carlos I y otra más de Santiago Carrillo.
Su último libro
podría sustituir ese viejo manual de tapa amarilla y muchas páginas que
Raymond Carr publicó en 1984 y que todos los periodistas licenciados
odiamos un poco en algún momento. Ambos hicieron el trabajo titánico de
meter nuestros siglos XIX y XX en un solo tomo. El primero lo llamó
España 1808-1975; el segundo, Un pueblo traicionado. Corrupción, incompetencia política y división social.
Preston cree que ésas
son las tres variables de la ecuación que explica nuestro pasado y
nuestro presente, una línea histórica que, según su relato, abarca desde
la España de 1874 a la de 2014. Atiende a esta periodista por teléfono,
desde su casa en Londres. Su propósito es, claro, hablar de su libro,
del pasado que tan bien conoce. El mío, que se atreva a analizar el
presente.
"Un pueblo traicionado"… ¿Por quién? ¿Quiénes son los traidores de España?
[Le pregunto a bocajarro, después de los saludos correspondientes, y no rehúye la pregunta].
La clase política.
Contesta sin titubear, con su acento tan característico: suena como el Michael Robinson de la Historia española.
¿Y las Fuerzas Armadas? ¿Nos han traicionado muchas veces? Usted en el libro cuenta que de 1814 a 1981 en España se produjeron más de 50 pronunciamientos o golpes militares.
Sí. Es que fue una
constante en las altas esferas de las Fuerzas Armadas, hasta las
reformas militares de los años ochenta. Dentro de las cúpulas militares,
unas fuerzas dominantes creían que era su derecho dictar cuál debía ser
la política española y, cuando los civiles han ido por otro derrotero,
han intervenido. Esto, casi siempre, sí, fue una traición al pueblo
raso.
Entonces, al
hilo de su respuesta le recuerdo que hace año y medio, en el verano de
2018, más de 1.000 militares, incluidos cinco en la reserva, firmaron un
manifiesto de apoyo al General Franco en el que denunciaban una
"campaña infame" llevada a cabo por "la izquierda política" para
desprestigiar al dictador a través de la "perversa pretensión" de
exhumar sus restos.
Y también que,
recientemente, en diciembre de 2019, el exgeneral Fulgencio Coll, que
fue jefe del ejército de Tierra del 2008 al 2012 y que hoy es portavoz
de Vox en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, firmó un artículo en
prensa en el que proponía que el presidente del Gobierno fuera acusado
ante la Sala Segunda del Supremo "por traición o cualquier otro delito
contra la seguridad del Estado". Afirmaba que Pedro Sánchez, al negociar
con ERC, se propone "quebrar el orden constitucional" y que este
comportamiento "no es legítimo, ni se puede consentir".
Tras este preámbulo, le pregunto: ¿Usted cree que en España estamos vacunados contra los movimientos militares?
Bueno, no cabe
ninguna duda de que estas cosas y estas declaraciones que me cuenta son
alarmantes. Eso, por supuesto; y muestran la supervivencia de ideas
franquistas. En cuanto a la vacuna, las reformas militares de finales de
los ochenta hicieron que, además de estos franquistas que hacen sus
declaraciones, en las Fuerzas Armadas haya muchos oficiales de alto
grado que ya son profesionales sin más, es decir, que piensan que su
deber es defender a España de sus enemigos externos, no de supuestos
enemigos internos. Esto, por un lado; por otro está la Unión Europea,
dentro de la cual la idea de un golpe de Estado es muy difícil. Hay
muchos frenos. Aunque, claro, todo esto no quita para que la situación
sea alarmante. Habrá que ver qué tal va el Gobierno de Pedro Sánchez.
En
ese momento, Sir Paul Preston –que es Sir desde el 9 de junio de 2018
porque la Reina Isabel II quiso reconocer con esta distinción su labor
de apoyo "a las relaciones entre España y el Reino Unido"– intenta
escabullirse de lo que ya ve que se le viene encima: "Bastantes
problemas tengo para interpretar el pasado como para empezar con el
futuro", me dice entre ciertas risas, no sé si nerviosas, mostrándome su
flanco diplomático. Entonces le explico que creo que vale la pena
escuchar su análisis del presente, que a diario escuchamos a numerosos
supuestos analistas de la actualidad con mucho menos conocimiento de
nuestro pasado. Le digo, porque lo creo, que su análisis podría ser
valioso. Y se hace un silencio al otro lado del hilo telefónico.
Si hiciéramos una liga de corruptos, ¿cuál sería la etapa más corrupta?, le lanzo para distender.
Es difícil, pero
yo diría que la época de la Gürtel. Aunque, claro, hay que hacer
distinción entre corrupción cuando está dentro de la sociedad civil y
corrupción cuando es absolutamente institucional. La corrupción
institucional más espectacular fue durante la dictadura de Primo de
Rivera y la de Franco. Fuera de épocas de dictaduras militares, yo diría
que los últimos 25 años del siglo XIX y la época de Gürtel. Sí. Y esto
no quiere decir que no hubiera corrupción cuando estaba en el poder el
PSOE. Ahora, eso sí, en los periodos de esas dos dictaduras llegaron a
lo grotesco, parecía que estaba escribiendo algo satírico cuando me puse
con esa época. Por ejemplo, en la época de Primo hubo cosas alucinantes
como el monopolio del exterminio de ratas. Confieso que lo pasé bomba
comparando las notas oficiosas diarias de Primo con los tuits de Trump.
Obligó a que se incluyeran estas notas en un libro, en algunas fardaba
de sus triunfos con las mujeres, como el otro. Claro, eso es algo que no
le veo a Rajoy haciendo. (Y se ríe)
¿Y del franquismo qué me dice? Usted escribe que Franco recibió 4.000 millones de pesetas en regalos. ¿Por qué de esto sabemos tan poco? ¿Cómo hizo para hacer creer al mundo el mito de su austeridad?
Es verdad. Yo
diría incluso que mea culpa. Cuando escribí mi biografía sobre él, yo
tenía la idea de que fue bastante austero. Por ejemplo, no le gustaba
comer bien, le gustaba el rancho militar. Pero ya entonces sabíamos -y
yo decía- que él no tenía que robar porque pensaba que todo era suyo, y
eso, por supuesto, es corrupción. Se ve en el uso que hacían él y su
familia del patrimonio nacional y esto ha seguido después. Se han
vendido cosas que realmente son de la nación. Y luego está todo eso de
los regalos. Esto no sé si lo puedes publicar, pero hay algo de
"lameculismo" institucional, o lo hubo, en la época de las dictaduras. Y
eso sí es algo singular y muy notable. Los discursos con los que se hacían esos regalos son alucinantes.
Y después de la calma que le produce hablar de lo que más sabe, vuelvo al ataque…
El recién nombrado Gobierno de coalición se propone "auditar los bienes expoliados por el franquismo para devolverlos a sus legítimos titulares" y la recuperación "inmediata" del Pazo de Meirás para el patrimonio público, según su acuerdo publicado. ¿Qué cree usted que va a salir de ahí?
Todo depende del
tiempo que puedan estar en el gobierno. Estas cosas cuestan muchísimo
tiempo. Porque, como en todo, la justicia va de la manera más lenta
posible. Así que si pueden estar en el gobierno cinco años, a lo mejor
pueden llegar a hacer algo. En fin, que ojalá puedan hacer algunas de
las cosas que han prometido, pero lo veo difícil. Aunque hay cosas que
son evidentes, como el caso del Pazo de Meirás. Fue un regalo a Franco,
como jefe del Estado, pero por un chanchullo se cambiaron los papeles
para que fuera para él personalmente. Así que debería ser relativamente
fácil devolverlo al patrimonio nacional. Pero luego hay casos
increíbles, realmente complicados.
Juan Negrín,
por ejemplo, de familia muy rica. Un hombre súper competente,
incorrupto y súper patriota. A él y a su familia les robaron todo, pero
luego se vendió y se revendió de tal manera que ahora sería
increíblemente difícil de devolver. Legalmente, sería dificilísimo,
aunque eso no quiera decir que no habría que indemnizar a la familia.
O Margarita Nelken,
la gran feminista, una gran artista, una mujer fascinante, de armas
tomar, y que tenía amistades con Galdós, con Falla… Tenía un gran piso
en Madrid, en la Castellana, si no recuerdo mal. Se exilió por el
Pirineo con su madre, su hija y su nieta, en una aventura heroica. En el
piso dejó cuadros de gran valor firmados por artistas amigos, primeras
ediciones de Galdós, partituras de Falla… Un tesoro cultural alucinante
que fue saqueado por falangistas; vete tú a saber dónde está todo eso. Y
me consta que la familia luego pasó unos sinsabores terribles en
México.
En fin, que está bien expresar una buena intención de hacer algo. Yo lo aplaudo, pero es difícil.
Además, llevan en su acuerdo escrito la promesa de declarar "nulas las condenas y sanciones de tribunales, jurados y otros órganos penales, administrativos o militares dictadas durante la Guerra Civil española o la dictadura por motivos políticos, ideológicos, de creencia o de orientación sexual, identidad o expresión de género". A usted, que escribió y documentó varios libros sobre "la política de venganza del franquismo", ¿le parece factible? ¿Qué magnitud puede tener esa medida? ¿Le parece necesaria?
Esto, de hacerlo,
sería fantástico. Lo que pasa es que es complicado también. O se hace de
un plumazo o… Y haciéndolo así, se librarían también algunos pocos
realmente culpables, además de los cientos de miles de perjudicados
inocentes durante toda esa represión de la guerra y de después. Pero en
este caso, el bien supera esas excepciones. Si se va caso por caso
tardaría muchísimo. De hecho, recuerdo una conversación que tuve con
Alfonso Guerra, cuando todavía estaba en el poder, en la que le pregunté
por qué no hacían eso. Y me contestó: "Paul, no tienes ni puta idea de
lo que costaría". Se refería a en términos judiciales, las
complicaciones jurídicas y todo eso. O sea que o se hace de un plumazo o
no se hace.
También van a intentar retirar las condecoraciones y prestaciones asociadas concedidas a personas “que protagonizaron actos criminales no juzgados durante el franquismo”. ¿Cuántos de esos puede haber?
Por supuesto que
hubo militares ascendidos por cometer atrocidades. Pero eso que se
proponen también es muy difícil. Yo, evidentemente, soy antifranquista y
mi obra, en general, ha estado dedicada a exponer o revelar cosas de
este tipo, y no solamente yo. Cuando escribía El Holocausto español
tuve la inmensa suerte de conocer una red de historiadores locales,
casi provincia por provincia, que de todo eso sabían muchísimo. Cada uno
sabe lo que pasó en su pueblo, yo aporté, quizás, la visión global.
Pero volviendo a lo que me pregunta. Estamos otra vez en lo mismo. Sería
dificilísimo. Casi creo que eso sí que sería remover las cenizas. Ya
me imagino cómo se van a forrar una buena cantidad de abogados. Nos
hemos preguntado al principio de la entrevista por qué es posible que
haya generales franquistas en VOX. Nosotros somos mejores que eso.
No sé si me explico. Porque, ya puestos, ¿qué pasa con todos esos
títulos nobiliarios que dio Franco?. Franco no tenía ningún derecho a
darlos y para quitarlos habría que hablar con el rey Felipe. Todo eso
sería muy muy complicado.
Se han comprometido también a implementar un programa de exhumaciones de víctimas del franquismo que continúan en fosas comunes. ¿Esto también le parece que puede ser remover cenizas o es una asignatura pendiente?
No, esto sería
fantástico. Todavía en España hay docenas de miles de familias que no
han tenido la posibilidad de saber dónde están los restos de sus seres
queridos o de conmemorarlos, mientras que las familias franquistas lo
hicieron sobradamente en los años posteriores a la guerra.
Esto me parece un
deber primordial humano; y, también, acabar de implementar la ley de
Memoria Histórica de 2007. Porque entonces había muy buenas intenciones,
pero se dejó mucho en manos de las administraciones provinciales y
municipales que, en la mayoría de los casos, no tenían el dinero
suficiente para hacerlo, y en otros, por razones políticas, no tenían el
más mínimo interés.
Vuelvo a lo mismo,
una y otra vez: si consiguen estar en el Gobierno el tiempo suficiente,
creo que sería un paso muy importante para finalmente cerrar un poco el
pasado y empezar a que la Guerra Civil y su memoria dejen de manchar la
política actual.
Ilegalización de la Fundación Franco y reacciones familiares a la exhumación
¿Y usted cree que habría que ilegalizar la Fundación Nacional Francisco Franco?
Evidentemente, que
hubiera una Fundación Adolf Hitler en Alemania sería algo inconcebible.
Yo creo que hay que nacionalizarla, darle otro nombre e incorporarlo
todo en el archivo histórico nacional. Eso sería lo primero.
Pero luego hay mucho más. Queda por aclarar si tienen sus papeles personales. Los papeles no exactamente oficiales.
Hay indicios, no
puedo decir más, de que estos papeles han estado en manos de la familia y
de que algunos de ellos, cuando vivía Cristóbal Martínez Bordiú, los
vendía a coleccionistas. Tengo una prueba, de hecho. Uno de esos
coleccionistas, cuando murió, tenía un lote, y lo sé porque ese mismo
lote me fue ofrecido hace décadas. Al morir, en su testamente lo legó a
alguna institución cultural española que no recuerdo. Yo vi esos
documentos.
Lo de los papeles
privados de Franco habría que solucionarlo. Ya no se sabe lo que queda y
lo que no, pero es evidente que lo que dice tener la Fundación no es
todo y deja muchísimos interrogantes sobre qué pensaba Franco. Era un
tío muy cuco. Yo creo que él jamás pensó que podría llegar una
democracia. No soy de los que cree que él secretamente estaba pensando
que llegaría. Todo lo que hizo Franco fue para asegurar la permanencia
de la dictadura.
No sé, y lo confieso, cómo fue creada la Fundación Francisco Franco y sería interesante averiguarlo.
Y, sobre la exhumación, ¿le sorprendió la reacción de la familia? ¿Las dificultades e impedimentos que pusieron?
Imagino que la
familia de Franco se siente "entitled" (sic.), que es una palabra en
inglés que es buenísima para describir eso ["legitimada" sería la
traducción más precisa en este contexto]. Se deben de sentir como si
fueran familia real. Quizás ellos creen que por ser herederos de Franco
son algo importante, aparte de ser muy ricos por eso mismo. Y, por otro
lado, no sabemos quiénes están detrás de esto, quiénes les están
susurrando en el oído que esto es intolerable, que digan algo… Y,
además, por supuesto que hubo y hay periodistas y periódicos encantados
de escuchar todo eso y de alentarles.
Vox, ¿un neofranquismo? ¿Para cuándo consensos históricos?
Usted recuerda en su libro que en septiembre de 1999 el PP fue el único partido en las Cortes que se negó a condenar el alzamiento militar de 1936. ¿Le ha sorprendido el surgimiento de un partido como Vox, más próximo a Franco que el PP? ¿Se puede identificar a Vox con un neofranquismo?
Sí, y sí que me ha
sorprendido. Sobre todo pensando en los años de gobiernos socialistas,
pero luego, pensándolo bien y viendo los casos de corrupción con el PSOE
andaluz y la manipulación del caso catalán, tiene su explicación.
Aunque yo no lo había previsto.
¿Usted cree que en España se podría llegar a unos consensos históricos, que pudieran aprobar tanto la izquierda como la derecha, para que se pudiera enseñar en los institutos la República, la Guerra Civil y la dictadura?
Lo veo difícil.
Tienen que pasar muchos años todavía. Durante los años del franquismo,
38 años sumándolo todo en algunos territorios, a base de un régimen de
terror, hubo un lavado de cerebro nacional, también controlando los
medios de comunicación y la educación. Y con esto, sobre todo después de
1959 cuando empezaba a ir mejor la economía, se creó lo que se ha
llamado "el franquismo sociológico". Es decir, en el momento en que
muere Franco, hay una población muy sustanciosa de españoles que creen
que Franco había sido un buen hombre, que había salvado a España, que su
régimen era una maravilla… Y todo esto no desaparece en 1977, cuando
llega la democracia. Esto sobrevive hasta hoy. Lo mismo que hay gente
que compra y lee los libros de Ángel Viñas o los míos, también los hay
que leen los libros de Pío Moa y César Vidal.
Es decir, que
estamos hablando de una sociedad profundamente dividida. Yo, durante
muchos años, esperaba que al irse resolviendo las necesidades vitales
(llegar a final de mes, poner comida en la mesa, asegurar la educación
de los niños) se iría perdiendo interés por todos esos temas. Eso
mayormente pasó hace 20 años y ahora estamos otra vez con VOX en lo
mismo. El hecho de que el Gobierno de Pedro Sánchez haya tenido que
prometer todas esas cosas significa que estamos, en cierta medida, en lo
mismo. Entonces, yo creo que lo único que va a solucionar esto va a ser
el tiempo, y ya no me atrevo a decir si diez años o 20. El tema sigue
sorprendiendo.
Los negocios presuntamente ilegales del rey emérito y las diferencias entre Juan Carlos I y Felipe VI
Sabiéndome al final de la entrevista, me atrevo a preguntarle por el rey emérito, al que Preston siempre ha defendido.
Y hablemos del Rey un momento. Usted ha alabado su papel en la Transición, pero ¿cree que se llegará a investigar el origen de la fortuna de don Juan Carlos? ¿Cree que se debería investigar?
Bueno, creo que ya están en ello y, francamente, no es mi tema; esto es más de investigadores especializados.
Ya, pero ¿se debería investigar o no, en su opinión?
Hombre, no estaría
mal. Si ha habido algo ilegal, se debe investigar. Y esto te lo dice un
gran admirador de Juan Carlos. Yo, a pesar de lo ocurrido en los años
justo antes de su abdicación, lo dije en mi libro y lo sigo diciendo,
aunque eso me ha cosechado muchas críticas: creo que el papel de Juan
Carlos en la historia de España ha sido impagable. Tuvo un papel
importantísimo. Que luego, después de que le robaran su niñez, su
adolescencia, sus sinsabores cuando vivía Franco, en la Transición, lo
que sea… Eso puede manchar, pero lo que hizo no se le puede quitar. Y
respecto a lo demás, sobre si habría ilegalidades, hay que
investigarlas; igual que, aunque sea lentamente, se ha hecho y se está
haciendo con las de los partidos políticos.
Y al rey Felipe ¿cómo le ve? ¿Le ve tan bien como vio en su día a Juan Carlos o es usted de los que cree que se equivocó en su discurso del 3 de octubre de 2017?
Pues, mira, esa misma tarde, antes del discurso, me entrevistaron en la BBC sobre
el tema, sobre cómo estaba la cosa en Catalunya, etc. y me pidieron que
pronosticara qué creía que iba a decir el rey. La situación es verdad
que era muy complicada. Una conjura de necios. No se podía decir quién
tenía razón, si Madrid o Barcelona. Había tal cúmulo de errores por
ambos lados... Yo dije que esperaba que dijera algo de compromiso, de
intentar quitar hierro a la situación, de hablar como rey de todos los
españoles; vamos, todo lo que yo habría esperado que hiciera su padre. Y
cuando llegué a casa y fui a ver qué había dicho, francamente me chocó. Había hecho un discurso que podía haber sido redactado por Rajoy.
Después de esta
declaración podía despedirme satisfecha. Paul Preston se había mojado
más de lo que cualquier diplomático habría hecho. A sus 73 años, desde
su casa de Londres, sin poder viajar a España desde hace algunos años
por motivos de salud, se despidió lamentando lo que le pesa no poder
visitar el país al que ha dedicado sus estudios y recordándome que sigue
enamorado de España, en la que cayó por casualidad en los sesenta
hablando tres palabras de español. "Me enamoré de la comida, del
paisaje, pero sobre todo del calor de la gente", me cuenta nostálgico.
Como decía
Machado, ¿no? Le digo recordándole la frase del poeta sevillano que
escribió durante la Guerra Civil, con la que empieza su libro: "En
España lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de
Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me
sorprende. Siempre ha sido lo mismo".
"Sí, sí, eso, eso", dice Preston, saboreando lo que significa.
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