Es cierto que el concepto de Estado abarca a
todos y todas. En una maravillosa teoría general "el Estado somos
todxs", pero no nos engañemos con el envoltorio del paquete ni con el
etiquetado del producto interior bruto, muy bruto. Porque en España,
concretamente, el estado no somos todos y todas ni de coña. Y lo
sabemos. La realidad se encarga cada día recordarnoslo con una veracidad
indiscutible y de dejarlo en evidencia absoluta. Lo peor del caso es
que jamás hemos tenido esa experiencia sociopolítica en toda
nuestra historia. Se ha intentado varias veces, pero, nada de nada. Y es
que solo se cosecha lo que se siembra, si las semillas valen y se cuida
su proceso generador de vida, la cosecha es muy buena, pero si no hay
semillas sino solo polen disperso de zarzas, cardos y hierbajos, pues
eso mismo será la cosecha. Sobrevivimos estatalmente en un callejón sin
salida: como no hay conciencia despierta, no hay capacidad para cambiar
nada, se ha establecido la conciencia dormida como paradigma. Manda la
necesidad y la urgencia, es cierto, pero no hay conocimiento sustancial
ni del qué hacer ni del cómo hacerlo, y mucho menos de quienes
pueden hacerlo, porque los mismos que no saben por donde les da el aire,
al mismo tiempo tienen el poder de trastornarlo todo, de hacer
normalidad el cretinismo y de intoxicar las capacidades sensatas de la
inteligencia colectiva, que se trastorna doblemente entre lo que
necesita y el precio que debe pagar por sus necesides: o vender su alma y
morir consumida como esclava de un sistema condenado a muerte o morir
matando lo que no le permitime vivir. No, el estado no somos todxs.
Hasta ahora el estado solo son "ellos" y "ellas", el círculo reducido
del poder,que el resto de humanidad se ve obligado a aceptar por
imposición como mal común, "porque sin él aun podría ser peor". Es un
juego perverso, e indiscutible en España, al que por desgracia sostiene
invariablemente una facción social de medio pelo moral y cultura
trampantojo beneficiada por el círculo del poder manejante, que no tiene
el menor interés en que cambie nada y vive en un perenne "virgencita,
que nos quedemos como estamos"; totalmente el estereotipo del hombre
de casino provinciano que...discrepa de política banales dicterios al
gobierno reaccionario, y augura que vendrán los liberales (o los socialistas, o los obispos, o los banqueros y empresas millonetis)
cual torna la cigüeña al campanario. Lo demás, taciturno,
hipocondríaco, prisionero en la Arcadia del presente, le aburre...Sólo
el humo del tabaco, dibuja algunas sombras en su frente.
La tragedia española es que los versos que Antonio Machado dejó como
retrato hiperrealista y certero testimonio de su tiempo (final del XIX y
principio del XX), sea todavía el curriculum político/social del XXI.
Despertemos de una vez: en España el estado no somos todxs. No se puede
ser mayoritariamente lo que es imposible elegir desde una conciencia que
no ejerce porque no se ha dado nunca el permiso para despertarse y
cuando ha estado más cerca de ello, la han apaleado, encarcelado,
asesinado y condenado para siempre al silencio de los corderos, hasta
convencerla de que ese estado es el mejor para que todo
funcione...Machado deja muy clara la profecía:
Ese hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca, de la cepa hispana,
no es un fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana,
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.
¿Cómo es posible que en más de cien años, aun sigamos en el mismo plan?
¿Acaso el resto de Europa está como entonces, después de su
derrumbamiento por dos guerras mundiales? El progreso no es solo la
tecnología, es sobre todo un prudente aprendizaje de la propia historia,
y sin él, la tecnología y una cultura de información sin conocimiento
profundo ni conciencia, manejadas por trogloditas informatizados, es un
peligro mortal, para España y para el Planeta. Un Estado de verdad tendría muy claro el tema. Y no es el caso español.
¿Cómo, entonces, se van a sentir parte del estado quienes van
despertando a golpe traumático global, y comprenden donde están
encerrados y aprisionados? Que pregunten a los vascos de Zaldívar encerrados en
casa, y no por el corona virus, sino por el amianto y el crematorio de los tóxicos
adjuntos "que crean tanta riqueza para el estado, en trabajo y
salarios"...
La ciudadanía decide, pero los súbditos obedecen sin rechistar. Ciudadanas/nos y súbditos son conceptos tan incompatibles entre sí como democracia y monarquía. Meditemos en qué plano estamos funcionando o dis-funcionando. Y si a las conclusiones del razonamiento se le puede llamar democracia real o fantasía usada para manipular.
El estado, como el Poder Judicial, no puede ser como un paso de Semana Santa, ante el que
arrodillarse y emocionarse devotamente, sea como sea, porque para eso es
un tabú, el estado -o 'La Ley' o el dogma religioso in-fa-li-ble y su divinidad no se discute aunque sus brotes como el Gobierno, el Parlamento y la Iglesia sean el punch del gimnasio para descargar bilis, el estado fantasmal y segregado de la realidad por su realeza dinástica, que por lo visto no tiene nada que ver con sus fatales consecuencias pisando tierra y asfalto-, se pretende que sea igualmente in-to-ca-ble.
A ver si por lo menos, viendo la realidad despojada de filigranas, somos capaces de ponernos de vez en
cuando las gafas de ver. O mejor, todavía, de quitarnos la venda de los
ojos, para ir soldando cables sueltos que producen cortacircuitos y black-outs en todo lo que tocan. Y así nos va.
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