miércoles, 12 de febrero de 2020

Oda a la vergüenza ajena


Se rasgan las vestiduras
al rozar la buena muerte,
(se ve que nunca aprendieron
qué significa eu-thanasia)
y  con ese pedigrí político y cultural
aun así gozan  escaños
que permiten  gobernar
o ser una oposición
de corte inquisitorial,
para hacernos soportar
una cutre marcha atrás,
retrocediendo en el tiempo,
en civismo y en moral,
en compasión y empatía,
hasta un medievo brutal
con una iglesia detrás
manejando componendas,
siempre a la disposición
de quien pueda y mande más
para obtener beneficios,
curiales y pontificios
(son el mismo sanedrín
que liquidó a Jesucristo,
con el valor añadido
de una santa pederastia
hipócrita y refinada,
e incluída en el bautismo,
desde la más tierna infancia)

Sin embargo la eu-thanasia
no es un juego de poder
para tercos menestrales
en un hediondo corral,
ni un motivo estacional
para poner zancadillas
de sotana y tentetieso
a gobiernos que incomodan
modificando tabúes,
sin miramiento y respeto
a las huestes de Cisneros,
de Isabel y de Fernando
y del mismo Torquemada,
que a pesar de cinco siglos
siguen en el candelero
para demostrar al mundo
que aquí "nunca pasa nada".

Y resulta que la vida va
por otros derroteros.
Que existe en ella un percance
inevitable, obstinado,
verdadero e imparable,
que se llama evolución,
un imprevisto espantoso
que es un castigo del cielo
para la clase perfecta,
la de Don Guido, el señor,
que Don Antonio Machado
denuncia desde sus versos,
como mozo jaranero
y de viejo rezador.
Aquel señor de Sevilla,
tan diestro en ir a caballo
como un ínclito maestro
en finos y manzanilla,
qué poder tendrá el recuerdo,
para que el mismo modelo
resucite y se repita
con el tiempo, a vox en cuello...

Con semejantes comparsas
no es posible que se entienda
qué significa eu-thanasia.
Un manjar muy refinado
para ciertos paladares,
que comen en los establos
y andan escasos de luz,
encendiendo candelabros
siempre por los bajos fondos,
donde se sienten seguros
en el ambiente adecuado.

La eu-thanasia no se impone,
se elige serenamente
y es un derecho indudable,
no un deber, como lo es
para intereses malsanos
ese "morir por la patria"
heroico y muy cabreado,
que tanto gusta al corral
y sobre todo a sus amos,
gerentes apoderados
y jefes de las manadas.
Si los jefes de un estado
al declarar una guerra
o participar en ella
por sus propios intereses,
pueden mandar a la muerte
a millones de personas,
que no pretenden morir,
convirtiendo los derechos
en deberes demenciales,
haciendo del patriota
un suicida programado,
¿ a qué viene tanta alarma
y escándalo fariseo,
por una justa eu-thanasia
es decir, la  buena muerte, 
elegida en libertad
por quien en pleno derecho
de su dignidad humana,
quiere salir de este mundo
por motivos personales
como dejar de sufrir
un estado terminal
que no tiene más final
que una muerte hipotecada?

No tiene sentido alguno
que se pida en las escuelas
un reclamo parental
con el fin de proteger
la libre y cutre enseñanza
con toda la libertad,
y se quiera suprimir
el mismo humano albedrío
a la hora de elegir
un sádico sufrimiento
o el derecho indiscutible
a un honesto y justo fin.

¿Qué dios justo y compasivo,
y Padre para más inri,
como dice el Nazareno
que vino a quitar dolor,
injusticias y tormentos,
condenaría de ese modo
a un enfermo terminal
por no poder resistir
un mal que no tiene cura,
con el dolor añadido
o bien de la soledad
o el ver sufrir a los suyos
oprimidos y dolientes
por no poder remediarle,
y que según los esbirros
que maltratan en el nombre,
de un dios tan "original",
-para acabar de arreglarlo-,
es "su santa voluntad"?

Si la eu-thanasia es tan mala
en su empeño por matar,
y la vida es el valor más cierto
y fundamental,
¿por que las penas de muerte?
¿por qué las guerras sin fin?
¿por qué el comercio de armas?
¿y por qué justificar como peccata minuta,
 la violencia patriarcal?
¿No será que es puro miedo
a la misma libertad,
y  a que solo la consciencia
sea la justicia final
en la vida de los seres
más humanos, de verdad,
saltándose a la torera
los poderes que controlan
un mundo tan demencial
como apegado al poder
y al vicio de controlar?

Tan valientes con la lengua,
tan fieros en las cloacas,
tan guerreros en la costra
y tan cobardes, miedosos,
absurdos e infantilones,
miserables como zafios,
en la materia esencial...

La eu-thanasia no se impone,
se elige por dignidad,
quien se cansa de sufrir
se larga sin más ni más,
no necesita el permiso
de quien no tiene ni idea
de lo que es pasarlo mal,
entre vientos y mareas
de farmacia y de hospital,
y de ejercer de cobaya
para los laboratorios
que nutren el capital,
con cuidados paliativos
que dependen además
de recortes indecentes
e inseguridad social,
y de que se tengan medios
para poder aguantar
hasta que el cuerpo decida
que ya no resiste más,
 o morir por un error
de tratamiento oficial
y salir de esta morralla
sin conciencia ni moral,
pero dando explicaciones
a un mísero tribunal
que envuelto en togas y flautas
no tiene la potestad
de decidir cuando y cómo
salir de este lodazal.

Por eso, es super urgente,
que se pueda regular
con serena compasión,
razones e inteligencia,
algo que por más batallas
que se quieran provocar,
ya no tiene retroceso
en al conciencia global.

La evolución es proceso,
pero nunca judicial
con sentencias ni recesos,
es la marcha del progreso
que abandona por consenso
el paradigma animal
pervertido en el camino
por el ego transversal
que marca la transición
de un estado primitivo
a otro plano existencial
más lúcido y más creativo,
más sano y universal.
Lo que trajeron al mundo
unos seres como Buda,
Yosuah, LaoTse y Spinoza,
Kant, Platón, ambos Luteros,
'el loco' Mahatma Gandhi,
los místicos del Islam
y los místicos cristianos
que pudieron emprender
los caminos más humanos
que se pueda imaginar...
Y por ello, condenados
y siempre bajo sospecha
como testigos de cargo
por suscribir los estados
que regala la consciencia
cuando ya se ha despertado.

Es el Ser el que decide
y no una corte de necios
empeñados todavía
en que la Tierra es el eje 
de este sistema solar,
tan plana y ornamental
como el encefalograma
de sus 'ppolíticos diestros'
en negar las evidencias
de la misma realidad.


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