martes, 4 de febrero de 2020






Veto al rey

El desplante a Felipe VI por parte del independentismo es, además de una falta de respeto institucional muy grave, un movimiento político equivocado e ineficaz


La Voz de Iñaki | 04/02/2020 | Veto al rey. / CADENA SER




Los diputados de ERC, Junts per Catalunya, Bildu, BNG y la CUP se negaron el lunes a participar en el acto de apertura de la XIV Legislatura para expresar su rechazo al rey. Es un desplante en línea con el cada vez más acusado acoso a la Corona por parte del independentismo. Este gesto puede ser legítimo, no lo sé, pero es, además de una falta de respeto institucional muy grave, un movimiento político equivocado e ineficaz. La falta de respeto institucional es evidente, pero es también un disparo político con el punto de mira desviadísimo. Felipe VI no es el problema del independentismo; la jefatura del Estado no está enfrentada al independentismo porque España sea una monarquía. Lo estaría igualmente si el jefe del Estado fuera un presidente de la república. Sería esta presidencia el órgano constitucional situado en el vértice superior del Estado y representaría su unidad y continuidad.
El gesto, además es ineficaz si pretende impulsar la causa de la república, porque esta causa, la república (idea radicalmente democrática) seguramente se irá abriendo paso pues soplan a su favor los vientos de la historia, algo que ninguna monarquía europea ignora. Pero hará muy pocos adeptos en España mientras siga abanderada por formaciones políticas cuyo objetivo es independizarse de España, sea cual sea su régimen. Todo lo contrario. La ofensiva del independentismo contra el rey no solo no debilita a Felipe VI si no que le fortalece, sobre todo si consigue no ser canibalizado por Vox o por los pugilatos patrioteros.

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Si ante todo España es, según la constitución una democracia, -el poder legítimo del pueblo- existe ya de entrada una incompatibilidad terminológica con el significado de  la monarquía -poder solo legal y no legítimo de un  solo individuo sobre un pueblo, que no le ha elegido, para colmo- puesto que las monarquías no se eligen en las urnas, se imponen por inercia consuetudinaria y dinástica, que está en la antípodas de cualquier democracia, como lo están la noche y el día entre sí. Si para más inri esa monarquía la restaura, porque le interesa para seguir atado y bien atado a su invento, incluso desde el cementerio, un general y dictador sin escrúpulos, con las manos y el currículum manchados de sangre hasta el cuello durante cuatro décadas, y que nunca dio cuenta de su historial a la Justicia ni a nadie, la legitimidad del invento se deshace como un azucarillo en el café. 

La cosa se agrava si añadimos el hecho de que la propia constitución adolece de un apañismo a las claras -bueno, claras, dentro de lo que cabe- en un ejercicio silogístico contradictorio eludiendo la realidad histórica del momento que exigía un claro ponendo tollens/tollendo ponens, o sea que ponemos democracia para quitar dictadura o quitamos dictadura para poner democracia, pero no, me quedo enganchada constitucionalmente, eso sí, en un pastiche que no es democracia ni dictadura, pero cuyo origen recosido es dictatorial sin más -el pueblo la única vez que pudo elegir hace más de 80 años, cuando se le dio permiso, eligió república como modelo de estado y el rey tuvo que emigrar-, no obstante el pasado imborrable,  yo, la Consti, ni quito ni pongo, pero arrimo el ascua a la sardina de los mismos que montaron el pollo a partir de 1931, 1936 y de 1939 en adelante, hasta hoy. 

Sí, es cierto que hace unos cuarenta y dos años, salí a las urnas para ser reconocida en plan legítimo, en unas condiciones de acojone total: o yo o el caos. Eso era un chantaje de todas todas, pero era lo único disponible para el maquillaje internacional que las Españas bravas y de lidia, podían manejar entonces, al menos eso creyeron los implicados padres de la ppatria, que obviamente y como suelen hacer, infravaloran al pueblo por sistema y lo juzgan desde  sus inteligencias de gofre manipulador: cuadriculadas y tiesas.  Más vale una carta más para magnates que magna en sí misma, que no tener un documento válido  haciendo el milagro de que  todo parezca una transición sine die, hasta que por sí misma deje de serlo y entonces, ya con el tiempo y el caos de siempre, se verá que después de todo la democracia no era para tanto pero  la monarquía sigue ahí en pie, envuelta en himno y bandera, llevándose el 0'9% de PIB por salir al balcón a saludar o abrir los salones cada cuatro años para recibir ministros, unos jurando sobre la Biblia y otros, en arameo. O presidiendo saraos de todo tipo, mientras presenten un decorado ad hoc. O inaugurando legislaturas normales y otras raritas, como la presente. Pero es que una Consti está para eso, para verlas venir y marchar, las legislaturas, claro, no las monarquías ni las repúblicas, que eso ya es otro cantar. En ese tema España es inamovible: donde se ponga una corona, un trono y una buena fanfarria comodioshmanda, que se quiten mariconadas democráticas donde la puñetera igualdad se carga todo, el pedigrí, el glamour, el  estilo, e intenta borrar ese toque Hidalgo del Lazarillo fashion, que da la impronta de lo eterno, apolillado, inservible, rancio da morire , un fardo tan pesado como inútil, sí, pero nuestro de verdad. Tan nuestro que ya no lo diferenciamos como algo distante y mucho menos distinto. Hasta las mentes patrias más preclaras llevan su sello incrustado en el lomo de su corteza cerebral. La monarquía no se toca, populacho sin luces, porque todas las luces son suyas, faltaría más. ¿Acaso creeis que sin ella Ibedrola o Endesa serían posibles tal y como están, en una república, sin más ley ni orden que la voluntad de la gleba a su bola? 
Una monarquía ante todo es bien educada, a ver, ¿cuándo habéis visto a un rey enfadarse en público, decir lo que piensa, o incluso insinuar que puede pensar algo? Jamás. ¿Qué elemento popular y republicano puede igualar esa condición de pirámide, de Partenón, de obelisco, de cariátide, de capitel corintio o de columna rostral...? Ninguno. ¿Qué discurso puede igualarse en majestad a esas frases ingeniosas, calmantes, reflexivas y siempre al quite, pensadas por los lacayos a sueldo más ingeniosos que dominan el arte de la oratoria, que afirman sin confirmar y niegan sin negar, que sin decir nada sugieren todo y viceversa? ¿Quién vive y brilla con toda propiedad de tal modo que ya no distingue entre lo público y lo privado? Sólo los reyes. ¿Cómo es posible degradarse hasta el extremo de hacerles el vacío cuando ellos lo ocupan todo con su grandeza hasta que ya no queda lugar para otra cosa ni persona ni pensamiento ni palabra que no sean ellos? 
Por otra parte, está el separatismo, porque los separatistas no nos engañan aunque digan que son republicanos, en realidad no quieren una república federal, ni confederal española, como lo son Alemania, Austria, Suiza, Italia o Francia, no qué va, ellos quieren mandar en su trozo de tierra solo eso, ser los caciques de su cortijo y que su cortijo sea su estado. Son malos, muy malos. Y peligrosos, provacadores, y por eso hacen feos a la majestad del verdadero poder. Se van del hemiciclo mientras todos los buenos patriotas, aun haciendo de tripas corazón, doblan la bisagra y aplauden como debe ser, con un ejercicio de hipocresía magistral, porque en el fondo la mitad de la cámara o quizá más es republicana, le encantaría decir en voz alta que es gay o que es una mujer maltratada, o que está enchufado al partido por su familia y las pelas, o que el trato que da la monarquía a sus herederos no cumple con el primer requisito de los DDHH: la libertad de elección para escoger el propio destino. De eso se trata, precisamente, de que la obediencia al paripé lo ocupe todo, como en el cuento del traje invisible del rey desnudo. Pero es que da tanta seguridad, tanta estabilidad...luego, cuando todo lo oculto estalla y sale a luz, menudo escándalo, quién lo iba a decir... El rey emérito forrado paradisiacamente, pero es intocable, no ya por mí, la Consti, sino por quienes me manipulan como si fuera lo más natural...Y todo queda genial. Es que somos así. No podemos evitarlo, y cuando podemos, no queremos. Ya está.

Ay, república, república, pobrecilla...¿Qué te has creído, insensata, que vas a salirte con la tuya, nada menos que en España? Venga ya, xd! Si fueras Portugal, otro gallo cantaría, pero, chincha y rabia, que no lo eres por la gracia de dios. Bueno, es un decir, porque dios de verdad es republicano, y lo dice la religión oficial española: en el reino de Dios los últimos son los primeros y viceversa, y los bienaventurados son los que tienen menos equipaje que perder y más van contracorriente en su día a día para aligerar las cargas del dolor la oscuridad de sus hermanos y de paso, la propia, y son normalitos, no necesitan Instagram ni corte de honor para sus egos bulímicos. Ya ves tú, qué sabrá dios de política y sociedad, ¿verdad? Tu problema, es ser una refugiada, una inmigrante de la historia española. Dos veces lo intentaste, bonica, y en ambas saliste esquilada y caminito del olvido, junto a los que pudieron sobrevivr a  su atrevimiento de cambiar algo. No te empeñes en lo que no puede ser y además es imposible. No digas nada, cállate, obedece lo que hay, y ten paciencia, republiquita, que a lo mejor con las circunstancias futuras del cambio climático y su justicia poética, el movidón de la Zarzuela se vuelve insostenible y los reyes se tienen que conformar con un pisito en Vallecas y un sueldo de mierda, que no les permitirá lacayos ni coches ni algo más que un par de comidas al día, en un comedor social, porque encima no saben cocinar, ni lavar la ropa, ni fregar el suelo, ni ponerse a la cola del paro a ver si hay suerte...Entonces será tu momento, ya lo verás. Hasta entonces, chitón. Calladita estás guapísima, discreta, sobria, silenciosa, dulce y comprensiva, como llevas haciendo desde 1939... Ya vas para los 81, fíjate, y aun estás ahí. ¿Qué te cuesta esperar otro tanto, si tú eres una resistente innata?

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