lunes, 11 de marzo de 2019

Un recuerdo imborrable. Es tristísimo que nos unan las desgracias más que la decencia, la honestidad, la inteligencia colectiva y el aprendizaje que aporta la vida en limpio

15 años del 11-M

Este país no había estado nunca tan unido, pero entró en juego la política y lo destrozó todo

CADENA SER


Hoy se cumple el 15º aniversario del 11-M, un día inolvidable para todos. Desde luego lo fue para los que vivimos en tiempo real, ante el micrófono, la secuencia más alucinante que cabe imaginar. Desde el primer flash, tan similar a tantos otros que por desgracia habíamos tenido que contar en nuestra vida profesional, ha habido una explosión, parece que hay heridos, hasta el crescendo de pesadilla. Han sido varias las explosiones y se confirma, hay muertos. Al menos 5. No, son más, son muchos más. 10 20 40, pasan de 50, podían llegar a 100. Más, son más
El horror era inacabable, lo íbamos relatando con el corazón encogido en medio de una avalancha atropellada de noticias y testimonios en carne viva y conmovidos por una demostración de solidaridad nacional extraordinaria.
En los hospitales se agolpaban los donantes de sangre espontáneos, los taxistas se ofrecían a trasladar gratuitamente a heridos o familiares, las comunidades autónomas llamaban para brindar la ayuda que pudieran aportar. Nuestros compañeros de vacaciones o de permiso se presentaban para trabajar. Ninguna voz disonaba. Este país no había estado nunca tan unido, pero entró en juego la política y lo destrozó todo. En menos de 24 horas el 11-M dejó de ser el día del mayor horror y de la mayor unidad y se convirtió en símbolo de la mayor desunión. Como tantas veces he dicho, el 14-M se apoderó del 11-M. Quince años después, el 11-M se asocia más a aquella falla tectónica en la España política, a aquella fractura, que a las víctimas, 193 muertos y casi 2.000 heridos condenados a lo que parece a ser siempre el segundo renglón de la noticia.

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