martes, 5 de marzo de 2019

Sí a la unidad, claro que sí, pero no de cualquier manera ni a cualquier precio, querido y admirado Alberto Garzón. Hay remedios de pacotilla y fanfarria bastante peores que la propia enfermedad y hay que saber distinguirlos de los remedios auténticos, porque a veces vienen empaquetados en envases muy similares, por eso hay que leer muy bien en los prospectos la composición, las incompatibilidades y los efectos secundarios de cada preparado, antes que tomárselos fiándose solo del envase y el nombre del producto, y comprobar in situ sus efectos en los pacientes que ya los han tomado. Por ejemplo, ¿qué habrías hecho respecto a la propuesta de Sanchez Mato, si hubieses presenciado al natural los desahucios de la calle Argumosa? ¿No crees que la realidad de a pie es aun más necesaria que la teoría, sobre todo para un socialista, un comunista, un buen cristiano o un buien budista? La teorìa no cambia si no la cambian ad hoc, pero la realidad lo hace constantemente sin pedir permiso a nadie. La política es la gestora de esos trances, cuando no lo hace, porque la conciencia flojea y la visión se enturbia, cambia de sustancia y se llama demagogia. Hay que tener mucho cuidado porque el filo que las separa es tan sutil como decisivo y determinante, Y existen también los lobos con piel de oveja, por desgracia, los he visto actuar y no es que sean mala gente, es que estan vacíos de conciencia y responsablidad usando cualquier estrategia para trepar sin que les importen las consecuencias cortoplacistas, ellos solo ven y consideran sacar provecho del pan para hoy, aunque eso signifique hambre y deasastre seguros para mañana. Total a ellos no les afectará, ya se han ganado su escaño de supervivientes. IU nunca ha ido por esos derroteros.Y en ese plan, va a dejar mucho huérfano de urna y referentes sanos por el camino, que lo sepas, Alberto.

SÍ a la unidad

Creo firmemente en esta unidad estratégica, y por eso pido a militantes y simpatizantes de Izquierda Unida que voten SÍ al preacuerdo de unidad electoral con Podemos y otras fuerzas políticas.

- coordinador federal de Izquierda Unida


Lucía Martín, Xavi Domènech, Alberto Garzón y Pablo Iglesias, en la constitución del Congreso. Lucía Martín, Xavi Domènech, Alberto Garzón y Pablo Iglesias, en la constitución del Congreso. Marta Ja
Un buen amigo me contó hace unas semanas que, a la salida de un partido de fútbol, le preguntaron al filósofo Jean Paul Sartre por su opinión sobre el encuentro. Él contestó: "en el fútbol todo se complica por la presencia del rival". Creo que aquella respuesta, de fino sarcasmo, podría ayudarnos a comprender lo que está sucediendo en la izquierda. 
Partamos de una constatación. La situación de la izquierda es, como mínimo, irritante. Obsérvese por un momento el abanico de noticias publicadas durante los dos últimos meses, aunque algunas se hayan gestado desde hace mucho más tiempo. En Galicia una corriente de EnMarea ha decidido presentarse en solitario a las elecciones generales, encabezada por quien fuera su candidato en las pasadas elecciones autonómicas; en Cataluña una peculiar corriente de Catalunya en Comú ha decidido quebrar la unidad y pactar en las generales con una fuerza independentista; en Valencia el partido de Compromís ha anunciado que concurrirá a las próximas elecciones por separado; en Madrid la corriente de Íñigo Errejón ha salido de Podemos para montar una candidatura regional, y no está descartado que haya hasta tres candidaturas a la izquierda del PSOE; en Madrid ciudad la alcaldesa Manuela Carmena ha echado de facto a las organizaciones políticas para sustituirlas por un equipo de allegados y afines que sólo responden ante la propia Carmena; en Asturias el excoordinador de IU y diputado desde 1991, Gaspar Llamazares, rompió con IU y decidió montar un partido con el que presentarse a las elecciones europeas y ahora al Congreso de los Diputados. Podría seguir, pero creo que es suficiente…



No me digan que no es como para sumarse a aquella famosa sentencia de Estanislao Figueras pronunciada al dimitir de su cargo como Presidente de la I República y poco antes de irse del país: "estoy hasta los cojones de todos nosotros". Desde luego, a buen seguro cada uno de esos actores tiene su propia explicación, por supuesto razonada, de dicho modo de actuar. Pero este cúmulo de decisiones hacia una mayor fragmentación electoral han hecho modestas las pretensiones irónicas de La Vida de Brian. Y, además de hacernos perder el tiempo, han elevado el nivel de frustración y rabia de la base social de izquierdas de este país. 
Todo ello, además, en un momento muy distinto al de 2015. En efecto, el espacio de la izquierda se ha estrechado en este tiempo. La ola reaccionaria que tenemos encima, no sólo en España, ha cambiado la dirección del viento que soplaba favorablemente hasta hace unos años. Estados Unidos, América Latina, Centroeuropa, Europa del Este y otras grandes regiones están siendo pasto del crecimiento del autoritarismo y la reacción. En España la izquierda nos hemos desmovilizado, la derecha se ha activado y radicalizado y la combinación nos ha llevado, de momento, a un gobierno reaccionario en Andalucía. Además, el PSOE ha conseguido crear un marco adecuado para su táctica electoral hasta tal punto que podría decirse que están inmersos en una larga campaña publicitaria desde la moción de censura. Todo ello, sumado a errores propios, ha ido cristalizando en un progresivo descenso del espacio político de Podemos, IU y las confluencias desde inicios de 2016. 
Hay quien cree que todo esto puede cambiarse con golpes de efecto o creando nuevas plataformas y partidos que alumbren nuevas opciones. La historia, sin embargo, nos demuestra que las más de las veces se trata de meras operaciones en transición hacia otros espacios políticos más firmes. En ocasiones es oportunismo, a veces hasta personal, y otras veces es mero voluntarismo que no termina de cuajar. Otros creen, por el contrario, que es momento de refugiarse en espacios más cómodos y reducidos, aunque se asuma su más que probable escasa o nula representación institucional. Incluso vuelve cierto izquierdismo que rememora los viejos debates de la I Internacional acerca de la utilidad de estar en las instituciones. Como si no existieran opciones intermedias entre creer que la institución lo resuelve todo y creer que sin presencia institucional todo es más fácil. 
Yo creo que hay alternativas. Para ello necesitamos una buena diagnosis, organizaciones coordinadas y un horizonte. Y todo ello aderezado con buenas dosis de realismo: en política además de las gestiones individuales de los dirigentes también importan, y diría que especialmente, las dinámicas sociopolíticas, las correlaciones de fuerzas y lo que en otro tiempo se llamaron "las condiciones objetivas". Y tanto en la gestión del ciclo político que va desde 2011 a 2016 como en la actualidad no sólo han influido e influyen las buenas o malas decisiones de la izquierda, sino también las condiciones económicas e incluso las decisiones de los adversarios. Como en el fútbol, el otro equipo también juega y eso lo hace todo un poco más complicado. 
En estos dos años Podemos ha sufrido mucho como consecuencia de una gran cantidad de polémicas de importante alcance. No pretendo entrar en ellas; basta con no negar que han existido. Pero como se puede observar en el repaso inicial, estas polémicas están lejos de ser una cuestión exclusiva de la fuerza morada. Como también están lejos de ser un asunto sólo vinculado a los errores propios. Por eso me parecen de tanta ingenuidad aquellas nuevas divisiones que están empujadas por la ilusión del "yo estoy libre de pecado". 
Creo que no engaño a nadie si recuerdo que enfrentamos un ciclo electoral complejo para la izquierda española. Y para el país. A los retos sociales, territoriales y ecológicos, sobre los que ya hemos abundado en otras ocasiones, hay que sumar los retos políticos que nos impone la amenaza del avance reaccionario, un hipotético gobierno de PSOE y Ciudadanos y una ley electoral que penaliza severamente la fragmentación electoral. No es poca cosa, y en consecuencia conviene no perder el norte. 
Mi opción es clara: dar la batalla para atraer y movilizar el voto de la izquierda de la manera más unitaria posible. No podemos permitirnos el lujo de ir separados a las elecciones, porque lo que nos jugamos tiene que ver con si somos capaces de plantear un proyecto político alternativo al del neoliberalismo y la reacción. Esto no quiere decir que no tengamos diferencias entre nosotros, desde culturales hasta organizativas, sino que la responsabilidad frente al futuro es compartida y de mucha mayor magnitud. 
Yo creo firmemente en esta unidad estratégica, y por eso pido a militantes y simpatizantes de Izquierda Unida que voten SÍ al preacuerdo de unidad electoral con Podemos y otras fuerzas políticas. Votamos desde hoy lunes hasta el próximo domingo. Si sale favorable, después de las elecciones estaremos en condiciones de repensar, reconstruir, consolidar y fortalecer nuestro espacio político. Considero que no cabe otra opción razonable ni para Izquierda Unida, ni para la izquierda ni para las familias trabajadoras ni para España. Pero sin este acuerdo, y sin muchos otros, estaremos divididos, fragmentados y dispersos ante monstruos para los cuales, paradójicamente y a pesar de nuestra obstinación, somos esencialmente lo mismo.

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Disculpa mis tiquismiquis éticos, compañero Alberto, pero se me hace imposible
mirar para otro lado cuando pactar con Podemos también significa pactar con esto sin la mínima objeción y solo por interés estratégico, ¿Acaso no es tan monstruoso asesinar como asfixiar los DDHH y hacer la vida imposible a las clases trabajadoras para forrarse? ¿Apoyarías que Zaplana, tras pasar por la cárcel, volviese a ser presidente de la Generalitat porque ya ha saldado su deuda con la sociedad? Está claro que Podemos carece de conciencia para distinguir entre un elefante y una bicicleta, y que su código ético es papel higiénico, pero en IU nunca ha sido así. Y si quiere seguir existiendo tendrá que tener muy claro su eje deontológico, como ha sido desde siempre. No, no todo vale para sacar tajada. Y quienes lo vean de ese modo no deberían estar en IU, que siempre ha sido el refugio para naúfragos de la honestidad y la coherencia en el mar de la inmundicia, sino en Podemos, en C's, en el pp...o, según los últimos acontecimientos, en el psoe.

 La candidata de Podemos en Ávila, Pilar Baeza, junto a Pablo Fernández, líder autonómico. / EUROPA PRESS

La candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila fue condenada a 30 años por ser cómplice de asesinato

Pilar Baeza proporcionó el arma con la que su novio y un amigo mataron a un hombre que la había, presuntamente, violado

La dirección autonómica y estatal moradas respaldan a la candidata a la alcaldía abulense: "Ya ha saldado su deuda con la sociedad"

El Periódico / Agencias
 
La candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila de Podemos, Pilar Baeza, elegida en primarias, fue condenada por ser cómplice de asesinato a 30 años de cárcel, de los que cumplió siete en la abulense cárcel de Brieva, según ha publicado El Español.
Con 23 años, el 8 de septiembre del 1985, Baeza ayudó al asesinato en Leganés (Madrid) de un joven que presuntamente la había violado y al que mataron su novio y un amigo, con la colaboración de ella, que prestó un arma de la armería propiedad de sus padres.
El novio de Baeza y otro amigo pegaron cuatro tiros a bocajarro a un joven de 24, cuyo cadáver fue encontrado tres meses después en un pozo en Villanueva de Perales (Madrid), en un hecho a modo de venganza por la presunta violación. Según la sentencia, ella fue condenada por facilitar el arma, escogida entre las que se encontraban en el establecimiento de sus padres, relata la información.

Respaldo de Podemos

Baeza fue elegida por los inscritos candidata de Podemos a la alcaldía de Ávila. Tras conocer los hechos, el secretario autonómico de Podemos en Castilla y León, Pablo Fernández, la ha apoyado publicamente: "Ya ha saldado su deuda con la sociedad". Fernández ha hecho referencia así a los siete años que la candidata estuve en la carcel de Brieva. Ahora, asegura, Baeza "está amparada por la Constitución" y "cumple con el código ético" del partido.
En este sentido, el dirigente autonómico ha descartado retirar la candidatura de Baeza a la alcaldía:  "Si quiere seguir con su condición de candidata, la vamos a respaldar". Una decisión que, argumenta, se debe a que no  se considera con la "legitimidad moral necesaria" para "descabalgarla" de las listas. La misma posición han adoptado en la dirección estatal de Podemos. El secretario de Organización, Pablo Echenique, ha dicho "suscribir de principio a fin" las palabras del secretario autonómico.

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'Saldar la cuenta con la sociedad' y vivir sin que se le haga el vacío social y se  trate con humanidad y respeto a una asesina que ha pagado por lo que hizo, no significa para nada que esa persona haya cambiado de perspectiva moral, ni de carácter ni tendencias patológicas, ni mucho menos que tenga "milagrosamente" un código deontológico imprescindible para poder regir y hacerse responsable de organismos públicos, y un municipio no puede depender bajo ningún concepto de los criterios de alguien que ha sido capaz de tramar un crimen a sangre fría para vengarse. No fue un arrebato momentáneo ni un accidente involuntario en un forcejeo, fue una decisión en frío y premeditada.  Del mismo corte de la que ha liquidado al concejal de IU en Llanes.
Si IU se traga sapos como éste y pacta con semejante barbaridad para poder seguir en el Parlamento, es que, obviamente, ya ha dejado de ser IU. Es muy preocupante que el mismo Garzón no caiga en la cuenta de algo así. ¿A qué se ha dedicado nuestra maravillosa transición para llegar a tal estado de abandono pedagógico, del que han salido una generaciones muy preparadas para los juegos de tronos y la tecnología de vanguardia, pero sin educar en valores éticos ni cívicos ni espirituales, que no ha sido capaz de recuperar la conciencia ética que el franquismo se llevó por delante con su doble moralina meapilas?
Sin conciencia ni ética la memoria histórica se reduce a  una pantomima manipuladora y la izquierda, haciendo lo mismo que la derecha pierde el sentido y los fundamentos de su misión política y social. Sin alma ni conciencia somos robots fundamentalistas de tácticas y estrategias sin más contenido que la misma "lucha" de intereses de poder y morbosidad egocéntrica y hegemonismo obtuso, a izquierda y a derecha. Es muy grave y preocupante que hayamos entrado en semejante lodazal y ni siquiera se vea por donde vamos porque la sociopatía se ha hecho normalidad política y social.
Esta situación es similar a la que se generó con el GAL y el Psoe en su día. Fue el catedrático de Ética de la Complutense López Aranguren -que había sido despojado de su cátedra por Franco y rehabilitado por la democracia- quien en un debate en TVE con Barrionuevo, entonces ministro de Interior, advirtió de que por esos derroteros de la "eficacia" sin conciencia que hace bueno cualquier medio para obtener el fin deseado, en unos años la sociedad acabaría normalizando la barbarie y el delito como modus operandi . Por desgracia y viendo lo que hay, parece que no se equivocó en sus previsiones.

Esto decía el Profesor López Aranguren ya en 1989, en un artículo publicado por El País , el 20 de septiembre de aquel año.
El proceso del caso GAL se inició y se cerró en falso al final de los 80 y se volvió a abrir en 1995 por el juez Garzón con el caso Amedo y las torturas en el cuartel de Intxaurrondo a finales de los 90. Las cosas que no se resolvieron  en su día con justicia, lejos de mejorar éticamente se han deteriorado aun más desde entonces, sin que nuestra fantástica y  ufana de sí misma, transición democrática haya hecho nada por remediar el desaguisado in crescendo de su propio deterioro. Seguramente con tanto pasar página sin leer y mirarse en el espejo como Narciso, no le queda tiempo libre para pensar en cambiar de rumbo. Y sin orientación, ni educación ni un laicismo decente que remedie la corrupción devota de un catolicismo farisaico, ni una revisión a foindo acerca del modelo de estado, el pueblo se acomoda a vegetar en las rutinas hasta que el desastre moral llega al plano económico, corrompe hasta la médula toda la sociedad  y acaba arruinándola y recortando  derechos sociales en todos los ámbitos menos en las altas finanzas y la banca amiga del poder. En este artículo Aranguren intuye el futuro viendo los condicionantes del presente. Como diría Dylan, esto estaba 'escrito en el viento', a puño y letra de un pueblo narcotizado por su inercia sin  conciencia y por la más absoluta carencia moral de sus gobernantes, que a su vez eran producto autocomplaciente de la misma inercia amoral heredada de la gloriosa chapuza franquista. De aquellos polvos espesos, vienen estos cienos insoportables. No se trata de hundirse en la depre histórica, sino de hacer una sana autocrítica social y de estado, tomar conciencia y salir entre todas del lodazal. Pero contándonos milongas y colgados de la ilusión, estaremos sine die dando vueltas sin salida dentro de la misma burbuja engañosa y autómata.
Una enfermedad solo se cura cuando se reconoce como tal y se acepta un tratamiento terapéutico. Con el autoengaño de una falsa salud, nunca se saldrá de un mal que, además, se ha hecho crónico a base de años y años en el mismo plan.

Tribuna:

El Gobierno, espejo del país




Próximos ya a nuevas elecciones legislativas, otra vez el partido del Gobierno va a encontrarse sin oponente serio, y el elector disconforme, sin apenas otra alternativa que la abstención. Izquierda Unida no está todavía, por lo menos a los ojos de sus posibles votantes, en una posición semejante a la del líder italiano Occhetto, lo que facilitaría una alianza de las indecisas, cautelosas, Izquierda, Democracia y Respuesta socialistas con ella. La derecha, gobernada autocráticamente (véase lo ocurrido con Oreja y con el sector de Hernández Mancha) por un hombre ele mentalidad y talante absolutamente autoritarios, que considera su partido como literalmente suyo, llegó hace tiempo a su tope. Y Adolfo Suárez es mero carisma sin programa, que, por lo mismo, va dando tumbos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, sin saber a qué atenerse. Y ésta es, nos guste o no, la situación real.Siempre he pensado que los grandes cambios políticos por lo menos en épocas, como la actual, no asistidas por el pathos revolucionario, han de hacerse desde dentro del aparato mismo del poder que se trata de derrocar. Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suárez y el Rey fueron los artífices de la transición a la democracia. Y hasta en una situación tan diferente de la actual y sensible a cambios revolucionarios como la de las vísperas de la República, ésta no habría advenido sin la preconversión a ella de los políticos y grandes intelectuales antes monárquicos. Sí, estoy persuadido de que la inercia política funciona, salvo, claro está, acaecimiento y puesta al descubierto de un gran escándalo que, en la circunstancia actual, podría ser o haber sido el caso Amedo, es decir, el de un presunto terrorismo estatal organizado contra el terrorismo etarra. Pero ¿están interesados los partidos de la. oposición candidatos al Gobierno en enfrentarse a una, llamémosla así, "política" -oscura, clandestina, inmoral- que ellos mismos harían suya o que a lo sumo "legalizarían" restableciendo la pena de muerte, aplicada además inevitablemente, dadas las formas actuales de atentados, con muy escaso rigor discriminatorio? No, no se ve alternativa al Gobierno actual, al travestissement de una derecha real detrás de unas siglas y una historia izquierdistas.
Y si desde el aparato de los partidos descendemos a la base social, salta a la vista que ésta se halla completamente atomizada. Durante el siglo pasado y la mayor parte del actual, el esquema tripartito -clases alta., media y baja- o bipartito marxista -burguesía y proletariado- estuvieron vigentes. Hoy se ha perdido la identidad social, la "conciencia de clase". Ya casi nadie dice de sí mismo -o de los demás- que es "proletario" u "obrero", y apenas si "trabajador". (Lo que sí hay, y cada vez más, son subproletarios, marginados, parados, gentes del cuarto mundo, que cuentan poco más que los inmigrados del Tercer Mundo.) Existen los sindicatos, es verdad, pero su lenguaje es el de las reivindicaciones socioeconómicas, sin voz para hablar políticamente.
Hoy la oposición -débil oposición- es mucho más sociocultural que sociopolítica. Los movimientos ecologista o verde, pro derechos humanos, por la paz o pacíficamente autodeterminacionistas van adquiriendo importancia, pero se trata de un proceso esencialmente lento. La novedad más efectiva de nuestro tiempo es la democratización cultural, la sustitución paulatina del señero intelectual individual por el "intelectual colectivo". En realidad no estamos tan lejos como a primera vista podría parecer de la contracultura de los años sesenta. La diferencia estriba en que entonces se proponía una cultura contraria a la establecida, pero positiva y aun utópica, en tanto que la contracultura actual es mucho más literalmente contracultural: se opone a la cultura de la tecnoburocracia, del economicismo, del consumismo, del lucro como sentido de la vida y de la especificación como su medio, en fin, " de la inmoralidad social, pero sin disponer de un modelo positivo de reorganización sociomoral.
¿Cuándo aparecerá una disidencia, una "carta", como titulaba uno de sus editoriales este diario, que, más allá de lo que una carta es, en forma plenamente decidida, configure políticamente esta demanda cultural y sobre todo moral? Se diría que, teóricamente, está ya realizada: se trataría de retomar, para cumplirlo -o intentar de verdad cumplirlo: la política no se identifica sin más con la moral-, el programa del PSOE en, las elecciones de 1982. Pero no nos hagamos ilusiones: ¿está el país, estamos los ciudadanos, que fácilmente criticamos las presuntas inmoralidades de algunos de nuestros gobernantes, dispuestos a sacudirnos nuestra propia desmoralización y a demandar que el Gobierno deje de ser el espejo amplificador -todo lo amplificador que se quiera- de nuestra propia baja forma moral, y a pagar por ello el consiguiente precio material? Porque, si no es así, mientras el negocio marche sin escándalos muy graves, y mientras desde dentro no se rompa el conformista silencio, tendremos Gobierno semejante al actual por lo menos hasta después del año 1992.

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