George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
domingo, 3 de marzo de 2019
La confusión como reina del mambo. La receta del cóctel "salvador". Un rap para pensar mientras se baila. Y viceversa
Nadar y guardar la ropa.
Estar en misa y repicando.
Querer ser a la vez pájaro en mano
del poder
pero ciento volando
en el mundo al revés.
Unificar las duras y maduras,
con las del medio-medio y con las más podridas
en un quiebro de acople con la copla
más que dudoso, imposible.
Un juego de tronos mutando en parchís
y nada que ver con la luz del debate
ni con el banquete que escribió Platón
ni con el acuerdo del todo y las partes
ni con la conciencia ni con la razón;
eso que nos cuentan para camelarnos
desde los sillones y sus muchos cargos
se llama mejunjes, mentiras y enjuagues
en ese sencillo román paladino
que usaba Berceo, y además de fraude,
barullo, esperpento
es un maridaje de claudicación.
Si queréis de veras honrar la memoria
de los poetas muertos por la mano negra
y su maldición de hispánica marca,
no uséis sus palabras ni sus sepulturas
para "hacer más patria" a base de siglas ,
negocios y "marcas"
y poned en marcha la sabiduría que en ellas dejaron
su luz y sus vidas
y el canto fraterno que nos regalaron
aun sin merecerlo. A la vista está
que nunca entendimos
el significado de lo que escribieron
que solo es el rastro de su identidad
y de lo que hicieron.
No se homenajea a Lorca, a Machado
ni a Miguel Hernández, ni a Rafael Alberti,
como a Juan Ramón o María Zambrano,
hablando de ellos ante sus cenizas
con mucho cariño y a toro pasado
en el mismo enjuague que se acepta un reino
y se reverencia toda la inmundicia
que llamáis estado de pleno derecho
y sólo es un chute de trámite amargo
con mucho escondrijo de tumbas y pazos,
donde quien pretenda llegar al gobierno
debe doblegarse ante un rey pasmado
con manos muy largas, pero campechano
y tan zarzuelero como el más pintado,
que le debe el trono al despojo armado
que le hizo posible
y al que permanece tan bien amarrado.
Si queréis seguir en el mismo lance
dejando a este pueblo siempre abandonado
en la rinconera,
al pairo indecente de tan vil herencia,
jugando a los dados a ver lo que pasa
con lo sorprendente de cada ocurrencia
en tan mal Estado,
no tengáis el morro de usar para ello
la limpia conciencia
de quienes hicieron vida la poesía
y limpia la ciencia de la bonhomía.
Porque estáis tan lejos del pueblo aturdido
que sufre y aguanta este desvarío
por tanto reclamo y poco sentido,
que vuestra ignorancia de la realidad
es más un delito de lesa arrogancia
que una habilidad digna de votarla.
Por favor, esbirros del gran capital,
si no sois capaces de ver lo que hay
ni entendéis el rastro que deja la historia,
respetad al menos la limpia memoria
de quienes murieron por fusilamiento
como refugiados, como prisioneros
y como exiliados.
No manipuléis lo que ellos dijeron
que fue pura esencia de lo que sufrieron
a causa de gente tan torpe y dañina
como los que ahora generan la inquina.
Si no sois capaces de cambiar las cosas,
de hacer que en justicia y amor transparente
renazcan sus versos,
dejad que el silencio y el mero respeto
adorne esas losas de aroma y recuerdo
sobre cada tumba, sobre la esperanza
de un mundo más limpio, más sano y más bello
ése al que tenemos tan pleno derecho
y que gente turbia convierte en inmundo
y obsceno barbecho.
La vida es urgencia de deontología
y nunca un cohecho de necia entropía.
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