Agrupémonos todos... los que podamos
En este momento histórico o acabamos con la polarización o
aprendemos a cooperar al margen de la misma para intentar construir algo
que merezca la pena para nosotros y para los que vienen
Ha llegado el momento de emplear el sentido crítico para tener claro cuál es el riesgo y cuál el camino
Ha llegado el momento de emplear el sentido crítico para tener claro cuál es el riesgo y cuál el camino
"Si bien la idea de una recesión democrática mundial era una leyenda
antes de 2016, la presidencia de Trump junto con la crisis de la Unión
Europea, el auge de China y la creciente agresividad de Rusia podrían
hacerla una realidad"
Levitsky y Ziblatt. Cómo mueren las democracias
No he esbozado ni la primera frase y ya me parece
escuchar todas las voces que se van a posicionar al lado de mis
argumentos, al lado pero un poco más allá, al lado pero de perfil, al
lado pero negando la mayor. Ya saben que leo sus comentarios. Hoy voy a
prescindir de los oponentes, de los adversarios, de los que viven en mis
antípodas porque hoy voy a hablar de los que compartimos una visión del
mundo, con mil matices, pero una visión común. Simplifiquemos. Hay al
menos dos cosmovisiones diferentes y, ahora que cabalga la involución,
podemos ser más conscientes de nuestras raíces comunes que beben del
deseo de igualdad, de equidad, de la más amplia libertad, de la justicia
distributiva y de todas aquellos principios que fructificaron en las
declaraciones de derechos humanos. Cada uno que haga su enumeración pero
que no niegue que sabe perfectamente dónde no está y qué tipo de país
no quiere.
Lo que parece de cajón se ha convertido en
una odisea. No niego que no sea tradicional la fragmentación en
familias, troncos, ramas y demás faunas de la izquierda ni que ésta no
sea debida a una buena causa cual es el espíritu crítico, la falta de
uniformidad, la necesidad de expresar en libertad cada matiz, el empuje
por llegar más allá en los planteamientos. Lo que no olvido es que
estamos, en palabras de Larry Diamond, en un periodo de recesión
democrática y que cuando el barco se hunde no tiene gran importancia si
preferías que navegara de ceñida, de empopada o que los pasajeros
sacaran los remos. El barco está en riesgo y creo que forma parte
también de nuestro acervo común salvaguardar este espacio natural de
libertad. Esto también será discutido, porque están los del cuanto peor
mejor y los del sistema está podrido, y los que creen que hay que
hacerlo saltar todo por los aires para conseguir sanarlo. Pero no creo
errar si pienso que cuando se ve claramente acercarse el fantasma negro
que se extiende por Europa todos −bueno, la mayoría− estaríamos
dispuestos a ceder algo de nuestra posición perfecta para conseguir que
no nos ganaran la partida del futuro.
En el posible
fracaso de ese empeño se dibujan dos tipos de culpables diferentes. Unos
son los que desencantados con unos y otros, sin encontrar un encaje
perfecto en ninguna de las opciones de izquierda, deciden dar la espalda
a las urnas en un gesto de empoderamiento político y personal. ¡Cuántos
de ellos en ese 43% de abstenciones en Andalucía, difícilmente
achacables a la derecha envalentonada, que han sido responsables sin
duda de la situación que ahora afrontamos! Digo yo que entre estar hasta
los huevos de los socialistas clientelistas andaluces, conocidos como
La PSOE, y aplaudir que Vox vaya a marcar el paso hay un trago gordo
pero gordo de dar. Los otros, tan culpables o más, son los que están
dispuestos a reventarlo todo si no es su línea, su punto, su idea, su
matiz, su movimiento, sus camaradas, su poder el que sale victorioso de
la contienda.
En esta era de fragmentación y de
polarización no va a ser posible continuar con esa estrategia que sólo
lleva a la aniquilación de nuestros ideales de vida durante décadas. Eso
siendo optimistas. En este momento histórico o acabamos con la
polarización −algo que parece imposible− o aprendemos a cooperar al
margen de la misma para intentar construir algo que merezca la pena para
nosotros y para los que vienen. Dejar que nos empujen hacia atrás no
debería ser una opción.
Y en estas que ya tenía
pensado hablarles de esto, llega la carta conjunta de Carmena y Errejón.
No me voy a quedar en el análisis puntual de los juegos de poder y de
oportunidad, porque es precisamente de eso de lo que huyo. Soy
consciente de que tengo mucho bagaje en común con ambos pero también con
Gabilondo y con Garzón y con Iglesias y con Colau y con Pedro Sánchez y
con todos los nombres que quieran inscribir aquí incluido el de
Llamazares. Con todos disentiría infinitamente y a todos aplaudiría en
muchas cosas. Esa es la parte del espíritu de la carta que me ha
parecido más interesante. Hablan de ir más allá de las siglas y eso es
buena idea. Habla del "momento decisivo" que vivimos, que yo más bien
llamaría el momento peligroso. Hacen un llamamiento "a todas las fuerzas
progresistas y a toda la ciudadanía con o sin adscripción del partido" y
coincido plenamente, ya lo han leído antes, con el mensaje, aunque no
me cabe duda que hay un cálculo personalista de poder también en su
llamada. Soy de izquierdas, que quieren, no pensarán que voy a suscribir
nada sin criticarlo.
Sólo digo que ha llegado el
momento de emplear el sentido crítico para tener claro cuál es el riesgo
y cuál el camino. Los ciudadanos progresistas, votando. A la opción que
prefieran aunque no sea la ideal. Ninguna lo es. Los que vienen
cabalgando, menos que ninguna. Los políticos progresistas y de
izquierdas teniendo en cuenta el sistema electoral, no dilapidando las
oportunidades ni los votos en fracciones egóticas y ofreciendo una
política de pactos clara para frenar el avance de la involución.
Ahora, más que nunca, agrupémonos todos. Bueno, vale, todos los que
podamos. Casi todos, al menos. Lo que está en juego bien lo merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario