Recuperar la política en las calles
El mismo día que Irene Montero afeaba a los medios de comunicación que a veces parecen estar más interesados en airear las diferencias internas de Podemos que sus logros políticos, Íñigo Errejón y Pablo Iglesias volvieron a romper el partido en mil pedazos. Mientras la derecha y la extremaderecha no sólo están cada vez más unidas, sino también más desbocadas, la izquierda se fractura más y se asesta su enésimo harakiri.
Sobre el papel, el planteamiento de Errejón parece lógico. Sumar su candidatura a la de Más Madrid de Manuela Carmena podría atraer y movilizar a un electorado que necesita más de un empujoncito después de años siendo pisoteado. Sin embargo, este salto no puede esquivar el debate, el consenso y la deliberación. Y Errejón lo ha hecho, posiblemente, con el vértigo que da un hostiazo como el que se ha pegado Adelante Andalucía en el sur. Anunciar su adhesión a Más Madrid no puede hacerse por sorpresa ni decidirlo unilateralmente en un partido, precisamente, que presume de horizontalidad.
Una horizontalidad, por otro lado, que Iglesias ha dinamitado en más de una ocasión, algo que los Círculos en provincias se han encargado de destacar en innumerables ocasiones. Un líder que se preciara habría detenido los caballos, habría templado los ánimos y abierto el debate que Errejón ha hurtado inicialmente. En lugar de eso, la sensación general anoche era que se producía un duelo de gallitos en el que nadie gana.
Bueno, rectifico, sí gana: la derecha. Ayer leía en redes sociales que frente a los tres partidos de derecha (PP, Cs y Vox) en Madrid ya había otros tres de izquierda (PSOE, Unidos Podemos, Más Madrid). Error. Sobre el papel es así, pero lo que está sucediendo en la derecha nada tiene que ver con la izquierda. Mientras el ala conservadora salió del mismo sitio y camina hacia la convergencia, pese a las diferentes siglas, la izquierda toma rutas bien distintas.
La irrupción de Vox no es casual y, mucho menos, obra de Santiago Abascal, que no deja de ser un títere con pistola, como aquellos personajes de guiñol con cachiporra. Sin más. Vox ha llegado a la escena nacional para rescatar con red a los exaltad@s y desinformad@s que el PP no alcanzaba, al tiempo que abre la ventana al endurecimiento de las agendas políticas tanto de PP como de Cs, recuperando su verdadero ADN. Así, sin más.
Por este motivo, los partidos de derecha están mucho más cerca entre sí de lo que lo están los de izquierda. Dicho de otro modo, la izquierda política no está a la altura de las decenas de miles de personas que el pasado martes inundaron las calles de España. ¿Qué conclusión debemos extraer? Que la política ha de ejercerse, en primer lugar, de donde emana, en el pueblo, que ha de movilizarse más que nunca para ser capaz de marcar la agenda política y encauzar a quienes parecen a veces más interesados en etiquetas y egos que en el bien común. Mientras Vox marca la agenda de PP y Cs -y la de Vox y la del títere Abascal, otros poderes fácticos-, la de la izquierda ha de estar determinada por la calle, por los movimientos ciudadanos. Eso fue el 15-M. Esa es la clave para que la extremaderecha no nos pase por encima el próximo mes de mayo.
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