La Dama de Podemos
El jaque al Rey de Errejón que anunciaba el mate, en la siguiente jugada de la partida de ajedrez político que se desarrolla en el tablero morado, ha sido respondido con un movimiento decisivo de la Dama de Podemos. Si ayer era Iglesias el invitado a sumarse a la candidatura de Más Madrid en la Comunidad, hoy es a Iñigo Errejón al que se le propone formar parte de una candidatura articulada desde Unidos Podemos. Con esta invitación la Dama Irene Montero deshace el enroque con el que su antiguo compañero, ahora líder de un nuevo partido, buscaba ahogarla. Estamos en un suma y sigue. Se equivoca, pues, quien de por terminado el juego y, sobre todo, quien pueda leer el movimiento de la Dama en clave estratégica.
¿Más Madrid bajo Unidos Podemos o Unidos Podemos bajo Más Madrid? En la aritmética política el orden de los actores sí que altera el producto. Tanto que el jugador Errejón se encuentra ahora como lo estaba Iglesias justo antes del penúltimo movimiento morado. Si cede, pierde; de lo contrario, corre el serio riesgo de enfrentarse a la Dama de Podemos. El líder del nuevo partido se ve cogido en el cepo de su propia trampa. No ha podido conseguir el doble enroque de Podemos y, además, puede verse enrocado una vez que el bumerán de Más Madrid le estalle en las urnas. Cuando calculaba las exiguas jugadas del contrario, tropieza con lo inesperado, el cambio de jugador, el rey por la reina, Pablo Iglesias por Irene Montero.
Ni Pablo, ni Iñigo, Irene. La Dama de Podemos desarbola a Errejón. Ya no puede seguir jugando la baza del bueno contra el malo, que le compran todos los medios de comunicación, como los ejes de la confrontación interna de la formación morada. Adiós al amateurismo profesional o cenáculos diletantes, con poca experiencia política, que tanto caracterizaron los primeros pasos de Podemos. Ahora debe lidiar con una activista que conoce el terreno que pisa y, además, con buena imagen y empatía para poder tejer en Podemos lo que él ha destejido. O sea, reconducir la formación morada hacia el realismo en una muy seria coyuntura en la que el PSOE y Podemos, hoy por hoy, son los pilares del orden constitucional.
Mientras tanto, el Rey negro, Ciudadanos, la Dama negra, VOX y el Mulo cojitranco, el PP, avanzan en el tablero de la política española arrebatando posiciones a las fuerzas democráticas, cada vez más perdidas en la discusión de si las tres derechas son galgos o podencos, sin darse cuenta que son de la misma acreditada perrería de Aznar, o enfrascadas en una lucha de egos justo cuando la batalla de Madrid va a empezar en unas semanas. Puede que el PSOE o Podemos sean manifiestamente mejorables, pero es lo que hay, y no va a ser Más Madrid quien en un trimestre pueda tener la capacidad de sustituirlas. Podemos lo ha entendido, de ahí el movimiento de la Dama, y urge, por tanto, que el PSOE encuentre pronto un equivalente a Gabilondo en el municipio madrileño.
Frente al Alexis Tocqueville universitario, “los partidos son un mal inherente a los gobiernos libres”, la Dama de Podemos echa mano del artículo 6 de la Constitución, que define a los partidos políticos como “instrumento fundamental para la participación política”. Nada más peligroso hoy que el discurso antipartido que enlaza con cuarenta años de clisés franquistas y los rescoldos anarcoides de un país como el nuestro en el que la FAI-CNT llegó a contar con más de un millón de militantes. No hay que ir tan lejos, máxime, cuando es solo VOX quien ahora puede rentabilizar en votos el proyecto de sustituir los partidos políticos con la ilusión de los caudillos. Felipe González, conciencia histórica de la transición, lo advierte con claridad.
Irene, que en griego significa “la que busca la paz”, intenta ahora reordenar el tablero de Podemos, una partida secundaria, para que la partida esencial, el tablero de Madrid, no termine con el triunfo de las negras de la reacción. Ese crucial objetivo democrático, frenar la involución en curso, únicamente puede ser abordado desde el sólido binomio democrático que configuran en el presente PSOE y Podemos. Sin Unidos Podemos, la probable mayoría del PSOE será insuficiente; sin el PSOE, Unidos Podemos no dejará de ser impotente. Solo ambos pueden proporcionar seguridad, serenidad y confianza a toda una sociedad angustiada por la incertidumbre y que no está para juegos de tronos. Tan es así que el lema repetido una y otra vez por las tres derechas involucionistas, con bastante razón, es: Desunidos Podemos. Nada más urgente, pues, que ésta salida al tablero de la Dama de Podemos.
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