El escritor que tradujo 'Tarzán' en una cárcel franquista
Akal recupera la obra literaria del condenado a muerte Manuel de la Escalera.
Los que lo conocieron
lo recuerdan como un tipo tranquilo, apacible... “El mejor ser humano
que he conocido”, dice Ramón Akal, su más reciente editor. Será cierto
si coincide todo el mundo. Manuel de la Escalera (1895-1994) forjó su
placidez existencial sobre una biografía ciertamente tormentosa:
nacido en México casi por accidente, después criado en Santander, fue
presidiario, escritor, traductor, escultor y cineasta. Estudió de
adolescente Bellas Artes en México DF mientras Madero, Pancho Villa y
Emiliano Zapata hacían la revolución; trató a Picasso en los felices 20
parisinos; aprendió el oficio del cine en los míticos estudios de la
Paramount en Joinville-le-Pont, donde rodó sus películas Carlos Gardel;
durante la Guerra Civil española, recorrió el frente cántabro
proyectando películas para los milicianos y rodando documentales bélicos
como oficial a las órdenes del Estado Mayor republicano; fue detenido por los franquistas en el 39 y recorrió las cárceles de Alcalá de Henares, El Dueso, Burgos y algunas más como
condenado a muerte; en prisión, escribió clandestinamente un libro que
relata la vida de los sentenciados a pena capital, manuscrito que logró
evadir de forma prodigiosa para que un amigo lo mantuviera 17 años
oculto en la caja fuerte de un banco; tras serle conmutada la condena
por cadena perpetua, salió de la cárcel en 1962, pero la publicación en
México y bajo pseudónimo de sus memorias carcelarias le obligó huir de
la policía político-social y exiliarse al país azteca en 1996... La
monocorde biografía de cualquier hombre plácido y tranquilo, ya se
apuntó arriba. Murió a los 99 años en la cama de una residencia de
ancianos de Santander, traduciendo hasta el final para completar su
magra pensión y pagarse los cuidados.
Salió estos días a las librerías la novela memorialista de Manuel de la Escalera Mamá Grande y su tiempo,
en la que un viejo revolucionario español caligrafía su infancia y
adolescencia. “Esta autobiografía no llegó a consumarse. Iniciada en la
clandestinidad, los trabajos del parto siguieron durante varios años en
varias cárceles, hasta que llegó un momento en el que el aborto se impuso”,
escribe Escalera en el colofón de este texto que acaba de publicar
Akal. Esta Mamá Grande no había sido reeditada desde que en 1980 la
distribuyera una pequeña firma santanderina. Como toda la obra de
Escalera, amarillea en la marginalidad.
Un libro escrito a escondidas de
sus carceleros, sacado de prisión clandestinamente y custodiado durante
casi dos décadas en la caja fuerte de un banco
El
editor Ramón Akal está empeñado en desempeñársela al olvido. Escalera
fue su amigo y traductor en los años 70, al poco de regresar el ex
condenado definitivamente a España. Fruto de su colaboración es la
primera obra de John Berger editada en España: Ascensión y caída de
Picasso (Ed. Akal, 1973). “Hizo una traducción que para mí aun es la
canónica. De hecho, ese mito de que pasó dificultades al volver a España
o en su vejez no es tan cierto, creo yo, aunque durante los últimos
años perdimos el contacto. Tenía un montón de encargos de las mejores
editoriales. Era uno de los traductores españoles mejor considerados”,
recuerda Akal. “Además, colaboraba habitualmente con revistas y
periódicos, Papeles de sor Armadáns, Triunfo, Informaciones...”, añade.
Manuel de la Escalera siempre vivió de su
trabajo de traductor. Incluso, increíblemente, desde la cárcel, desde
las cárceles: Alcalá de Henares, Burgos, El Dueso. “En la cárcel de
Alcalá de Henares, Manuel de la Escalera escribió un diario
impresionante y de una alta calidad literaria y humana”, aseguró hace
años Marcos Ana tras leer Muerte después de Reyes, que Akal recuperó en
2015. Es quizá la obra cumbre de Escalera. Un libro escrito a escondidas
de sus carceleros, sacado de prisión clandestinamente y custodiado
durante casi dos décadas en la caja fuerte de un banco.
Siguiendo su periplo carcelario, Escalera
conoció y selló amistad en el Dueso con otro condenado a muerte, un tal
Antonio Buero Vallejo. El dramaturgo calificó así el libro carcelario de
su compañero de celda cuando lo leyó muchos años después: “De cuantos
libros he podido al fin leer de aquellas tremendas experiencias del
dolor hispano, el tuyo es, sin menoscabo de su punzante veracidad, la
más admirable conversión en bella y honda literatura, merecedora de perduración,
de las terribles vicisitudes padecidas por nuestro pueblo cuando quiso
edificar una España liberada de la agresión republicana”.
Y en la cárcel fue también donde el editor
Josep Janés (el abuelo de Plaza&Janés) le encargó su primera
traducción profesional: el Tarzán del escritor norteamericano de
pulp Edgar Rice Burroughs, pater intelectual del hombre de la selva. Más
tarde, el editor le iría asignando traducciones menos cuadrúpedas:
Katherine Mansfield, Saroyan, Sommerset Maugham, Joyce… Antes de enviar
sus manuscritos a la imprenta, estos eran supervisados por los
capellanes de las distintas penitenciarías. Aunque se sabe que algún que
otro libro tradujo y sacó de forma clandestina, sin pasar por la
censura del capellán.
Próximamente, Akal sacará a las librerías el volumen Cuentos de nubes,
aparecido en 1981 y que trae a un Escalera que vive la transición
española, según escribe Álvaro del Amo en la contracubierta, “con una
sabiduría de santo plácido, de elegante socarrón. Porque mirar al cielo
tiene, nos advierte, sus peligros”.
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