Llamar dictadura a la dictadura cuatro décadas más tarde
¿Hacen falta otros cuarenta años para que España deje de tener un
enorme mausoleo dedicado a un dictador, fosas comunes en las cunetas y
torturadores impunes?
Siglo XXI. Año 2017. Unión Europea. El rey Felipe de Borbón califica con rotundidad al franquismo como una "dictadura".
Su padre nunca usó este término. Han pasado 42 años desde la muerte de
Franco, 40 desde las primeras elecciones de este periodo democrático.
Han pasado dos reyes y cuatro décadas, y el enorme retraso en admitir lo
evidente deja claro el problema de desmemoria que tiene la democracia
española.
El discurso del rey y la conmemoración del
cuarenta aniversario de las elecciones de 1977 ha reabierto el debate
sobre la Transición española; sobre sus luces y sus sombras. Sin duda,
el sistema democrático que nació de la Transición ha sido un éxito para
España. Pese a sus muchos defectos, pese a la última gran crisis
económica, los últimos cuarenta años han sido, de largo, el periodo más
próspero de nuestra historia.
No me atrevo a dar lecciones a aquellos que, con sus
aciertos y errores, abordaron la difícil negociación con banda armada;
los primeros años de una democracia amenazada a diario por el ruido de
sables del búnker franquista. Probablemente tienen razón quienes
argumentan que, en aquel momento, era difícil ir más lejos, y que por
eso no quedó más remedio que apartar algunos temas, como el de las
víctimas.
El gran desastre no está en la Transición,
sino en el olvido de las décadas posteriores. En lo que no se hizo
después, cuando el Ejército estaba ya controlado y la democracia no
corría peligro; en unos años en los que restituir la memoria de las
víctimas del franquismo y juzgar a torturadores como Billy el Niño no
habrían puesto nada en riesgo.
Es hasta comprensible que el rey Juan Carlos elogiase al "generalísimo" Franco y sus "enormes cualidades humanas" en su primer discurso de Navidad,
el 24 de diciembre de 1975; un mes después de la muerte del tirano y
con todo su aparato de poder aún intacto. No tiene perdón que después no
abjurase de aquellas palabras ni que hayan tenido que pasar cuatro
décadas para que un Borbón llamase dictadura a la dictadura.
Han hecho falta cuarenta años para dar un paso tan pequeño, y lo mismo
harán falta otros cuarenta para que el jefe del Estado avance por esa
osada senda de llamar a las cosas por su nombre.
Para que deje de hablar de guerra fratricida y se refiera a la Guerra
de España como lo que fue: un golpe militar contra la legalidad
republicana. Para que admita que la democracia no se estrenó en España
en 1977; y que ese año tampoco se celebraron "las primeras elecciones
democráticas". Para que recuerde también a las víctimas de esa dictadura
que ahora la Casa Real acaba de descubrir, y que no merecieron ni una línea de su discurso. Para que España deje de tener un enorme mausoleo dedicado a un dictador, fosas comunes en las cunetas y torturadores impunes.
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Amen!
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