Del cielo nos bajó la melodía
que unió en la eternidad
materia y luz
De tu mano aprendí la disciplina
de un amor completamente Nos.
En tus ojos bebí la diferencia
entre el claro del bosque
y la espesura de la noche cerrada
Tu abrazo me envolvió en el universo
y tu beso en el mar de la dulzura
Cruzando por las calles te descubro
en los campos de verde esplendoroso
en las flores que nacen y se duermen
en un rayo de sol
en la respiración de los jardines
en el arroyo claro y sosegado
por donde el pensamiento se desliza
En el dolor que me privó de tu presencia
aprendí el alpinismo por etapas
y me hice montañera sin querer
peregrina sin Meca que encontrar
sin templo y sin altares que pulir
Me despojé de todo. Me dejé despojar.
De aquel "yo" precario e irrisorio
tan sólo queda un rastro
que no quiero perder
para no imaginar chispas de irrealidad
en el camino
que confundan la ruta del retorno
De aquel cuerpo no sé, tampoco de sus pasos.
Mas de su esencia, todo.
Agnóstico total en su andadura
bañado en inocente confluencia
sólo queda el Amor, así, desnudo y tibio.
Limpio como un azul
sorprendido de aromas y mañana.
Entre la realidad que nos contiene
sólo brilla ese Tú y ese Yosotros.
De yo mí me conmigo
apenas queda nada.
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