jueves, 9 de febrero de 2017

Un día cualquiera


Mariano Rajoy e Ignacio Diego en un acto de campaña en Santander. | PP CANTABRIA
Mariano Rajoy e Ignacio Diego, en un acto de campaña en Santander. | PP CANTABRIA
Un día cualquiera en España sabes que un ministro de Economía y Hacienda defraudaba casi 7 millones de euros al fisco. Lo hacía al mismo tiempo que "trabajaba" en el Gobierno, el FMI, Caja Madrid, Bankia, Telefónica, el Santander, La Caixa o la patronal de los seguros. Piensas que, en otro país, semejantes empleos los abarcaría una cabeza brillante. Aquí no. Aquí lo hacía un caradura que sigue en libertad.
Para quien mantenga aún intacta la capacidad de indignarse, y puesto que parece que cada vez más gente está acostumbrada a las noticias del trinque y les da igual, es especialmente sangrante que en las causas de Rato por ahora solo haya archivos y prescripciones. Imaginamos que la autoridad competente se dará prisa, puesto que la policía antifraude señala que quedan siete años por prescribir, en los que las cuotas defraudadas se acercan a los cinco millones y medio de euros.
Un día cualquiera en España, se incorpora al Consejo de Estado un exministro que desplazaba a las tropas en chatarras volantes. Allí llega procedente de seguir llevándose nuestro parné como embajador en Londres. Antes, como titular de Defensa, donde mintió vilmente a la nación y a los familiares de 62 muertos. Ahora, le pagaremos unos 6.000 euros al mes. ¿Y qué consejos puede dar? Da vergüenza que sea miembro del "supremo órgano consultivo del Estado".
Un día cualquiera en España, ves que el exsenador Granados, el del caso del "volquete de putas", disfrutaba también de una finca de casi 850.000 metros cuadrados con mansión, tentadero, yeguas, caballos y piscina. Para sus baños y los de sus amigas. Presunto obsequio de esos constructores a los que les pagábamos la obra pública. Curiosamente, el juez que instruye la causa está pendiente de traslado, después de que el Poder Judicial, ese órgano apenas politizado, ya le quitara al juez de refuerzo.
Un día cualquiera en España, asaltan por segunda vez la vivienda de un fiscal Anticorrupción que investiga graves casos de presuntos corruptos en Murcia. Sucede seis meses después de que entraran a robarle un ordenador con documentos clave de sus investigaciones. Entre otros, este fiscal investiga a quien presidió la comunidad durante casi 20 años, hasta que Rajoy le buscó destino en Bruselas. Allí es vicepresidente del Parlamento Europeo. Exportación de talento.
Un día cualquiera en España, hay noticias de policías que se espían por espiar a un rey con sus queridas, de un guardia civil que golpea y amenaza con saña a un activista antitaurino, cagándose en su "puta madre" y en su "puta hija", con gran ímpetu, como si por fin hubiera detenido a uno de los malos.
Un día cualquiera en España, piensas que claro que hay polis buenos, guardias buenos, jueces buenos y políticos buenos. Pero clama al cielo que haya un presidente que pasa de estas cosas y una oposición que está en sus batallitas. Habrá que hacer como con la estafa de la luz y esperar a que llueva. Y a ver si cae un buen chaparrón y se lleva por delante tanta porquería.

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