La naturaleza
ese
haiku siempre atento
una puerta siempre abierta
a la cotidianidad
del infinito
al misterio habitual
de lo simple
a la belleza del nosotros
en la ventana del yo
Florece con los almendros
encaramada en febrero
con un guiño de geranio.
Soledad habitada
por el alma del mundo.
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